“La televisión es maravillosa. No sólo nos produce dolor de cabeza sino que además, en su publicidad, encontramos las pastillas que nos aliviarán.” (Bette Davis)
Érase una vez, cuando no existía la TDT, una fiesta de fin de verano por la Castilla esa que de niños se llamaba La Vieja.
A la fiesta llevaban mucho tiempo deseando ir nuestros personajes, unos Programas de La 2, de los tiempos de la tele analógica.
Y cómo a esos programas de La 2 les gusta más la fiesta que a Tele 5 los de cotilleos, o programar películas de
Macauly Culkin, pues ahí que se plantaron, pertrechados con todo lo necesario para pasar un buen rato, bien aseaditos y con unas ganas locas de pasarlo como en las galas de fin de año de La 1.
Y la fiesta fue bien… ¡Qué demonios! Fue mejor que cualquier programa de Cuatro, aunque obviamente, con menos “glamour”… La fiesta tenía todo lo que querían: Risas, música, juegos infantiles, ganchitos, refrescos… Hasta medias noches con Nocilla…
Todo era ideal. Todo el mundo sabe que a los programas de La 2, aunque no lo parezca, lo que más le gusta es la fiesta. Pero la fiesta iba avanzando, y los refrescos, los ganchitos, las medias noches iban haciendo su efecto, y el cansancio y el hartazgo de la audiencia iban haciendo mella en nuestros pequeños héroes de la televisión española, hasta el punto de vivir algún momento digno de telefilme de Antena 3, o de chiste de
Matias Prats al acabar el video de alguna noticia curiosa.
El cruel share amenazaba con terminar la fiesta de buenas a primeras. Alguno de los programas optó por abandonar de motu propio antes de ser expulsado, aunque para ello diera alguna que otra vuelta por el mercado del DVD antes de desaparecer completamente. Otros, entre agresiones de la competencia, agotamiento y falta de innovación en sus contenidos terminaron por irse, aunque tuvieron a bien la dignidad de, por el bien común de la cadena, intentar rescatar alguno de los programas estrella de la fiesta para mejor ocasión por la sorpresa que suponía verlo aún en pie… Finalmente, rendidos a la evidencia de la renovación de lo audiovisual, optaron por desaparecer analógicamente, aunque con la sensación –cierta- del deber cumplido.
Pero quedaba lo de siempre. Lo que sostiene la paupérrima audiencia de la cadena: El documental de animales. El depredador seguía en pie, como siempre, sustentado en el apoyo (la mayoría de veces sólo de boquilla para quedar bien) de la gente que afirmaba sin pudor que lo veía… Pero el documental de depredadores pidió compañía al típico programa que echan de madrugada pero que no sabemos muy bien de qué va, para adentrarse en un mundo ignoto para ambos por aquellos lares: La seductora fauna de los programas nocturnos de las televisiones locales.
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(La programación televisiva de madrugada a modo de escena de "24 Hour party people") |
Allí, como bien es sabido, había de todo: Adivinos y brujas varias, vendedores de cuchillos y artículos extraños, diosas multimedia, orcos de tremebundos mundos de fantasía y mucha damisela de “apariencia” juvenil ligerita de cascos…
Los supervivientes se manejaron en el ambiente, con altibajos, con risas, rodeados de zappings y productos a la venta… Hasta que pasó lo imprevisto: Cuando la parrilla televisiva empezaba a mostrar signos de una relativa coherencia, cuando los programas empezaban a buscar su sitio en una escaleta ideal, al depredador, al documental que todo el mundo dice ver le empezaron a flaquear las piernas y empezó a quedarse sin hambre…
El programa de madrugada que casi nadie ve y que no sabemos muy bien de qué va no daba crédito. Él estaba en su terreno. A fin de cuentas, un programa de La 2 de sus características y su temática no tiene ningún tipo de pretensión, por eso aguanta ahí, pero lo sorprendente fue ver al documental fuera de onda, extraño en una franja horaria que debería dominar, simplemente por el hecho de ser quién es: El documental sobre depredadores de La 2…
Abandonaron la parrilla y emprendieron el camino del olvido bien entrada la mañana. Sólo había algo que temían dado el momento que era: Cruzarse con
Pueblo de Dios en el dominio de su franja horaria. Habría que salir corriendo y poner la Sexta para ver coches y cosas del Real Madrid, o La 1 para ver motos.
Había sido una buena fiesta, como de costumbre, pero La 2 está hecha, como rezaba el slogan, “para una inmensa minoría”…
PD: Evidentemente, el mundo televisivo no es una fiesta. Además, este post no narra nada relacionado con el mundo audiovisual...
(Homer Simpson)