Hay tanta sabiduría ahí fuera a la que nunca podremos aspirar que no sé cómo conseguimos conciliar el sueño. Puedes pensar lo que quieras, puedes criticar sin descanso, puedes tener los mejores argumentos a tu favor y la razón inequívoca de tu lado pero recuerda siempre que “los fascistas del futuro se llamarán a sí mismo antifascistas” (Winston Churchill).
Sir Winston
-sí, yo también me he reído de pequeño relacionando un Sir con
una marca de tabaco aunque siempre se le viera fumando puros- se
removería en su tumba si tuviera conocimiento de cuánto se ponen en
su boca ciertas palabras. “Los fascistas del futuro se llamarán a
sí mismo antifascistas”. Así, sin anestesia. Como un mantra tipo
“Sólo sé que todo es relativo” (¿Albert Einstein?).
El que
fuera primer
ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, tiene una
fundación con una web en la que no aparece entre las muchas frases
célebres que se recogen del político. Pero quizás eso dé un poco
igual a la hora de reuitear algo o discutir con alguien que nos afea
la conducta o las ideas. Y más igual dará que existan teorías que
adjudiquen la frase –y
ni siquiera textualmente- a un tal Huey Long, gobernador de Louisiana
alrededor de 1930. Sí, yo tampoco lo conocía hasta que me he puesto
a buscar. Pero lo he encontrado, ¿Eh?. Y creo que todos tenemos el
mismo google: “When
Fascism comes to America, it will (be in the name of/come under the
guise of/be called) anti-Fascism!”
Todo estas
cosas (con muchas más, no soy tan frívolo) hacen que emitamos ese
deseo de cansancio de “Paren el mundo que me quiero bajar”. Pocos
personajes tienen tan pocos detractores y tantos admiradores o
personas que le siguen como la genial Mafalda. A todos nos gusta y el
que más o la que menos tiene algún libro suyo o alguna viñeta que
conoce y le encanta. Mafalda es de todas y todos. Poco malo se puede
decir de ella. No se me ocurren muchos más personajes que sean tan
unánimemente queridos como la genial niña que creó Quino. Pero si
nos escuchara, seguramente se querría bajar del mundo en cuanto se
parara. Nunca lo dijo. Da igual. Esto no lo leerá nadie, pero por si
acaso, su creador lo explicó y razonó varias veces.
Pero esta
historia no estaría completa sin que fuéramos a lo que realmente
importa. A lo que hace que nos merezcamos todo lo malo que nos pase.
El uso y ¿disfrute? De las citas del Señor Paulo Coelho.
Si algo
malo han traído las redes sociales ha sido sin duda el tener que
encontrar día sí y día también las pretendidas y maravillosas
enseñanzas y consejos de metaforaman. Del hombre que llegó de
Brasil para enseñarnos a todas y todos cómo vivir mientras hacemos
que él viva cada vez mejor. Desde un punto de vista espiritual,
claro está. Porque él lo hace por nuestro bien. Y nosotros, tan
listos e instruidos, no hacemos más que mejorar su trabajo, poniendo
en su boca cualquier cosa que suene pseudotrascendente y haciendo
gala de ello por las redes sociales para que nuestros amiguitos y
amiguitas vean lo profundo y trascendentales que somos.
Yo no soy
así. Yo cada vez que veo una frase de Paulo Coelho, dudo.
Y si mi
duda no es razonable o me siento flaquear, me planteo que no hay que
dar por verdad nada a priori, o que una frase de alguien célebre no
tiene por qué cargar de más razón nada. O sea, que no por haberlo
dicho alguien conocido antes, algo es más verdad o haya que tomarlo
en serio. Háganme caso. No lo digo yo, lo dice el tito Abe:
Quizás
todo se resuma a que “Solo sé que no sé nada” (Socrates).
Aunque me encantaría tomarme unas cañas con quien le ha dado la
vuelta y ha dicho aquello de “Solo sé que no sé nada y ni
siquiera de eso estoy seguro”.