martes, 30 de octubre de 2018

IX Aniversario: Los poemas que no te mandé. Año 58 D.D. (Después de Diego).


Cumplimos 9 años. 
Entramos en el décimo y en el año 58 D.D. (Después de Diego). 
Cada año que lo decimos tiene más parte de verdad: no nos imaginamos cómo hemos podido llegar hasta aquí. Cada año menos historias escritas y pero más que celebrar. Cada celebración más bestia y festiva y con menos excusa. Quizás seguimos en esto porque no hacemos más que escribir cosas, cada vez menos, con el objetivo de hacerte el poema definitivo. Este año hemos escrito menos que nunca. Pero todo es impostura. Una pose, como nos dijo una de ellas alguna vez. Somos una pose y eso nos empuja a decir que seguimos aquí porque no hacemos más que buscar ese poema que nunca te mandé.



Se lo tendríamos que agradecer a tanta gente que eso nos obligaría a escribir cosas que no son esos poemas que nunca te mandé. Que no te mandé pero que sé que los esperas aunque no me lo digas. Porque tú lees esto esperando que algún día me lance y me atreva.

Me quedo con aquella que me empujó a abrir cabezadeavestruz y que nunca me leyó. O que me lee pero nunca me lo reconocerá porque “a alguien como tú no le voy a subir el ego, no lo necesita y es lo peor que te puedo hacer”.
Me quedo con aquella que me obligaba a escribir y publicar aquí porque le gustaba tanto cada letra que juntaba que nos confundimos y nos acabamos gustando en persona.
Me quedo con la que dejó de mirarme mal en persona cuando supo quién estaba detrás de esto.
Me quedo con la que se sintió importante algún día por poder presentar a quien está detrás de estas letras como alguien que conocía antes de que existieran estas letras.
Me quedo con quien me confesó que estas letras le gustaban, le emocionaron o le turbaron alguna vez.
Me quedo con la que me confesó que estas letras le gustaban pero que tenían que salir de otro sitio diferente del que se decía que salían. O de otras personas.
Me quedo con esa que debería ser la razón de todo esto pero que ya no es.
Me quedo con aquella que decidió romper la barrera de la pantalla y darse de bruces con una realidad física que vio totalmente impostada pero que no nos maldijo por su sensación o que fue tan elegante de no decirlo y disimular.

Me quedo contigo.



Si me das a elegir, me quedo contigo.

Porque eres todos los poemas que no he aprendido a escribir y todos los que he escrito y no me atrevo a mandarte.

Porque, en cuanto te descuides, te los voy a mandar. Sólo tienes que pedírmelo...

Gracias.
SIEMPRE.

Me voy a tomar unas copas. 
Creo que me lo he ganado. 
Vente a brindar conmigo. 
Si te atreves...






miércoles, 24 de octubre de 2018

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 45): De esnifar pegamento y buscar los sueños.



Cuando era niño la policía vino a mi colegio a advertirnos de los peligros de esnifar pegamento. 
Que la policía viniera a advertirnos de algo despertó en mí la curiosidad por hacerlo. 
Evidentemente, poco tiempo después estaba enganchado a oler pegamento.

Cuando me dijeron que ya no era un niño sabía de los peligros de esnifar pegamento.
Saber de los peligros de algo no hace que dejes de tener curiosidad por hacerlo.
Probablemente poco tiempo después de tener curiosidad por algo estaré enganchado a hacerlo.

"Quisiera ser un pez para tocar mi nariz en tu pecera..."


Cuando era niño pegaba mi nariz en los escaparates porque todo lo que había dentro me tentaba.
Sentirme tentado por algo me obligaba a desearlo con todas mis fuerzas hasta poder conseguirlo.
Francamente, no he conseguido ni una ínfima parte de todo lo que he deseado desde niño.

Cuando me dijeron que ya no era un niño sabía de los peligros de no conseguir tus sueños.
No conseguir tus sueños no hace que dejes de tener ansia por conseguirlos.
Últimamente me he dedicado a escribir historias porque estoy enganchado a conseguir sueños.

Y detrás del cristal del escaparate sobran varias cosas:
Esnifar pegamento.
Los adverbios terminados en mente.
Y los sueños no alcanzados.

Solamente me queda el pegamento que une mis historias a nuestros sueños...




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