“Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”
(Blade Runner, Ridley Scott, 1982)
El otro día lloré hasta quedarme seco.
Te lo dije y me besaste como sólo tú sabes hacer. Inmediatamente un río volvió a brotar en mi interior. Volví a sentirme completo. Y húmedo. Sólo tú sabes besar de manera que todos mis torrentes interiores surjan del subsuelo.
El otro día intenté llorar por ti.
Te lo dije y me besaste como besas a todos. Inmediatamente mis reservas húmedas se estancaron y empezaron a oler a agua sucia y podredumbre. Me sentí seco aunque las reservas de mis pantanos interiores superaban el nivel habitual para estas fechas. Sólo tú sabes besar de manera que todos mis riachuelos interiores sigan siendo humedales poco dignos de ser visitados por nadie.
El otro día lloré por los dos e inundé nuestra habitación.
Te lo dije y estabas besando a otro, como sueles hacer. Inmediatamente busqué un salvavidas que me evitara morir ahogado. Sólo tú sabes besar bajo el agua y respirar a la vez.
Hoy he decidido llorar sólo por mí.
Te lo he dicho y has decidido que salgamos a navegar. Alta mar nos espera y tus besos salados serán el mejor naufragio.
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