viernes, 31 de agosto de 2012

Te voy a llevar a Lisboa


Te voy a llevar a Lisboa. Tú aún no lo sabes. No te lo he dicho. Quizás fantasees con ello y yo me esté pasando de lista, pero te voy a llevar a Lisboa. Me encantaría que fuese así y no se te diluyeran las fantasías, pero sea como fuere, hoy me he dado cuenta de que te voy a llevar a Lisboa.

Y no te estoy diciendo que vayamos a ir juntas a Lisboa, ni que te vaya a proponer un viaje para que nos enseñemos Lisboa. Te estoy diciendo te voy a llevar a Lisboa.

No sé cuándo ni cómo. Importa relativamente poco. Lo fundamental es que te voy a llevar a Lisboa.

No va a ser una invitación ni una sugerencia. No serán unas vacaciones ni el premio a un concurso. Simplemente, te voy a llevar a Lisboa.

Hace mucho tiempo que no estaba tan segura de algo como estoy ahora de que te voy a llevar a Lisboa. Para ti va a ser de lo más fuerte que hayas vivido, y para mí será la culminación de muchos proyectos de orgasmos mentales.

No sé cuándo ni cómo, pero te voy a llevar a Lisboa.

Te voy a llevar a Lisboa, no para que vengas conmigo, sino para ir las dos. Las dos sabemos que realmente no somos sólo dos, pero no nos importa. No tenemos ni idea qué número sumamos juntas y me importan tres o siete mil cuatrocientos veintisiete cominos cuál sea. Puede ser el 6 (L–I–S–B-O–A) o el 19 (T-E-V-O-Y-A- L-L-E-V-A-R- A- L-I-S-B-O-A). Puede ser cualquiera, pero yo te voy a llevar a Lisboa para que sumes al 1, a más importante, a ti, a mí. Para que ese uno crezca y crezca contigo. Para sumar y no restar. 

Para que sepas, aunque quizás fantasees con ello y yo me esté pasando de lista, que Lisboa nos está esperando desde hace mucho tiempo. Yo lo sé y por eso te voy a llevar a Lisboa

No hay más. No pienses en qué significa, porque no hay más. Simplemente te voy a llevar a Lisboa.

¿Por qué Lisboa? 

¿Qué es Lisboa?

No lo sé. Dímelo tú. 

¿Tú lo sabes? 

No me contestes todavía. 

Espera. 

Te voy a llevar a Lisboa.

A veces pienso, y me deprimo. A veces pienso y el brillo de tu sonrisa me alegra y ahuyenta de la depresión.

Lisboa es depresiva, es decadente, es crepuscular y llora fados, y por eso no puede ver nada más alegre que tu risa y tu mirada cuando sepas te voy a llevar a Lisboa.

Lisboa es la luz. Tu mirada sonríe con la misma luz. 

No te marees. No llores. No te preocupes.
Ni si quiera pienses. 

Sonríe. Mírame. Sonríe y mírame como sólo tú sabes.

¿Que no haces nada especial? 

Elimina la modestia de tu atuendo que no te combina bien con esa falda. Sabes quién eres y empieza a saber dónde vas porque yo te voy a llevar a Lisboa.

Quiero volver a ver como tu espíritu se torna inestable por la emoción. Quiero ver cómo te quitas esa máscara de seguridad y tus ojos me enseñan a esa niña vulnerable y enfermizamente feliz, esperando algo que no sabe muy bien qué es (y que quizás no le importe mucho) y encontrándome a mí.

¿Te acuerdas? Soy yo, creo que necesitas saberlo: Te voy a llevar a Lisboa.

¿Sabes que tu mirada tiembla cuando te emocionas? 

¿Sabes que no abarcas lo que quieres mirar cuando te desnudas de emoción?

Es maravilloso. 

Por eso y por mucho más. Por hacerme ver que merece la pena decirte que te voy a llevar a Lisboa. Y porque has consagrado toda la parafernalia del altar de mis afectos para que comulgue mi espíritu.

Te lo debo, te voy a llevar a Lisboa. Aunque, egoístamente sea tan necesario para mí. Por eso no vamos a ir a Lisboa. Por eso no te voy a proponer si quieres ir a Lisboa. Por eso te voy a llevar a Lisboa.



Terminé de decirlo y me miraste con una seriedad mayor de la que yo esperaba. No emocionada, no turbada. No al menos como yo esperaba. Me besaste y empezaste a hablar tú:


No volveré contigo a lugares que fueron importantes para las dos. ¿Lugares comunes? Bueno, quizás no sea esa la manera de llamarlos, se refiere a otra cosa, pero tú me entiendes. Hay veces que los recuerdos están en el cajón de los intangibles tesoros. 

No quiero abrir la Caja de Pandora de mis emociones. Es bellísima por fuera, ocultando su interior. Si la abro, puede que no me guste lo que encuentro. Y no podré cambiarlo y quedará estropeado al contacto con el tiempo presente.

Para que me comprendas, puede ser similar al tema de los amores platónicos, que si dejan de serlo, platónicos, normalmente no son más que eso: Amores. Amores bonitos, sí. Intensos o pasajeros, sí. Pero no platónicos. 

¿Qué pensará Platón de todo esto? ¿Te lo imaginas por Lisboa…?

Alguien dijo una vez, o leí por algún sitio, que hay que tener mucho cuidado con lo que se sueña no vaya a convertirse en realidad.

No hablo de sueños, sino de recuerdos. Los recuerdos se aprenden a manejar a conveniencia. Se pueden enturbiar o clarificar, adornar o ensuciar, rodearlos de arabescos o simplificarlos hasta algo muy concreto y simple… Pero siempre con el cuidado necesario para no hacerlos insoportables en la memoria como para querer abrir la Caja de Pandora y encontrar que su luz nos ciega y nos llega a molestar. 

Las linternas son útiles en la oscuridad si apuntamos su foco hacia algo en penumbras que queremos ver más claro. Pero nunca debemos apuntar el foco a nuestros ojos para ver mejor. Así no funciona.

Y odiaremos, desterraremos la linterna y nos sumiremos en la oscuridad. En una oscuridad más profunda que antes de tener la linterna escondida. ¿Imaginas Lisboa sin su luz?

Por supuesto, no te diré aquello fácil de “segundas partes nunca fueron buenas” aunque me ayudara en lo que te digo. Sabes que pienso que muchas son mejores que las primeras. Si “El Padrino 2” no existiera tras “El Padrino 1”, todos y cada uno de nosotros y nosotras diríamos que es mejor que la primera. Pero a pesar de ser una jodida obra maestra por sí sola, tenemos a echarle el lastre encima de la existencia de “El Padrino 1” (Que cambia su nombre al aparecer “El Padrino 2”, pasando de ser simplemente “El Padrino” a “El Padrino 1”). 

Algo así pasa en nuestros recuerdos. Como mínimo pasarían de ser “Los Recuerdos” a “Los Recuerdos 1”. Y eso, ya los cambia. Aunque sea un ligero cambio…

Por eso no sé si debo volver nunca allí contigo. Por no buscar excusas en el tiempo, en el cambio del lugar, cuando los que cambiamos somos nosotras, cegadas por el foco linternil de nuestros recuerdos más maravillosos enfocando a los ojos.

La primera vez tiene el encanto de la novedad, de lo desconocido. La segunda se puede mejorar. Y la tercera y la cuarta… Pero cuando pierdes la cuenta, las valoras sin comparación. Disfrutando de la presente y luchando por la futura. Y si las encadenas y las atas unas a otras, la siguiente parecerá una más…

Y caerás en la rutina, la mayor enemiga del amor platónico.

Y todo esto te lo digo porque no sé qué quieres que te diga a todo lo que me has dicho de Lisboa.

Y porque eres tú.






Abrumada, me armé de valor y lo solté:

- ¿Qué has querido decir con todo esto?


Me miraste muy seria, mordiéndote el labio como sólo tú sabes hacerlo, y después sonreíste:

- ¿Cuál era la pregunta?


Te miré entre condescendiente, embobada y  mosqueada:

- No te he preguntado nada…


Te levantaste a poner un cd:

- Sabes que no me gustan los fados. Los veo como las películas tristes, no me apetece que me hagan llorar porque sí…

Y empezó a sonar Lisboa, el poema de Gabriel Sopeña que cantó Loquillo.


Y te lo dije con más fuerza que nunca:

- Te voy a llevar a Lisboa


Me miraste como sólo tú me sabes mirar.  
Me sonreíste como sólo tú me sabes sonreír.


Y susurraste a mi oído:










domingo, 26 de agosto de 2012

Fotos que me gustaría haber hecho a mí (Volumen 9): Tú tan genia y yo tan bello


se promènent dans la rue deux par deux”


(Françoise Hardy, Dalí y gatito por Jean Marie Perier)



Me dices que vienes conmigo porque quieres ver la luna a mi lado. 
Estás convencida de que la luna es más bella cuando estamos juntos. 
Te digo que tengo una casa  sin vistas pero nunca me escuchas. 

Nunca me escuchas más allá de lo que quieres oír. 
Y yo te lo permito porque no puedo negar nada a quien me mira con esos ojos.

Tus ojos y la luna.

La  noche perfecta.
La noche que vimos la luna a través de tus ojos.

Vienes a ver la fiera y te la encuentras agarrada a una correa que sale de mi mano.
En el fondo, soy un gatito tras un maquillaje profesional, te digo.
Y sin que yo te lo pida, me confiesas todo lo que yo nunca te he preguntado:

¿Sabes la única cosa por la que me gustaría ser rubia? ¿Pero ser muy, muy rubia? Para poder demacrarme un día, embadurnarme los ojos de negro para que contrasten con mi pálida piel, revolver mi pelo albino, y ponerme una diadema de princesita. Terroríficamente decadente. Eso una morena no lo puede hacer igual…

Yo callo y asiento. 
Como te gusta que haga.
Tú ves una cadena que te apresa donde yo veo un felino salvaje que juega con mis ovillos de lana disimulando.

Y así pasamos aquella noche que viniste a mi lado para viéramos la luna juntos y yo sólo miré tus ojos…


BIS:


(Dalí y Françoise Hardy por Jean Marie Perier)



Disfrázate conmigo, querida mía. 
Que las apariencias y lo establecido no nos atenace. 
Seamos quien queramos ser cuando deseemos serlo,
 sin importar que nos digan que así (aquí) no podemos hacerlo…

¿Recuerdas cuando me regalaste un felino salvaje que escribía poemas?

¿Qué ha sido de él?

¿Lo sabes?



miércoles, 22 de agosto de 2012

Una noche de Agosto




"Yo quiero bailaaar toda la nocheee bailabailabailandoba bailabailabailandobáááááá"

¿Qué es esto? Despierto medio perdida con el retumbar del altavoz que hacía las veces de almohada y reposacuerpo bajo la somnolienta curva irregular en que estaba convertida sin saber muy bien cómo. 

¿Qué coño es esto? Me retumba todo en la cabeza y las luces, que alguien en un rapto de estupidez digna de la pena de muerte ha puesto seguramente sin querer en modo epilepsia, marean y dificultan mi instinto primario de saber quién soy y dónde demonios estoy.

¿Qué cojones? Sé quién soy, al menos en teoría, y empiezo a centrar el motivo por el que estoy allí. Valientes cabronas tengo por amigas, que han dejado que me sobe encima del altavoz y, para colmo, muy simpáticas ellas, parece que se ríen de mí y de mi segura cara de extrañeza tras recuperar mis constantes de humana pseudopensante desde el centro de la pista de esta infecta discoteca de verano.

Allí estaban. 
A lo suyo. 
A lo “nuestro”.

Como siempre. 

Es curioso ver este tipo de noches veraniegas desde la barrera. Da un punto de vista desconocido, diferente, más próximo a la realidad.

He fantaseado, y creo que a veces me he encontrado muy próxima a vivirlo, con tener la capacidad de salir de todo por un instante, quedarme en el sitio, pero escapar de mi cuerpo y de la situación que esté viviendo y verlo todo desde fuera, como si levitara por encima. Evidentemente esto no se lo he podido explicar a nadie porque si alguien escucha por un momento decir que levito por encima mía y las situaciones me dirá que me estoy pasando últimamente con ciertas sustancias o pensará que sigo estando tan loca como siempre. Es fantástico poder ver algo que me implica, fuera de mí, desde una distancia adecuada que dé perspectiva. Sólo se corre el riesgo de ver todo tan claro y salir tanto de una misma, que cueste volver cuando se quiere estar más pegada al terreno y a lo que toca, y despreciar terriblemente a todo lo que soy y me rodea.




¿De qué se ríen estas víboras? Estamos en la discoteca del pueblo, con ambiente festivo de Agosto y empiezan a llegar las horas en las que todas, incluidas las más feas del grupo, reciben las personalizadas babosas atenciones de todo aquel (todos) que ha pensado que ya es hora de empezar a emparejarse con alguien porque la noche se va acabando y las presas van escaseando. No es motivo de risas, más allá de parecer más risueñas y atraer (más aún) la atención de los depredadores que no han orientado aún su punto de mira.

Inevitablemente vuelvo a la realidad. 
A bailar con ellas.
A ser una más. 

Porque es lo que realmente soy, una más de mis amigas. Podría buscar algo importante de cada una que justificara mi diferencia y lo especial de mi persona, pero lo más importante es que estamos juntas, de fiesta una noche de agosto y, salvando las distancias, todas queremos pasarlo bien porque es lo que toca.

¿Qué clase de anormal está poniendo una noche de Agosto música que sonaba hace millones de veranos, cuando me daba igual y no me molestaban ciertas canciones?

Recuerdo todo lo que me ha dicho. No pasa de ser el típico cortejo de persona que se cree interesante, algo atractiva y cree poder seducir a otra con simpatía y gilipolleces varias, según disponga su pretendida víctima. Bastante original el chaval, la verdad. Conseguía tenerme pendiente y ligeramente interesada, mientras mezclaba ratos de indiferencia y momentos en los que mostraba que estaba por encima de todos esos convencionalismos del acto de cortejo. Pero no, no colaba. Yo estaba cerrada en banda por muy simpática que pudiera parecer, y sé mas de tema de lo que él pueda mostrar u ocultar por muy fácil que se lo ponga.

Todo eso pasó antes de quedarme dormida en el altavoz.
Todo eso pasó antes de ingerir alcohol como si no hubiera un mañana (Como siempre, pero como única dedicación visto lo que me rodeaba). 
Todo esto pasó antes del yoquierobailartodalanoche que me devolvió a la realidad.

Ese chico mono que perdió todos sus boletos cuando pasó aquel tipo a pedir fuego –cortejando también, por supuesto- y para hacerse el interesante le dijo que le gustaba mucho su camiseta y que cuánto tiempo hacía que Jarabe de Palo no sacaba nuevo disco…

¿Por qué sólo una de mis amigas –que ni siquiera lo dice- entiende mi actitud? Todas ven que está muy bueno, que lo rechazo, que lo desprecio, que le pongo cara de asco… Sólo ella ve normal lo que hago. Precisamente ella. Ninguna lo entiende, pero se conforman y no lo piensan más porque saben que soy un bicho raro. Una más de sus tonterías, pensarán sin duda. 

Tonterías, tonterías… 


Intentaría explicar que un tío que intenta ir de simpático no tiene porqué abarcar también la categoría de saber de todo y de interactuar con lo que sea por estar cerca mía. Un tío que confunde una camiseta de Los Enemigos con una de Jarabe de Palo merece todo mi desprecio y votaría a favor en un hipotético referéndum para que se reinstaurara la pena de muerte por ahorcamiento mientras la víctima lleva un mp3 con “DependedequeDependeBonitotodomeparecebonito” a todo trapo y en bucle hasta que un forense imparcial certificara su muerte para personas como ésta. 



¿Por qué salgo con ellas? Unas amigas que no le dan importancia a un tipo que confunde una camiseta de Los Enemigos con una de Jarabe de Palo las sitúa al mismo nivel que otras que tuve que veían más radical y trasgresor a Dani Martín haciendo el gesto de los cuernos con el mismo brazo en el que tiene tatuado “Niñato” que un simple movimiento de ojos de Keith Richards que ni siquiera saben quién es… 

Las noches de Agosto traen estas cosas. 

Las extrañas compañeras de viaje.

Rodeadas de música de otro verano y de ambiente etílico festivo aparentemente desinhibido.



Mientras, en el grupo, luce ella. Aunque no luzca, sólo yo la veo. Veo cómo me mira. Porque las chicas como ella no lucen en los grandes grupos, en las discotecas de pueblo, en las noches de Agosto. Las chicas como ella lucen a mi lado, junto a mí, y las dos lo sabemos, aunque lo evitemos porque tenemos claro que será nuestra perdición final. Preferimos adorarnos y acercarnos de mayor o menor manera, con cuidado, por miedo a sufrir una combustión espontánea si llegamos a dejarnos llevar totalmente por lo que nos pide el cuerpo. Nuestros cuerpos entrelazados no han sido concebidos para rozarse más de la cuenta las noches de Agosto.

Sé, aunque no lo haya visto, que ha sido la única que ha estado pendiente de mí mientras dormía en el altavoz. La única que se ha preocupado realmente, sin reírse por el pedo que pudiera o no llevar, y la imagen que estaba dando.

¿Por qué no me conocen y sólo me sacan para ir de fiesta? No les intereso. Si supieran la realidad de la mitad de cosas que ellas creen conocer de mí, no les gustaría tanto como amiga de fiesta. No me buscarían para que las acompañara a una discoteca de pueblo una noche de Agosto. Paseo mi carácter y voy por la vida con mi fiera que me defiende y me cuida, pero sólo sirve para protegerme de ellas, de todas ellas y de sus noches de Agosto. 

Si supieran que, digan lo que digan, nunca he sentido la necesidad de llevarme a nadie al baño de una discoteca se llevarían una gran decepción. Ellas son las reprimidas y yo la liberada, sin embargo, por mucho que lo crean, nunca he encontrado placer en llevarme a alguien a comerle la polla como una loca hambrienta en los apestosos baños de una discoteca de una noche de Agosto, ni me explico que placer se puede encontrar o que te lleva a provocar que te empotren en un urinario público presa de un deseo incontenible e insaciable alguien que tampoco soporta aguantar más lo que le pueda estar proponiendo. Me imaginan paseando siempre una tigresa de mascota, atada con una correa más leve de lo conveniente. Y que yo también soy la tigresa… 

Una tigresa que cree que la palabra empotrar se debería decir más.

¿WTF? Quiero comérmela a ella, quiero que me empotre contra el cabecero de su cama. Loca y salvaje, pero con higiene y ternura. La suciedad y la violencia la pondremos nosotras, con nuestras hambrientas mentes y nuestros inconfesables deseos.

¿Por qué sudo y estoy tan caliente? Creo que es hora de conseguir que algún pardillo de la disco me invite a algo. Es una de las ventajas importantes que encuentro de estar más o menos buena una noche de Agosto. Pasó la bajona. Estoy en la onda de nuevo.

Seguramente, si ella no se decide, acabe como más me apetece y como suelo acabar: Bajo las sábanas limpias, dispuesta a luchar contra mis ansias de comer techo o el helicóptero, relajada buscando algo en mis sueños. Sólo me joderá que en las noches de Agosto, las sábanas no suelen ser bienvenidas.


Algún día cogeré de la mano a alguien que venga a seducirme y no miraré más allá. 

Agarraré su mano y no me importará que baje conmigo a mis infiernos y arruinaré para siempre su vida. Sé quién soy y sé lo que puedo llegar a ser, y las personas que se acercan a susurrarme algo al oído una noche de agosto ni siquiera lo sospechan, y no entran en ello ni de cerca, pero algún día lo olvidaré. Y ese día dejaré de ser yo. Y aunque yo me dé cuenta y lo sufra, alguien llorará mi ausencia…

Una noche de Agosto no es para eso.

¿Qué habrá sido de Sonia y Selena?

¿Habrán muerto hace poco y por eso ponen tanto su canción?







Nota de la Editora: 

Esta historia, como pueden sospechar, está realizada en el marco de la Campaña de Telecinco "12 Meses, 12 Causas" para fomentar la lectura en Agosto. Dada la cantidad casi nula de personas que visitan cabezadeavestruz en este mes, la Dirección Editorial decidió dar vacaciones al becario que trabaja sin desmayo para que esto salga adelante, y lo mandó aislado al Convento dos Capuchos en Sintra, a trabajar en una nueva novela. Se le ha enclaustrado en una pequeña celda sin conexión a internet para que no se distraiga visitando sus páginas favoritas, tubegalore o intereconomía y se dedique en cuerpo, alma, sudor y sangre a la labor.
El ocasional lector o lectora que pase por aquí ya perdonará el descenso de nivel (ya es complicado, coincidirán con nosotras en ello) que quedará mitigado por la falta de criterio de cuantas y cuantos pasan por aquí de cuando en cuando, y por la bruma estival que de tan fresquita que es, pone los pezones en guardia para poca cosa más que olvidarse de cosas como esta.
El relato se iba a titular "Ella es un volcán" en homenaje al grupo que interpretaba la canción en los 80, La Unión, pero la Dirección Editorial de cabezadeavestruz ha caído en la cuenta de que eso de poner en el mismo texto las palabras "homenaje" y "La Unión" no cuadraba mucho... Y no nos referimos al insigne pueblo murciano...


viernes, 17 de agosto de 2012

Usted ESTÁ aquí



Miraba el panel informativo desesperada.

Perdón. Rectifico: Miraba el panel desasosegada.



El panel informativo tenía un gran mapa de la zona de la ciudad donde suponía encontrarse. Era nueva por allí y no podía estar del todo segura. No estaba del todo segura de nada. Eso le desesperaba y, a ratos, le desasosegaba. Había aprendido a vivir sin saber dónde estaba con certeza por mucho desespero y desasosiego que eso le provocara. Pero aquel panel informativo le pegó en los morros.


USTED ESTÁ AQUÍ



¿Por qué?
¿Quién era aquel cartel para decir aquello?
¿Cómo podía algo afirmar dónde estaba, si ni ella misma lo había sabido nunca?
Desasosegada, desesperada, asustada, indignada…

Respiró y antes de hacer una locura, dio una vuelta alrededor del cartel.

Miró al cielo, se miró a sí misma y volvió a mirar el cartel:



USTED NO ESTÁ AQUÍ



Quizás piensen que respiró aliviada.

No.

Se dio la vuelta y se sintió aún peor…



martes, 7 de agosto de 2012

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 27): La mirada 2.0



Se limpió las gafas concienzudamente. 


(Siempre he querido escribir algo donde incluir la palabra "concienzudamente")


Antes de ponérselas, ya me estaba mirando. 

Y sin dejar de mirarme, 
dijo algo que nunca olvidaré mientras viva:




“Si te equivocas con las palabras,
 seré indulgente. 

Si te equivocas una sola vez con las miradas,
 juro que te mataré.”




No lo he olvidado.

No sé si sigo viva, pero no he olvidado esas palabras.

Hay momentos en los que las palabras sobran porque las miradas dicen más. Y hay miradas que crean momentos que las palabras no pueden definir.

No sé si sigo viva…  ¡Mírame!


viernes, 3 de agosto de 2012

200: Carta mojada



Mi querida BEATRIZ:

Sí, ya lo sé. Hace mucho que no te escribo. 

Créeme si te digo que no es del todo cierto. 

Hace mucho que no recibes cartas mías, pero no hace tanto que te escribo. Te escribo constantemente. No puedo evitarlo, deberías saberlo. Otra historia es que me leas o no…

Te remito las siguientes palabras para contarte algo. Intuyo que es un momento en el que te vendrá bien saber de mí, y aquí me tienes. En letras, signos de puntuación y espacios. 

Muchos espacios…



HOY he vuelto a cantar en la ducha. De repente, me he sentido bien, y tras enjabonarme el pecho, me he arrancado por Bowie. ¿Recuerdas cuántas duchas nos hemos dado juntas? ¿Recuerdas lo que te gustaba que te enjabonara la espalda? 

HOY he vuelto a ducharme pensando en ti. Lo hago muchas veces. Adoro ducharme pensando en ti. La prisa y la urgencia del día a día hacen que a menudo se me olvide y me duche de manera rutinaria y rápida. Pero sabes que siempre me ha encantado mandar a tomar por culo todas esas recomendaciones sobre el ahorro de agua y disfrutar de la limpieza de tu cuerpo en contacto con el mío bajo el chorro a la temperatura ideal que nos provoca tantas sensaciones. 

Aquel jabón con olor a lavanda. Aquel enjabonar nuestros pelos rebeldes con la parsimonia de la mejor peluquería mientras nuestros pechos se rozan tímidamente, sin prisa. Ese temblar de piernas cuando nos tocamos un poco más intensamente. Esa agua recorriendo nuestras espaldas. Esa cara de intimidad que nos salía.

HOY he vuelto a cantar en la ducha. De repente, me he sentido bien, y tras enjabonarme el pecho, he cantado Heroes. ¿Recuerdas cuántas duchas nos hemos dado juntas? ¿Recuerdas lo que te gustaba que te enjabonara la espalda? 

Te lo quería contar, porque me gusta recordar el día que me dijiste que de mampara para adentro, todo era nuestro y nadie podía quitarnos esos instantes. 

NUNCA.

¿Recuerdas cuando me decías al oído que podíamos ser héroes, sólo por un día?

HOY la he cantado sola en la ducha. No he sentido tu boca susurrando, pegada a mí, pero he notado que estabas aquí. Bajo el agua a nuestra temperatura ideal.

HOY he salido sucia de la ducha. Más sucia que nunca. Tú sabes bien por qué.



Besos, te quiere, SIEMPRE,

CHRIS




B.S.O.:  Heroes (David Bowie)

B.S.O. (Bonus track porque sí...): Querida Beatriz (Pablo Carbonell)

Cuantos más nos vean, más felices somos tod@s... ¡COMPARTE!