martes, 23 de julio de 2013

Otra noche sin dormir (Volumen 19): El sms de Holly Golightly



Anoche, de madrugada, recibí un sms. ¿Quién coño manda sms a estas alturas de la película? Evidentemente, al no estar habituada ya a recibir sms, no tenía silenciado el móvil para ello y sonó un pitido que seguramente despertó a todo el vecindario. 

Cosas del verano, del retraso en todas las actividades vitales y de las ventanas abiertas. Entra el olor del guiso de colifror a destiempo ¿Quién coño cocina coliflor a estas alturas de la película? por la misma ventana que oigo gemir a esa vecina a la que me encantaría ser yo quien le estuviera comiendo el coño de esa manera tan espectacular o que tanto parecía que le estaba volviendo loca. Creo que si esos gemidos no entraran en casa de la mano del olor al guiso de coliflor y del sonido los programas de tarot de otros vecinos, probablemente estaría masturbándome de manera irresponsable, soñándome entre las piernas de mi vecina. Y digo de manera irresponsable porque con este clima dejarse llevar por los deseos primarios conlleva un calentón y unos sudores que suelen hacer que no vuelvas a dormirte, por incomodidad térmica, en toda la noche. Incomodidad por el calor que lleva al insomnio, que conduce inevitablemente a volver a masturbarte porque, ya puestas, por un poco de calor y sudor más, y ya que no puedo dormir... 

Y se convierte todo en la típica noche cíclica cuando los termómetros no bajan de cierta temperatura y recalientan un termostato interno que ya de por sí nunca baja ni en los inviernos más fríos.



Anoche, de madrugada, aún sin haberme masturbado, como chica responsable a finales de Julio, recibí un sms. ¿Quién coño manda sms a estas alturas de la película? Pero, sobre todo, ¿Quién coño manda sms a esas horas de la noche un día de diario? Antes de que me abrume la potencia literaria de la combinación “día de diario” y que me vuelva a invadir el deseo de comerle el coño a la vecina que gime todas las noches como si se fuera a acabar el mundo (Que por otro lado es como hay que enfrentarse al sexo, con la total y completa conciencia de que se va acabar el mundo) tengo que confesar que me sorprendió mucho la remitente. En honor a la verdad, supuse que se trataba de un virus o de algo raro que le pasaba a mi smartphone. El sms venía de una tal Holly Golightly, que puede significar muchas cosas. Para mí es el nombre de la drag queen del bar de pollas en cabeza, camareros buenorros y actuaciones desenfadadas (en la definición que le da mi prima la desenfadada, esa que siempre está dispuesta a una buena fiesta con tal de dejar a su marido y tres hijas en casa con cualquier excusa que valga para demostrar que ella es la más lanzada y desacomplejada de todas las mujeres que conoce en el mundo mundial) al que fui pseudo obligada para celebrar mi segunda despedida de soltera. Para las más modernas de hoy en día es el nombre del personaje que interpreta Audrey Hepburn en Desayuno con Diamantes y del que tienen un cuadro en la pared aun sin saber más allá que se trata de Audrey y de la película aquella. Para otros es el nombre en clave de una importante espía rusa que jugó un papel fundamental en la segunda guerra del golfo y de la que casi nadie sabe nada. Ni siquiera yo que la estoy nombrando. En fin, Holy Golightly, lo que me recordó que ya he celebrado tres despedidas de soltera y todavía no me he casado, cosa a la cual no encontraría mayor problema si no fuera por la insistencia de mi madre en que se me va a pasar no sé qué de arroz y demás, porque no me atrevo a contarle que no creo en el matrimonio y que si algún día pasara por ese aro, seguro que no sería de blanco ni por la iglesia como ella sueña, y que probablemente no tendría a ningún chico apuesto a mi lado.


Holly Golightly


Anoche, de madrugada, mi vecina decidió que tras una primera sesión de aparente buen sexo, no se había acabado aún el mundo y debía ir a por más. Los televisores desde donde salían los sonidos inquietantes de los programas de tarot de madrugada fueron apagándose como la llama del fuego que calentaba el guiso del coliflor, y dieron paso a alguna teleserie en versión original, probablemente de mi vecino el pajillero, el que tantos días mi miraba el escote con deseo y que seguro ya habría terminado de masturbarse con los gemidos de mi querida vecina a la que me encantaría comerle el coño. Quizás el pajillero fantasee mientras se masturba escuchando los gemidos de mi vecina que realmente esos ruidos salen de mí, de la chica del escote que tanto le perturba cuando se cruza con él. Quizás. A lo mejor esto sólo sea un pretencioso deseo no deseado, donde mezclo en mi cabeza la satisfacción de sentirme admirada y anhelada con la repulsión de sentir que habito en los sueños húmedos de un personaje tan sudoroso como mi vecino el pajillero.

Anoche, de madrugada, leí el sms que me había enviado Holly Golightly y me entraron mil calores que sumar a los que ya tenía por los gemidos de mi vecina y por la sensación que me recorría la espalda que me indicaba que mi vecino el pajillero se la estaba cascando pensando en correrse entre mis tetas. Leí el sms y estuve a punto de sentir que la irresponsabilidad de masturbarse en una noche de finales de Julio tan calurosa era algo inevitable que no podría eludir por más fuerza que hiciera y por más cerebral que me pusiera, ya fuera volando a comerle el coño a mi vecina, o dejando que mi vecino el pajillero se masturbara y corriera encima mía. No. Hice una mueca de respulsión imaginando la caliente corrida y forcé a mi cabeza a volar hacía la entrepierna de mi vecina que ya parecía saciada y silenciosa y leí en voz alta el sms:


“Follarte es la mejor cosa que me puede pasar en la vida. 
Aunque para ti puede ser la peor cosa de tu vida. 
Besos, te echo de menos y sabes lo tenemos pendiente.”


Así. A pelo. Sin abreviaturas típicas ni aparentes ni llamativas faltas de ortografía.

¿Quién era? ¿Quién se ocultaba tras el nombre de Holy Golightly? ¿Quién coño conocía mi número y me mandaba un sms a esas horas un día de diario? ¿Quién cojones pensó que escribir “un día de diario” era aceptable? ¿Quién sería el siguiente que pasaría por el coño de mi vecina antes de que tuviera el placer de comérmelo como si se acabara el mundo? ¿Quién apaga los programas de tarot de su televisión cuando se necesitan?



Acalorada y turbada (que no masturbada, increíblemente aún, dadas las circunstancias) le di a responder. Sin saber quién era. Sin saber qué era. Sin sentirme en mí, más allá de relamerme porque casi sentía el sabor de mi vecina en mis labios, le di a responder.

Me puse la mano derecha entre las piernas y con la izquierda dejé caer el móvil para acariciarme a gusto. El móvil hizo bastante ruido al caer. Era tarde y todo el vecindario se habría sobresaltado, pero, al menos, era un ruido aislado, sin olor a guiso de coliflor, sin gemidos de orgasmo de mi vecina, ni payasadas engañabobos de tarot de madrugada. Ya estábamos sumergidos en el silencio y la luz de la pantalla del smartphone se apagó. 

Se apagó y no puedo leer lo que respondí.
Quizás esa, ya sea otra historia...



(Continuará. Quizás...)





jueves, 18 de julio de 2013

18 de Julio: ¡Viva Franco... Battiato! (Recopilación de probabilidades)


Probablemente tenga cosas muy raras en mi interior.
Probablemente hasta el mediodía no haya sido consciente de que hoy es 18 de Julio.
Probablemente sea debido a que puedo permitírmelo porque a día de hoy no existe -aparentemente- una ley de vagos y maleantes.
Probablemente haya mucha gente hoy con ganas de celebrar cosas.
Probablemente también habrá gente que al leer la palabra probablemente al inicio de la historia haya mandado de paseo su mente a una canción de Maná, pero probablemente seguro que si sigo pensando en esto me odie a mí misma más de lo que ya lo hago...





Esta es la única línea de este texto que no va introducida por el adverbio probablemente: Tengo cosas raras en mi interior, sobre eso no hay muchas dudas que expresar y hoy es 18 de Julio: ¡Viva Franco Battiato!


Fuente: forfiesta.tumblr.com 


Probablemente siempre seré un nómada por tu cuerpo aunque siempre haya necesitado en secreto que seas mi centro de gravedad permanente.
Probablemente te venga a buscar cuando pase la estación de los amores, aunque sólo sea por el inmenso placer de verte danzar.
Probablemente no sea capaz de ver cómo enarbolas la bandera blanca cuando pida clemencia.

Pero, sobre todo, probablemente tú no estés leyendo estas líneas y eso sea motivo más que suficiente para terminarlas antes de sangrar demasiado.


Seguramente no sea buena idea escribir pensando en ti...




B.S.O. I: Se me olvidó otra vez (Chavela Vargas)
B.S.O. II: Escuchen algo de Franco Battiato más a menudo, verán como se sienten mejores personas...





martes, 9 de julio de 2013

Fotos que me hubiera gustado hacer a mí (Volumen 12): La mujer dentro del robot de Metrópolis

Hay fotos que nunca querría ver.



Acabo de descubrir que dentro del robot de Metrópolis había una mujer. Más que acabar de descubrirlo, acabo de ser plenamente consciente de ello. Es parecido a aquello de darse cuenta de algo aunque siempre hubiera estado presente y no me hubiera parado a pensarlo. Cuando te dicen tu mujer ya no te quiere y empiezas a ser consciente de que ya lo sabes y que siempre lo has sabido. Son esos momentos extraños que llegan cuando llegan. Yo he visto la foto y acabo de descubrir que dentro del robot de Metrópolis había una mujer. Ahora me da más miedo que antes. Estuve muchos años enamorado de ese robot porque era maravilloso, aunque como dirían en La Rosa Púrpura de El Cairo, es de ficción pero no se puede tener todo.


Hoy me aterra pensar que dentro del robot había una mujer. Estoy acostumbrado a conocer mujeres que dentro tienen un robot y son miedos con los que he aprendido a vivir. Pero al contrario me produce verdadero terror.


Voy a buscar esa foto tras las cámaras para descubrir de una puñetera vez qué es lo que hay dentro de mí...






miércoles, 3 de julio de 2013

Es el fin del mundo tal y como lo conocemos (Y me siento bien)




Año 2021:
De entre los escombros de donde el mapa digital indica que estaba antes la discoteca Pachá de Madrid, un evolucionado cyborg último modelo con piernas de carnero y cabeza y cuello de Mónica Bellucci, encuentra y se guarda en su bolsa tipo marsupial de la espalda un extraño material que contiene trazas de madera, tinta de calamar y carne de caballo, para que nadie lo vea.





Tras recogerse en un dispositivo portátil en los que se distribuye el arte en pequeñas dosis por el ridículo precio de unas moléculas de oxígeno manipulado por pulmones humanos, en la oscuridad de la proyección de la trilogía de Chiquito de la Calzada (Aquí llega Condemor, el pecador de la pradera, Bracula: Condemor II y Papá Piquillo) revisa su última captura recibiendo en el hipotálamo la descarga de una extraña melodía que, de no ser porque vendió sus recuerdos cuando no tenía con qué afilarse las uñas, le recordaría a una tonada de finales del siglo XX: It's the End of the World de R.E.M.


It's the end of the world as we know it
It's the end of the world as we know it
It's the end of the world as we know it and I feel fine


El google translator que tiene instalado de serie en su pupila izquierda le manda las señales de lo que pone en aquel objeto que parece ser un papel con un texto en él:



Cambio de canal. Un informativo da paso a los deportes. Reconozco rápidamente el engaño habitual de decir “deportes” cuando lo único que me van a contar es qué le duele a Cristiano Ronaldo, cómo de bueno es ser del Real Madrid, entender que el fútbol es Dios sobre todas las cosas y, depende del día, obligarme a ser feliz y estar muy contento porque alguien que casualmente ha nacido en el mismo país que yo, ha ganado algo por ahí o, aún peor, no ha ganado porque no lo han dejado y hay una conspiración judeo-masónica contra él por ser español y porque el mundo mundial tiene envidia de todo lo que huela a rojo y amarillo. Soy español: ¿A qué quieres que te gane? Retumbó en mi cabeza mientras en otro canal el Ministro de Hacienda balbucea extraños mensajes desde su cara de Montgomery Burns para explicar como unos altos técnicos con infinitos conocimientos económicos se equivocaron con un DNI que sólo tiene dos cifras, el catorce, y con un nombre tan común y con tantas posibilidades de existir varios iguales como es Cristina Federica Victoria Antonia de la Santísima Trinidad de Borbón y Grecia. Decido buscar algo de porno y acabo dando con otra cosa más digna de disipar cualquier posibilidad de erección: En España no existe el DNI número 13 por respeto a la superstición.  



Muerto de miedo intento wasapearte pero recuerdo que me tienes bloqueado. Lloro pensando en el momento en que te conocí, en aquella manifestación, en los posteriores meses admirando tu lucha en las redes sociales donde colgabas indignada todo tipo de enlaces, noticias y denuncias sobre un mundo que se derrumba y por el que no nos movemos. Grito de rabia sin llegar a creerme todavía que apostaras por el -según tú- injustamente segundo clasificado en aquel Gran Hermano y qué actitud de desprecio y de rebeldía ante las injusticias te hizo tomar aquello. Retuiteo aquel vídeo que colgaste, con la banda sonora de El Circo del Sol de fondo, que está lleno de frases de Paulo Coelho y de enseñanzas para una vida que todos deberíamos tomar como dogmas de fe y patrones de conducta. Maldigo todos aquellos “me gusta” que puse a discreción cada vez que ponías algo en el Facebook para hacerme notar y que supieras que me interesabas mucho y quería ligar contigo. Desconecto internet de casa y del móvil, y me dedico a darle a todos los comerciales de líneas ADSL y telefonía, el número de Galería del Coleccionista cada vez que me piden un teléfono de contacto para realizarme el cambio de línea.

Vuelvo a llorar con rabia y pienso que todo lo que me pasa me lo tengo bien merecido por haber ido a aquel concierto de Dani Martín sólo por sentirme cerca de ti, y haber comentado en tu círculo que Fito es el rock más auténtico que hay y había existido nunca. Me pongo en modo autista y frente al espejo pronuncio aquello de “he visto alguna de las mejores mentes de mi generación convertidas en pretenciosas personas que creen reinar en principados minúsculos sólo por haber ejercido alguna vez el derecho de pernada y haber sentido algún bufón reírle las gracias, empezar a estar cerca del fin y mirar con envidia a los capullos no que habíamos florecido por aquel entonces.”

Comprendo que casi todo está perdido y que he llegado al final sin explicarme aún como Laetitia Casta no ha dejado de estar buena a estas alturas de la vida. 

Y llega el fin:
Es el fin del mundo como lo conocemos.
(Y me siento bien).





El cyborg notó una alteración en su interior. Miró en su wikipedia adosada al riñón derecho y la respuesta le llevaba a algo preapocalíptico llamado sentimientos que en aquellos tiempos podría llegar hasta provocar la emisión de líquidos por los conductos de visión. Destruyó lo encontrado y disimuladamente pensó (algo prohibido para él) que no estaría mal sentir aquello de que el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos. No sabía qué significaba “mundo”, “derrumba” ni “enamoramos” pero podía vivir con ello. Su último software traía de serie poder hacer y decir cualquier cosa aún sin saber qué significa la mitad de lo que dice u oye, a emulación perfecta del españolito de a pie de toda la vida. Rozó su cuello como solía hacer muy a menudo cuando no le miraban, porque le provocaba algo muy placentero que no estaba dentro de ningún parámetro en su educación y programación personal, y mientras a Chiquito de la Calzada se le escapaba una lagrimita en la pantalla decidió hacer lo que llevaba mucho tiempo pensando hacer:
No volver a poner ningún “me gusta” en el facebook. 

Aunque ello supusiera el que llegaba el fin del mundo tal y como lo conocemos.




B.S.O.: "It´s the end of the world" (R.E.M.)

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