Este mes aprovecha la conmemoración del natalicio de su creador y hace un recorrido por la multitud de aniversarios que pueblan el calendario pacense en estas fechas:
Esperemos no resulte empalagosa la tarta de cumpleaños, y que cumpla muchos más. Gracias por esos regalos virtuales en forma de visitas y comentarios...
Y dejen de soplar de una puñetera vez, que las velas no se apagan, ¡Son de coña!...
Casi nadie baila hoy en día. Todo el mundo quiere ser DJ, y las que no, al menos amigas del DJ. Yo siempre había seguido la teoría que aprendí en la infancia que dice que las niñas bonitas no pagan dinero. No entiendo porqué de repente todos quieren ser DJ. Porqué casi nadie baila. Y no hay ni rastro del barquero.Lo más moderno que he conseguido hacer ha sido comprarme una Polaroid, justo ahora que han dejado de fabricar sus películas. En eso consiste ser moderna: Revitalizar al máximo algo que hace muchísimo hubiera criticado por estar anticuado y verlo como lo más avanzado que existe. Bailar no es moderno, pero ser DJ sí. Paradojas de la modernidad. Y el barquero sigue sin aparecer.
Me gusta jugar con la Polaroid. Hacerme fotos mientras te amo. Ni la mejor de las películas podrá reflejar completamente cómo nos amamos. Por eso, quizás, hayan dejado de fabricarla. Hay quien dice que no la fabrican porque no es moderno pero, ¿Hay algo más moderno que tener algo que ya no se fabrique? Sé que hay quien guarda la película de la Polaroid como oro en paño. Yo la gasto amándote. No soy totalmente moderna. Y ni siquiera tengo fotos del barquero que no aparece.
Mi Polaroid hace tiempo que es lo único que te une a mí. Me da igual. Soy consciente de que quieres estar conmigo porque tengo una Polaroid con la que jugar cuando nos amamos y porque es moderno estar con una chica que no entiende por qué la gente ya no baila y por qué todos quieren ser DJ ahora. Aunque hace tiempo que con la Polaroid jugamos los dos pero sólo amo yo. Quiero retener este momento. Quiero desear salir en las fotos contigo. Aunque se acabe la película. Aunque no aparezca el barquero. Ya está tardando...
En la muy recomendable web Las Gafas de Mike, han tenido a bien publicar mi primera "anticrónica" de un concierto.
El viernes 16 de Abril, se celebró un concierto de los extremeños Sínkope en la Sala Rockitchen con el que me estrené como "anticronista" de conciertos en Las Gafas de Mike.
Gracias a los personajes (Álvaro, Naxo y Jorge) que me ayudaron a realizar la anticrónica, ya que fueron al evento obligados, simplemente para ayudarme en tan ardua labor.
Seguiremos informando periódicamente, como mandan los cánones.
1.Se despertó con resaca. No era nada extraño, ni siquiera recordaba la cantidad de alcohol que había bebido la noche antes. Era una sensación conocida, pero no por ello agradable. En días como aquel sólo tenía instintos asesinos. Sabía que cualquier abogado podría conseguir reducir su pena por considerar la absenta un atenuante. Pero ella nunca bebía absenta, le parecía snob y clasista. Realmente, ella nunca bebía, o eso quería creer…
Bebedora de Absenta (Pablo Picasso)
2.Había asumido desde hace mucho tiempo, que quien gusta de subir muy arriba, debe aprender a aceptar las caídas, que son terribles. No todo el mundo está preparado para tener unas bajadas tan fuertes, pero el placer que le producía la subida era suficiente para no dar importancia al descenso. Las tinieblas siempre esperan después de tocar el cielo. Creció escuchando de su madre aquello de más grande será la caída... Realmente, una vez que alcanzas la cima, sólo te queda el descenso.
Retrato de Ángel Fernández Soto. Bebedor de Absenta (Pablo Picasso)
1 y 2. Su amor era parte del paisaje de aquel bar. Yo sólo estaba en medio, enamorado de ella, enamorado de él. Se sentaban cada uno en su rincón. La miraba a ella y no paraba de beber absenta. Le miraba a él y no paraba de ser consumido por la absenta. Los dos tenían mucha clase, pero yo estaba en medio, como todo el mundo en aquel bar.
21. La absenta acabó con los dos. El hada verde inundó todo el local. Estuve a punto de ahogarme con ellos, pero siempre se me dio muy bien nadar. Aunque sea en absenta. Aunque estén muertos.
Se ha dado cuenta de que está allí sola y se ha puesto a recordar. 20 años después, el 20 de Abril del 2010. Ya no existen noches juntos, en ninguna cabaña. No tiene ánimos para reírse siquiera. Los de antes ya no están. El cambio ya ni se recuerda, los críos son mayores y el tío aquel ha dejado de ser divertido. Ahora está en paro y no recuerda lo que era la música. Se ha olvidado para siempre de las canciones y no recuerda cuáles eran sus sueños. Decide que es un buen momento para escuchar algún disco de aquellos tiempos. 20 años después podrían recuperar su gracia. Mira en su discoteca y se da cuenta de la broma terrible en que se ha convertido su vida 20 años después. Busca desesperadamente algo que le haga recordar aquellos días, ¿Qué recuerdos de aquella época puede merecer la pena traer al día hoy?
Abrumada, oye la alarma del microondas y se sobresalta. Olvida la discoteca, coge su vaso de leche caliente y se sienta en bata frente al televisor a ver qué se cuentan en Intereconomía.
Mañana será 21 de Abril del 2010, y todo volverá a la normalidad...
Siempre pensé que estaba desaprovechando su talento. Tipos como él pueden hacer lo que se propongan. Su última ocurrencia fue crear una banda de Rock sin músicos. Sólo él. Ni siquiera sería de Rock, eso ya lo decidiría después. Sólo tenía un nombre en la cabeza: The Winnie Cooper Experience. Lo pensó y, en una semana, llenó su casa de todo tipo de merchandising de la banda. Siempre le dio más importancia a las formas que al fondo. -¿Qué hay en esta caja? -Pegatinas y chapas de The Winnie Cooper Experience -¿Y en esas tan grandes del fondo?… -Camisetas y banderas -Tío, esto se te está yendo de las manos, la de pasta que te habrás gastado en esta locura tuya... ¿Tienes birra?
Abrí el frigorífico para coger una cerveza.
-No, no tengo pasta para birra…
La cabeza de Kevin Arnold reposaba en la bandeja central entre medio limón y dos yogures de macedonia. En la radio sonaba “Rock is Dead” de Marilyn Manson.
The Winnie Cooper Experience no llegó a grabar ningún disco.
Hace mucho tiempo que descubriste que hacerse mayor o cumplir años no significa lo mismo que crecer. La vida te agasaja cuando llega Abril. Te recuerda que tienes mucha gente a tu alrededor que te quiere, o eso te intentan hacer creer. Te florecen los cerezos como si estuvieras recién duchada, y la gente no para de visitarte con ganas de llenarse de ti, de tu perfume, de tu belleza…
La Primavera se rebela contra los malos augurios que te traía Febrero. La República y la Revolución de los Claveles te parecen dignas de recordar en Abril. Puede llover, pero tú estás en Abril y decides ponerte escote sin temor a parecer una excéntrica. Por fin.
En Abril cumples años. En Abril vuelves a recordar que el tiempo pasa y te haces mayor. Abril siempre te trae referencias de tu otro yo. Esa que siempre soñaste ser y que cada día está más lejos. Hacerse mayor o cumplir años siempre es una bofetada a mano abierta que te da la realidad en la que te niegas a estar. Cumplir años y hacerse mayor te hace ver todas las vidas que ya no podrás vivir. De pequeña no querías ser mayor, pero de mayor ni siquiera quieres ser. Es difícil aceptar que todo eso que pensabas que algún día vendrá, ya debería haber llegado.
En Abril cumples años, y te gusta pensar en la Primavera. En Abril te haces mayor y recuerdas que ya no tiene sentido marcarte propósitos de año nuevo. En Abril tu vida social empieza a aumentar dolorosamente. Tu vida social empieza a ser, cada vez más, un pequeño catálogo de experiencias deslavazadas que no conducen a ningún sitio concreto pero que te sirven de excusa para sentirte bien contigo misma y darte la falsa impresión de estar ocupada.
Ultimamente he observado que bebes más de la cuenta y que has fracasado en tu enésimo intento de dejar de fumar. Tus escarceos con las drogas son más frecuentes de lo que te gusta reconocer, y tu nómina sigue siendo tan raquítica como siempre. A mí me sigues pareciendo una de las personas más especiales que se han cruzado en mi vida, pero en Abril no te gusta que te lo recuerde porque te suena falso.
Hubo alguien que quiso casarse contigo pero te creías demasiado joven para hacerlo. Después te llegó otra persona pero no querías desperdiciar tu vida. Ahora quieres casarte tú, pero sólo por miedo a quedarte sola, y no logras encontrar a la primera persona que te lo propuso. Has desterrado la idea de tener niños. Hace años no querías tener ninguno y hoy es una utopía irrealizable.
Te preocupa terriblemente ver como muchos de tus ídolos han desaparecido o han cambiado. No te reconoces. Estabas enamorada de Guardiola cuando empezó a jugar y era una precoz promesa, y hoy es el entrenador más exitoso del mundo. Eso es crecer, aunque Guardiola también cumple años y se hace mayor. Pero crece. Se va quedando calvo, pero crece. Y tú te machacas pensando que sigues en el mismo sitio, que cumples años, que te haces mayor… Pero que no creces.
Hace unos días que murió Malcolm McLaren. Me he enterado hoy. Tú seguramente no sepas ni quién es. De un tiempo a esta parte, se me repite muy a menudo la sensación de perder cosas cercanas. Es una cuestión lógica que cuando la gente cumple años o se hace mayor, tiene estadísticamente más posibilidades de morir que antes. Y eso no es lo mismo que crecer sino todo lo contrario. Pero a ti no quiero perderte. No asumo siquiera la posibilidad (real) de que el día menos pensado desaparezcas. Ni siquiera en Abril.
Cariño, quedan muchas vidas por vivir, aunque creas que ya has desperdiciado una incontable cantidad de ellas. Aunque no lo creas, has crecido, además de cumplir años y hacerte mayor. Lo único bueno que tiene mirar hacia adelante pensando que queda menos tiempo cada día, es poder darle la importancia que se merece ese día. ESTE día y no otro. Porque si algo te enseña Abril, cumplir años, hacerte mayor y crecer, es que ESTE día es lo único que tenemos. Y es mucho más de lo que pueden decir otros.
Buenos días, princesa:
Aprovecha este bello día de Abril. No volverá jamás
Le he escrito una carta a Ricky Martin felicitándole por su reciente salida del armario. Quise que comentáramos aquello de que ha sido una bendición para él y que se siente más libre que nunca. Al rato me he dado cuenta de que no tengo su dirección. También pienso que tampoco ha sido demasiado sorprendente. Creo que esto no le servirá para que olvidemos que salió del armario en un programa de televisión cuando había por medio mermelada, un perro…
He roto la carta y me he puesto a pensar en otra cosa.
Siempre había tenido muchas ideas en la cabeza. A veces le dolía por no poder soportar tantas y tantas locuras (las llamarían algunos), ensoñaciones (dirían otros), divagaciones (pensaría ella) o estupideces (asegurarían sus mayores). Le dolía no poder dar rienda suelta a todo lo que su cerebro llega a tener en su interior. Le aterra pensar que habrá muchas más cosas dentro de su cabeza el día que se muera, que las que podrían salir de ella aunque viva catorce millones de vidas más sin actividad cerebral, dedicada exclusivamente a dar rienda suelta a sus ideas
Algunas son recurrentes: Son las mil veces repetidas. Son las que producen obsesión. Son las que cíclicamente se repiten una y otra vez y que nunca son satisfechas por más que las deje vía libre. Sueños, obsesiones, instintos…
Toda ella es especial. Le gusta la idea de besar a desconocidos sin que tengan tiempo de reacción e huir. Es una actividad excitante, furtiva, aunque también peligrosa. Las mejores ocasiones siempre aparecen a la salida o entrada de los bares atestados de gente. Una mirada esquiva aunque penetrante en la distancia. Un acercamiento que finge ser casual cuando las trayectorias de las personas se cruzan en sus respectivos intentos de salir y de entrar en el garito. Un acercamiento intencionado y un beso apasionado, para instantes después, desaparecer entre las masas. Las reacciones y consecuencias de la acción son muchas y las que la conocemos podríamos contar miles de anécdotas –algunas terribles, otras excitantes y maravillosas- surgidas de esa extraña costumbre. Su actual pareja es fruto de un beso a persona desconocida. Su anterior pareja dejó de serlo porque se enteró de que había practicado a menudo el beso a desconocidos. Su vida amorosa, puede decirse que gira en torno a su extraña tendencia de besar a personas desconocidas. Algunos le llaman sexo, ella y yo lo llamamos amor. Una de las formas de amor más puras y dignas que puede haber. Sin ambages ni condicionantes. Partiendo de la fascinación por alguien. Alguien no conocido, alguien al que acaba de ver en la lejanía y con el que quiere hacerse uno, aunque sólo sea el instante eterno de un beso apasionado.
Hay quien ve esto como una soberana gilipollez. Otras lo vemos como una bella manera de caminar por la vida. En esta sociedad se da demasiada importancia, pero para mal, a los besos. Se protegen y se hacen exclusivos. Se monopolizan. Se convierten en valla de propiedad. Se les cortan las alas. Ella simplemente es una liberadora de cariños y fascinaciones. Adora besar a desconocidos. Fugazmente. Apasionadamente. Con los cinco sentidos. Y esto es más de lo que se puede decir del noventa por ciento de los besos que se dan cada día en el mundo. Un beso suyo a una persona desconocida tiene más de verdad que la mayoría de los besos que los demás, timoratos cobardes, daremos durante toda la vida, por muy enamorados o apasionados que estemos en el momento de hacerlo. Un sorpresivo beso suyo conlleva más pasión y verdad que ninguno de los que yo llegaré a dar en mi vida. Sólo uno de sus besos a cualquiera transmite más amor que el que la mayoría de nosotras vayamos a compartir en nuestras insípidas y correctas vidas de besos medidos, calculados y casi programados.
Para ella son cinco segundos. Su beso hace que la vida sea eterna en cinco segundos. Y no necesita los cinco minutos que cantaba Víctor Jara, le basta con cinco segundos. Cinco segundos de ternura, de amor sincero, de pasión, de plenitud…
Adoraba las multitudes: En ellas se hacía más fácil encontrar personas a quienes besar. Aunque no las buscaba conscientemente. Los conciertos, las manifestaciones, los bares de moda… Todos esos sitios dónde se congrega mucha gente. Allí se movía como pez en el agua, eran sus “San Valentines” particulares.
A pesar de ser una chica terriblemente desordenada y disoluta, le llamaban poderosamente la atención, le encantaban, casi todas las manifestaciones y formas sagradas. ¿Qué hay más sagrado que el amor? Lo místico, lo sacro, lo ritual. Esperaba ansiosamente la llegada de la Semana Santa a su ciudad para extasiarse de manera disimuladamente profana con el deambular de los pasos por su ciudad, los olores a incienso, a claveles y a cera, los resplandores en las penumbras, los silencios, las solemnidades…
Sus amigas nunca entendieron dónde venía ese interés por tan arcaica tradición. No comprendían cómo a una chica como ella, con tantas diatribas mentales profundamente alejadas de lo ritual, de lo religioso, podía tener el más mínimo interés en una celebración tan rancia y arcaica como son los días en los que se conmemora, folklórica e hipócritamente, la pasión de Cristo.
La Semana Santa está masificada. Las procesiones son un hervidero de gente que ve pasear a dos filas de nazarenos que preceden a un paso que engrandece una figura religiosa. La oscuridad, lo solemne… Los olores, las músicas, los silencios… En esas celebraciones todo es más difícil: La gente observa, las masas juzgan, las personas miran con desdén a todo el que se salga del ritual. Por el centro de la celebración llevan túnicas y capirotes y nunca estás seguro de que cuando levantes la tela que le cubre la cara vayas a encontrarte la belleza que requiere un beso, por muy furtivo que sea.
Pero ella era diferente. Ella tenía mucho amor que dar ¿No es eso lo que predicaba Cristo? Ella quiso besar a quien merecía ser besado, como tantas otras veces. Pero esta Semana Santa no se jugaba una discusión con una pareja celosa, un bofetón a destiempo, o un enamoramiento indebido… Esta Semana Santa, en esa procesión no parecía una buena idea, pero como siempre dijo ella: ¿Quién marca qué está bien y qué no está bien?...
En los periódicos la trataron de loca, de provocadora, de obsesa, de desequilibrada… Tantos y tantos injustos adjetivos que a los que la conocemos nos parecieron excesivos cuanto menos, por no decir fuera de lugar e injustos. Más aún si analizamos la escasa descripción que se hacía en esa misma noticia de la cantidad de cofrades, de estandartes, de cirios, de cruces… Que golpearon su cuerpo sin piedad hasta que la policía la consiguió sacar de allí.
Paradójicamente recuerdo cómo ella decía que no había nada más peligroso que una persona “piadosa” y “beata” fuera de sí. Su educación en colegios del Opus le hacía hablar con cierto conocimiento de causa.
Hoy voy a verla al Hospital. Sigue sin tener buena pinta. Los médicos no dan mucha esperanza de recuperación. Seguramente no vuelva a andar en una buena temporada y va a tener que depender de alguien muchísimo tiempo para hacer las cosas más elementales. A pesar de todo, ella sigue sonriendo bajo los aparatos que le sujetan la mandíbula y las heridas que afean un poco (sólo un poco) su bello rostro. Ella sigue soñando. Ella sigue amando. Ella sigue viviendo:
- Tenemos que ir al cine en cuanto salga de aquí - Lo que tú quieras. ¿Qué quieres ver? - Alicia, la de Tim Burton - Por supuesto, cuenta conmigo. Además, Johnnhy Depp en 3D debe estar… - Lo que daría por poder besarlo… Si me lo cruzara un día de estos… - ¿No puedes parar? ¿Cómo puedes estar pensando en eso ahora? - No puedo. ¿Hay algo más importante con lo que soñar? ¿Hay algo más por lo que merezca la pena vivir?
No encuentro respuesta. Probablemente lleva razón.
Sólo hay algo que me gustaría que fuera diferente: Me gustaría ser Johnny Depp. Me gustaría ser desconocida para ella. ¡Cuántas veces he fantaseado con ser esa persona desconocida a la que miraba en el medio de una multitud y a la que acaba besando! ¡Cuántas veces he soñado con no conocerla para que ella me pudiera elegir a mí!
A veces me planteo que quizás debería darle un beso.
Pero no me atrevo.
Yo no soy como ella.
Yo soy normal.