jueves, 27 de septiembre de 2012

Papeles arrugados y publicidad engañosa




En un folleto publicitario se puede leer algo así como que la redacción de cabezadeavestruz es un espacio muy agradable y bien preparado para el buen desarrollo de la creación de relatos, juntar letras, exponer ideas, derramar sueños y vomitar estupideces periódicamente en este espacio en el que te encuentras tú ahora mismo. Intentamos crear un mundo tipo a las oficinas de Google donde más que trabajar parezca que se viene a pasar un buen rato, pero nos quedó todo un poco más cutre, como viene siendo el estilo habitual de la casa. Pero no por ello dejamos de cuidar los pequeños detalles: Posters motivacionales con gatitos y bonitos paisajes, el hilo musical permanentemente conectado a RadioOlé y las máquinas de refrescos y aperitivos siempre están convenientemente surtidas de productos de marca Día. Esas pequeñas cosas que hacen, como las pequeñas canastas de baloncesto para que tirar cosas a las papeleras sea más chuli y nuestras esclavas escritoras tengan la sensación de que hay buen rollito por parte de la Dirección. 

Esa es la publicidad, aunque todas sepamos, interiormente, que es maquillaje del barato para esconder el horrendo rostro del terrible monstruo que está al mando de este insípido e insustancial espacio de letritas que visitas de vez en cuando…




En una de sus incursiones nocturnas buscando comida, el terrible personaje en cuestión, rebuscando en las papeleras que se han convertido en sus principales surtidores de alimento desde que su sociopatía se agravó hasta el límite de no poder salir a cielo abierto ni soportar la luz directa en su cara, encontró tras el envoltorio de un pastel de extraño sabor cuya textura indicaba que no había sido bien deglutido, un papel con trazas de lo que parecía ser chocolate. Y digo parecía porque con ese olor seguramente no lo era…

Tras lamer todas las manchas pseudochocolatácticas de aquel papel que era un folio arrugado, del modo que lamen los humanoides en los que el hambre llegó un día a un extremo que hizo que se borraran de su cerebro cualquier residuo que quedara, si alguna vez lo hubo, de archivos mentales donde se guardaban las mínimas normas de urbanidad y buenos modales a la mesa, nuestro espécimen se percató de que había algo escrito y no pudo menos que volver a rechupetear todo el folio no fuera a ser que la tinta también fuera alimenticia.

Terminada de manera frustrada la operación de succionar todo el alimento que pudiera haber en la tinta de aquel folio, y previamente al razonamiento de que la celulosa también alimenta, la curiosidad se abrió un hueco entre la gula que motivaba cualquier movimiento del Director y tras dar varias vueltas al papel ante sus ojos, cual chimpancé con graduado escolar, empezó a descifrar lo que aquellos símbolos querían decir:





El sonido del papel arrugándose entre las zarpas del Director me estremeció. Era el mismo papel que yo había arrugado unas horas antes porque no estaba muy contenta por cómo me había quedado la carta. Sentí en ese momento cómo se revolvía nervioso el hámster que alojo en mi recto desde aquella extraña noche de Noviembre del 97. 

Me asusté con razón. 



Ahora que me doy cuenta no me he presentado:

Soy una redactora esclava de cabezadeavestruz. Desde que llegaron los recortes a mi vida, no me puedo permitir más que dormir a escondidas en este pútrido rincón de la web. Las incursiones del monstruo las tengo controladas y casi ni me perturban. Pero creo que hoy está más furioso que nunca y huele mi miedo. 

He cometido el error de dejar rastros que confirman que escribo pensando en ti. 

Y escribir pensando en ti me va a matar.





B.S.O.: "Para ti" (Los Toreros Muertos)

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