jueves, 15 de mayo de 2014

Epílogos que prologan

 



- Por fin me coges el teléfono. ¿No quieres hablar conmigo?
- Después de aquello… No mucho, la verdad.
- ¿No vas a olvidarlo nunca?
- Es imposible. Lo que hiciste no se puede olvidar nunca. No quiero hablar ¡Sal de mi vida! Dime lo que quieras, te escucho y no vuelves a llamar, ¿Entendido?
- Te llamo para… Hazte las pruebas.
- ¿Qué coño dices? ¿Sigues empeñado?
- Hazte las pruebas, por favor, no me hagas sentir así.
- ¡Déjalo ya!
- Luego no me hables más, me olvidas si quieres… Pero tienes que hacerte las pruebas, por favor.
- Voy a colgar. Que te quede claro: Yo NUNCA me he acostado contigo. ¡Olvídalo ya!




Ella colgó el teléfono. 

Él se quedó unos segundos confuso con el auricular en la oreja. Después colgó también y pensó que quizás era el momento de contratar otra compañía telefónica que le diera menos problemas.



B.S.O.: "I just called to say i love you" (Stevie Wonder)

lunes, 5 de mayo de 2014

Crónicas del aftersun (O el enésimo sueño en el que vi cómo Mario Benedetti ponía aftersun a Nacho Vegas)




Mi táctica es
quedarme en tu recuerdo
no sé cómo, ni sé
con qué pretexto
pero quedarme en vos”

Mario Benedetti)


No soy un buen deportista. 

Mi cuerpo, del que tanto hablas a veces y al que tanto te aferras cuando estamos cerca, puede dar buena fe de ello. No me gusta perder. Ni siquiera sé comportarme en las victorias. Supongo que soy un simple jugador, pero quiero que el juego siga reglas que no tengo escritas. Soy un jugador al que le gusta cambiar las reglas a su antojo cuando sospecha que el desarrollo del juego no le convence del todo, o siente la amenaza de la derrota o de un final no esperado. Aquello de “en mi casa jugamos así”, pero fascinado por el tablero de juego que representa tu cuerpo. Me aterra pensar que disfruto tanto tu presencia porque siento pavor y un miedo infinito con tus ausencias.

No quiero vivir con miedo. Aunque ese miedo sea irracional. Ese miedo que te empeñas en convencerme de que no existe. Pero que es inevitable que lo sufra. Está en mi naturaleza, pero sobre todo es por la tuya.





Yo me pregunté a mí mismo,
sólo a un paso del abismo,
cómo voy a vivir
cuando te canses de mí”

Nacho Vegas)


Miedo a que te olvides de mí. Miedo de que me cambies por algo. Por una fascinación. Por un amor de verano. Por un calentón estival.
Por alguien que te comprenda mejor que yo (Aunque sabes que eso no existe).
Por algo que tenga una polla más grande que la mía (Aunque sabes que eso no es tan importante).
Por alguien que huela mejor que yo (Aunque sabes que mi olor es mío y los sucedáneos sólo son eso, sucedáneos).
Por alguien que folle mejor que yo (Aunque sabes que yo follo como tú quieres que te folle).
Por alguien que te recuerde que eres tú (Aunque sabes que conmigo puedes ser más tú que con nadie).
Por algo que ni siquiera tú te explicas (Aunque las explicaciones a mí siempre me han parecido excusas condescendientes).
Por algo que es lo que tú necesitas (Aunque nunca sepas lo que necesitas, sólo lo que no necesitas y que a veces se mezclan sin pudor, para discriminarlo en la resaca del día siguiente).
Por no estar en el momento adecuado en el sitio adecuado (Aunque nunca sepas dónde vas a estar al minuto siguiente).


(Storm Thorgerson)


Entiendo que no soy lo mejor que puedes encontrar. Pero sí lo seré siempre. Soy un corredor de fondo. Cuando todos se cansan, allí sigo yo, a mi ritmo. Al ritmo que tú me marcaste aunque ahora te canse mi falta de reprís. Te fascinan y te fascinarán siempre todos los velocistas pero, por mucho que te engañes, no llegarán al segundo kilómetro siendo los mismos. Están concebidos para brillar en la distancia corta, para fascinar con sus relámpagos de velocidad, con su imponente planta de pasada fugaz. Y ese es tu punto flaco. Los ves una y otra vez y siempre piensas que van a ser los maratonianos que esperas. Que esa chispa y explosión se puede mantener toda la distancia que tu quieres. Pero cuando pasan 400, 800 o 1500 metros ya no son así. Pero vuelves a caer una y otra vez. Los ves en los tacos de salida tan musculosos y bien formados. Tan perfectamente esculpidos para tus antojos. Tan máquinas engrasadas... Que crees que son así siempre. 

Y lo piensas una y otra vez. Y vuelves a caer cuando la carrera se alarga. Y miras atrás y allí sigo yo, corriendo a mi ritmo. Como el corredor de fondo que disimula sus carencias como atleta.

No soy un atleta. No soy un velocista. No soy siquiera un deportista. Pero puedo correr (o por lo menos andar) mundos por ti. Aunque tú te alejes de cuando en cuando en los brazos de fascinantes atletas musculados que seguramente hagan más trampas que yo… 

Aunque tú todavía no lo sabes…
Y cuando lo sabes, miras atrás…
Y encuentras al que se come mundos por ti…





B.S.O.: Cuando te canses de mí (Nacho Vegas)




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