Me quisieron asesinar
cuando fui segunda en el concurso de Miss Universo. Quedé segunda y
con una amenaza de muerte. Una amenaza real, no como cuando alguien
te dice “te voy a matar” y luego nada. El mundo está lleno de
amenazas falsas. Hasta entre risas y cariños.
“Te voy a matar” le
dijo ella a él momentos antes de besarlo con todas sus fuerzas y
parar riéndose y mirándose cariñosos a los ojos.
A mí me quisieron matar
desde que se supo que soy la subcampeona del Certamen de Miss
Universo. Y no sé si podré seguir viviendo con ello. Si no puedo
seguir viviendo quizás la amenaza se quede en nada porque no llega a
cumplirse. Si yo amenazara realmente con matar a alguien, lo último
que querría es que se muriera antes de que cumpliera mi amenaza.
Algunos lo ven como un triunfo. A fin de cuentas, persiguen que esa
persona esté muerta. Pero eso no es así. Una amenaza no persigue la
muerte de una persona, si no que quiere matarla y disfruta el
trayecto hasta que la asesina. Más del trayecto que del asesinato.
Incluso mucho más de la amenaza que del fin. Como casi todo en esta
vida. El que se contenta con una muerte no provocada por él cuando
amenaza de muerte a alguien es como el barrendero que reza para que
venga el viento y se lleve lo que tiene que barrer. Se lo llevará,
pero para extenderlo más y hacer a la larga, más difícil su
trabajo. Un trabajo que persigue que aquello quede limpio. De polvo y
paja.
De paja que se hacen con
Miss Universo mientras sueñan con amenazar de muerte a la segunda
clasificada. A mí. Nadie se quiere hacer una paja conmigo.
De polvo por despecho.
Porque la campeona se cree ya demasiado buena como para follar con
cualquiera. Nadie quiere follar conmigo. Sobre todo porque no soy
merecedor del segundo puesto.
Soy un hombre que no pinta
nada en ese concurso.
B.S.O.: "Segundo Premio" (Los Planetas)
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