Tengo una amiga bizca.
Me cuesta mucho estar cerca de ella.
No puedo
mirarla bien.
Me da un poco de miedo y no sé cómo actuar.
Es raro.
Es raro lo que me pasa, pero la rara es ella.
No puedo mirar, no ya
sus ojos, sino su cara por extensión.
Es zona de peligro.
Si le miro
la boca llegaré a sus ojos y no sabré cómo actuar.
Probablemente
se me note en los ojos.
No sé cómo actuarán mis ojos al mirar los suyos desviados.
¿Se desviarán también?
Es mi amiga pero no puedo
con ello.
Por eso cada vez es menos amiga porque cada vez me cuesta
más lidiar con eso de que sea bizca.
Tanto me cuesta que por evitar
sus ojos, su cara, le miro el pecho.
Y es incluso más violento.
Porque sus tetas están muy bien.
No tiene relación.
No tiene nada
que ver que alguien sea bizca con tener buenas tetas, pero en su caso
es así.
O a lo mejor de mirarlas tanto, sus tetas cada vez me gustan
más.
Pero es malo para la gente que me ve, porque seguro que se da
cuenta.
Gente que probablemente tenga un problema como el mío con la
bizquera aunque le afecte de otra manera.
Aunque lo afronten
mejor o peor.
Que le perturbe más o menos.
El caso es que no puedo
aguantar más el poder saber si sus pezones son bizcos también o no.
No creo que tenga que ver, pero no lo he comprobado nunca.
Y cada vez
tengo más ganas de ver sus pechos y comprobar la alineación de sus
pezones.
Hay muchas chicas con pezones bizcos pero con bonita mirada.
No sé cómo serán los pezones de mi amiga bizca.
Y no puedo dejar
de mirar sus pechos.
Creo que me estoy enamorando de ella.
Porque es
bizca.