Dickens de Navidad (por Charles Cuento):
-¡Oye tú! ¿Dónde vas con esa sonrisa de gilipollas?
Hace frío. Hace mucho frío. Los virus pasean exultantes en un ambiente propicio. Lejos de desfallecer, se hacen cada día más fuertes. No podemos hacer nada contra ellos. Hace frío. Los virus aman al frío. Mi negra garganta nicotinada no podrá hacer nada con este frío contra tantos eufóricos virus. Es sólo cuestión de tiempo. Odio la Navidad. Hace mucho frío.
- ¿Por qué coño vas sonriendo por la calle?La nieve cubre los hombros de su abrigo oscuro. Hay quien dice que sólo es caspa, pero es un abrigo tan antiguo que podría tratarse de cualquier cosa. Nadie se atrevería a preguntarle qué era exactamente lo que brillaba en los hombros de su avejentado abrigo. Su tez es sombría. Su mirada lejana y amenazante. Sus rasgos, afilados, no hacen pensar que tras de ellos se encuentre una persona amable. Definitivamente, no era una persona amistosa, pero eso no es demasiado importante.
- Pareces imbécil, ¿De qué te ríes?Suele pasear sin aparente rumbo todos los días a la misma hora por el mismo sitio. Es fácil seguirle la pista, pero si en algún momento descubre que le sigues, seguramente lo pasarás mal. No aparenta tener muchos amigos. No aparenta nada más allá de ser un viejo gruñón con un viejo abrigo de paño con los hombros cubiertos de algo parecido a nieve o caspa.
- ¿Hay algo que te obliga a reírte solo? ¡Agacha esa cara de tonto! No tienes motivos para ser feliz.
Siempre compra el ABC en el quiosco más próximo a su casa. Todos los días. Aunque haga mucho frío, como hoy. Hay quienes piensan que lo compra porque es de derechas, pero están equivocados. No se le conocen afiliaciones políticas. No hay nada en su comportamiento que pueda darnos una pista de sus valores personales en cuestiones políticas más allá de su compra habitual del ABC. Hace mucho frío y el compra el ABC. Lo compra porque es el periódico que más esquelas tiene en su interior, aunque hay quienes piensan que lo compra por ser de derechas.
- ¿Es que no te das cuenta de que todo es una vulgar mentira?Tiene un acento inglés muy acusado. Su figura me da cierto respeto. Miedo casi, si no se tratase de un anciano. No sé muy bien a qué viene todo esto pero me veo increpado por un anciano angloparlante, malhumorado y siniestro, sin venir a cuento y sin capacidad de respuesta. ¿Por qué me acusa de ser feliz? ¿Por qué le molesta mi sonrisa? Odio la Navidad, pero parece que a él, mi cara le sugiere lo contrario. ¿A quién coño le importa si odio o amo la Navidad? ¿Quién es ese viejo para echarme en cara si voy por la calle sonriendo o llorando? Acelero el paso. Si algo he aprendido con los años es que lo mejor que se puede hacer para evitar problemas es huir de ellos. Entierro mi cabeza bajo tierra una vez más.
- ¡Niñato gilipollas! ¿No ves que te estás dejando llevar por una mentira tramposa y repetitiva? ¿No ves que todo está planeado por los Centros Comerciales para que gastes sin medida? ¿No te das cuenta que tu vida es igual de desdichada que el mes pasado?
No sé que le habrán contado a este pobre viejo, pero no me apetece contestarle. Odio la Navidad, pero parece que él piensa todo lo contrario. No me apetece sacar la cabeza a la superficie. Espero pacientemente que pase el chaparrón. Es curioso el mundo bajo la superficie. Ahora entiendo porqué entierro la cabeza bajo la tierra tan a menudo: No sólo trato de huir, también veo una realidad subterránea muy interesante.
- ¡Saca la cabeza y enfréntate a mí, cobarde!No tengo el menor interés en tener una discusión sin sentido con un viejo tan siniestro. No tengo interés en intentar excusarme por algo que no sé muy bien qué es. Empujo la cabeza más abajo. El mundo subterráneo es fascinante. Si alguna vez tienes posibilidad, no lo dudes, mete la cabeza bajo tierra y verás maravillas inesperadas. Un duendecillo fantasmagórico me llama y me dice que vaya a con él a ver mi pasado. No me interesa. Ray Loriga dice en “Tokio ya no nos quiere” que “la memoria es el perro más tonto, le tiras un palo y te trae cualquier cosa”. No tengo ganas de viajar al pasado.
- ¡La Navidad es una gran falsedad!Al rato de irse el duendecillo que me quiere llevar al pasado, aparece otro, más moderno, con interés de llevarme al futuro. Yo, aunque ferviente seguidor de Woody Allen que una vez dijo que "me interesa el futuro porque es el sitio donde voy a pasar el resto de mi vida", decido pasar también de él. Nunca me he fiado demasiado de los duendecillos fantasmagóricos. Y menos si me quieren llevar con ellos.
- ¡Deja de reírte y sé un hombre! Aparece un tercer duendecillo. A éste ya lo veo venir. Será el de las Navidades Presentes. Le podré preguntar qué ocurre por aquí arriba, por encima de mi cuello. Me dará respuestas a todo lo que me está pasando. Me ayudará a afrontar el futuro con entereza, conociendo mi pasado. ¡Ven a mí, fantasma de las Navidades Presentes! ¡Sácame de esta pesadilla!
No es quién espero. Es un duendecillo publicitario. No hace otra cosa que despistarme de lo ridículo que es mi situación. Estoy huyendo de un viejo siniestro y no se me ha ocurrido otra cosa que meter la cabeza bajo tierra. La gente por la calle sólo ve a un imbécil con la cabeza bajo tierra y al lado a un viejo siniestro pegándole voces. Sólo espero que no sea el señor Scrooge. Sólo quiero que esto no le sepa nunca nadie. Sólo espero que pasen estas fiestas sin que me pase nada por meter la cabeza bajo tierra. Sólo quiero tener valor para enfrentarme al Señor Scrooge aunque me amenace con las esquelas del ABC. Sólo espero encontrar otro tipo de duendecillos.
- ¡¡Odio la Navidad!!
Ya nos habíamos dado cuenta, Señor Scrooge, pero déjeme sacar la cabeza de una vez, que esto está empezando a ser bastante ridículo. Aunque en estas fechas esté permitido casi todo.
http://www.youtube.com/watch?v=mj6Mz_bIU5k
ResponderEliminarLas veo y subo a...
ResponderEliminarhttp://www.goear.com/listen/35de9cb/A-funfun-a-fanfan-siniestro-total