Cumplimos 9 años.
Entramos en el décimo y en el año 58 D.D.
(Después de Diego).
Cada año que lo decimos tiene más parte de verdad: no nos
imaginamos cómo hemos podido llegar hasta aquí. Cada año menos historias
escritas y pero más que celebrar. Cada celebración más bestia y festiva y con
menos excusa. Quizás seguimos en esto porque no hacemos más que escribir cosas,
cada vez menos, con el objetivo de hacerte el poema definitivo. Este año hemos
escrito menos que nunca. Pero todo es impostura. Una pose, como nos dijo una de
ellas alguna vez. Somos una pose y eso nos empuja a decir que seguimos aquí
porque no hacemos más que buscar ese poema que nunca te mandé.
Se lo tendríamos que agradecer a tanta gente que eso nos
obligaría a escribir cosas que no son esos poemas que nunca te mandé. Que no te
mandé pero que sé que los esperas aunque no me lo digas. Porque tú lees esto
esperando que algún día me lance y me atreva.
Me quedo con aquella que me empujó a abrir cabezadeavestruz
y que nunca me leyó. O que me lee pero nunca me lo reconocerá porque “a alguien
como tú no le voy a subir el ego, no lo necesita y es lo peor que te puedo
hacer”.
Me quedo con aquella que me obligaba a escribir y publicar
aquí porque le gustaba tanto cada letra que juntaba que nos confundimos y nos
acabamos gustando en persona.
Me quedo con la que dejó de mirarme mal en persona cuando
supo quién estaba detrás de esto.
Me quedo con la que se sintió importante algún día por poder
presentar a quien está detrás de estas letras como alguien que conocía antes de
que existieran estas letras.
Me quedo con quien me confesó que estas letras le gustaban,
le emocionaron o le turbaron alguna vez.
Me quedo con la que me confesó que estas letras le gustaban
pero que tenían que salir de otro sitio diferente del que se decía que salían.
O de otras personas.
Me quedo con esa que debería ser la razón de todo esto pero
que ya no es.
Me quedo con aquella que decidió romper la barrera de la
pantalla y darse de bruces con una realidad física que vio totalmente impostada
pero que no nos maldijo por su sensación o que fue tan elegante de no decirlo y
disimular.
Me quedo contigo.
Si me das a elegir, me quedo contigo.
Porque eres todos los poemas que no he aprendido a escribir
y todos los que he escrito y no me atrevo a mandarte.
Porque, en cuanto te descuides, te los voy a mandar. Sólo
tienes que pedírmelo...
Gracias.
SIEMPRE.