jueves, 20 de septiembre de 2012

Otra noche sin dormir (Volumen 15): Volando voy, volando vengo...




Llegaste a lomos de un caballo blanco.
Me cogiste de la mano y salimos volando por encima de nuestras cabezas, que se quedaron allí abajo.

- ¿Qué haces en un caballo blanco? Creía que no te gustaban…
- A ti tampoco te gusta que te coja de la mano y ahora estamos volando.

No supe qué decirte. Tenías la habilidad de conseguir que mis argumentos parecieran siempre estúpidos si los comparaba con la lógica de las cosas que imperaba siempre que me mirabas fijamente a los ojos.

(FOTO: Maia Flore)



Me contaste una historia sobre los últimos pendientes que te habías comprado que no recordé, ni siquiera en el momento en el que me la estabas contando. Me pasaba eso a tu lado. Quizás, porque ni siquiera tenías orejas.

- Se está bien aquí arriba, ¿Dónde me llevas?
- Vamos donde tú quieres ir. No te has dado cuenta de que todo esto es un bonito sueño…
- Yo nunca sueño dormida.
- Estabas teniendo una pesadilla y el mejor antídoto contra las pesadillas son los sueños bonitos.
- Pero, ¿Dónde me llevas?
- Me estás llevando tú…

No supe qué decirte. Pero agarré tu mano con tanta fuerza que tus anillos se engancharon en el piercing de mi pezón derecho.  En ese preciso instante me asusté porque pensé que mi madre se enterará algún día que tengo un piercing en el pezón derecho y no le gustará. Tú siempre quisiste tener un piercing en el ombligo, pero te ocupas demasiado de cogerme la mano a lomos de un caballo blanco como para tener tiempo para hacértelo.

Me señalaste abajo y vi una ciudad preciosa. No era París, ni Londres, ni Roma. Estuve tentada de contarte aquello tan manido de que Roma es Amor al revés, pero me contuve porque no sabía qué estábamos sobrevolando.

- Ahí está tu casa.
- No… No lo parece.
- Esa es tu casa desde el aire.
- Mi casa eres tú.

El caballo blanco relinchó haciéndonos perder la estabilidad. Me miraste enfadada mientras apretaste aún más mi mano entre las tuyas.

- A Mario no le gusta que digas esas tonterías.
- No es ninguna tontería - dije suponiendo que “Mario” era el nombre del caballo blanco sobre el que íbamos volando y que acababa de relinchar violentamente haciéndonos perder la estabilidad.
- Tú nunca dices tonterías, pero nunca dices lo que quiero que digas.
- ¿Quién es Mario? 
- Vete a la miEEEErda…

Me miraste enfadada. La “e” en mierda había resonado en mi cabeza más fuerte que el relincho de Mario. Seguramente, una chica como tú habría puesto Mario a su caballo blanco por alguien como Mario Benedetti, como Mario Camus, como Mario Vargas Llosa… Pero por un instante terrorífico pensé que podría ser por Mario Casas y sentí como me caía de Mario y me soltaba de tu mano.

- Eres imbécil, te vas a caer.
- No, estoy agarrada a ti. Y tú no me sueltas.
- Como sigas pensando esas cosas lo haré.
- No quiero.
- Yo tampoco, pero tendré que hacerlo…

No supe qué decirte. Empezamos a bajar y me preguntaste si quería carne o pescado para aterrizar. Te dije que contigo pan y cebolla y Mario terminó por rebelarse y nos soltó de su grupa. 




Aquello fue lo más bonito de la noche. Tú y yo abrazadas. Intensamente. Cayendo de las alturas sin mirar al suelo. Mirándonos a los ojos sin poder apartar la mirada. Me abrazaste aún más fuerte y supe que no me iba a pasar nada, aunque fuera una extraña e ilógica fantasía. Una fantasía de las muchas que habían hecho de tu vida algo peor desde que me conociste. Tú, que echaste los dientes de leche demasiado tarde, cuando ya sabías que el Ratoncito Pérez no existía, aunque sigues fantaseando con unicornios.

- ¿Aterrizamos allí?
- ¿Dónde?
- Donde tú quieras, por eso te pregunto…

No supe qué decirte. Me besaste como siempre me has besado y sentí que me odiaste como siempre me has amado. No quería decir más porque íbamos a algún sitio mejor, seguro. 


Después de todo esto, me diste un beso de buenas noches que me supo a gloria. Un besazo de amor sincero durante el que no me importó nada de lo que pasara más allá de tus labios comiéndose los míos.  

Y con los ojos cerrados, me dejaste en la cama y me dormí…





B.S.O.: ..."Por el camino, yo me entretengo"

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