Terminó y, sin levantase de ella, echó una mirada bajo la cama. Buscaba por allí lo mismo que ella buscaba mirando al techo mientras follaban. No era una muestra de desprecio, aún seguían unidos, pero necesitaba encontrar éso que le había perturbado su momento íntimo. Flácidamente unidos, buscando algo que no sabía lo que era.
¿Qué buscas?
No lo sé, lo mismo que tú buscas en el techo, quizás esté aquí debajo.
Yo no miro el techo, te miro a ti.
No he tenido esa impresión...
Las impresiones son relativas. Te he mirado a ti, con toda mi alma… Y, ¿Por qué buscas debajo de la cama algo que yo busco en el techo?
No lo sé, lo mismo que tú buscas en el techo, quizás esté aquí debajo.
Yo no miro el techo, te miro a ti.
No he tenido esa impresión...
Las impresiones son relativas. Te he mirado a ti, con toda mi alma… Y, ¿Por qué buscas debajo de la cama algo que yo busco en el techo?
Había reconocido su mirada al techo. Estaba todo perdido. Nada volvería a ser como antes. Su sexo perfecto requería simetría, y entre miles de calcetines sucios, zapatillas, pelusas y libros viejos, buscaba algo que se la devolviera. Ella miraba al techo, él estaba totalmente flácido. Ya no les unía casi nada. Sólo la simetría podría salvarle, pero no encontró nada debajo de aquella cama.
¿Qué buscabas en el techo?
¿Qué buscabas bajo la cama?
Yo he preguntado antes...
¿Qué buscabas bajo la cama?
Yo he preguntado antes...
¿Sabes que hace 6 años que murió Carmina Ordóñez?
Definitivamente.
Flácida y perdida.
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