jueves, 22 de diciembre de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 43): Necesito dinero para comprarte algo por Navidad.




Acabo de llevar a una tienda de empeños de Las Vegas la historia inconclusa de nuestro amor. 
No puedo hacer nada con ella. 
Me piden un buen final o, al menos, que tú des la aprobación a su venta. 
No sé qué será más difícil de conseguir.

Ahora no tengo dinero para volver desde allí. 
Tampoco a dónde. 
Pero me preocupa más el dinero.
Y no saber qué hacer con esta historia que ni me quieren comprar...




jueves, 24 de noviembre de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 42): Macedonia sin ti.




Recuerdo que una vez quise ser Macedonia. No el postre de frutas sino el país. Pero no se dio. Como tantas cosas en mi vida. Quise ser Macedonia. Sin saber que tenía que ser la Antigua República Yugoslava de Macedonia por un acuerdo con Grecia a la hora de denominarse en los diferentes organismos internacionales. El caso es que quería ser Macedonia y no supe ni ser yo misma. Y así me luce el pelo. Que lo sigo teniendo sucio y con las puntas abiertas. Aunque eso no debería importar en el caso de llegar a ser Macedonia. O la Antigua República Yugoslava de Macedonia. Lo recuerdo bien porque todo me recordaba a ella. Todo menos ella, que era alérgica a la fruta.



Foto: Sue Lyon como Lolita, Bert Stern.


jueves, 3 de noviembre de 2016

Leyendas urbanas de tulipanes amarillos


Cuenta una leyenda urbana que estabas triste cuando no me veías.
Estabas melancólica cuando no estaba a tu lado.
Eras menos feliz cuando yo te faltaba.
Pero era una leyenda urbana.
Era una leyenda que difundían irónicamente los que te veían alegrarte en camas ajenas con cuerpos extraños.
Era una leyenda que tapaba las excusas de tu malestar llevado al éxtasis del porque sí.

Yo sí estaba triste porque no me veías, melancólico por no estar a tu lado, menos feliz porque me faltabas, y nada era una leyenda urbana.

Quizás debía tomar cartas en el asunto, pero no es mi estilo. Me he acostumbrado demasiado a que me las repartan y dejarme llevar por las normas del juego. Y el juego indicaba que yo ya no estaba a tu lado.



Soñé con abordarte y convencerte de que no te fueras. Fantaseé con encontrarte y hacer que me dejaras volver a tu lado.

Pero sólo se me ocurrió saltar a tu balcón.
Para enterrar bulbos de tulipanes amarillos en tu arriate.
Algún día florecerán y serán bellísimos.
Como tu sonrisa cuando los veas y sepas qué significan.

Aunque hay muchas leyendas urbanas sobre los tulipanes amarillos.
Más que sobre ti.

Lo importante es que algún día florezcan. Porque con los tulipanes (amarillos o no) nunca se sabe...




viernes, 28 de octubre de 2016

7º Aniversario: La Música.

A punto de cerrar el Séptimo Año de cabezadeavestruz y de entrar en el Octavo, en el año 56 D.D. (después de Diego), esta es la lista Spotify con la música que ha pasado por aquí en este año.


https://open.spotify.com/user/cabezadeavestruz2/playlist/4U0mv6DjhKurNNsbk3eU5F


Besitos para ellos y abrazos para ellas.


 

lunes, 24 de octubre de 2016

Se fue, se fue (reinterpretación libérrima de la conocida canción de Laura Pausini sin que tenga nada que ver y ni tan siquiera tener relación ni de lejos)


Se fue.


Por un momento sentí que estaba hablando pero ella deseaba que me callara y la besara de una vez. Estaba claro, teníamos que besarnos con locura y continuar haciendo el amor como si no hubiera un mañana. 
Porque no había un mañana, nunca lo hay, ni habíamos hecho el amor nunca. Terminaríamos exhaustos pero con ansias y ganas de más. 
Seguí hablando sin saber bien qué le estaba contando porque ya no me podía quitar de la cabeza su imagen pidiéndome que me calle y la bese y le haga el amor como si lleváramos toda la vida esperando. 
Hablando sin parar. Esperando que me pidiera que me callara y la besara. 




Pero no lo hizo. 
Ni siquiera terminamos la conversación, creo. No recuerdo de qué estábamos hablando, pero no tenía el menor interés. 
Seguro. 
Me voy, nos vemos otro día, me dijo. No lo dudes, le dije yo para terminar la conversación y despedirnos con dos castos besos de amigos.


Se fue.


B.S.O.: "Frente a frente" (El Hombre Burbuja, o por Jeanette, pero cantada a gritos)



miércoles, 19 de octubre de 2016

Si corro mirando hacia atrás me puedo tropezar





Me has echado de tu vida.

Salgo huyendo de todo.

No quiero mirar atrás.

Ni tampoco puedo disparar por si estás tú.

He visto un colchón encima del contenedor de escombros que hay en la calle, bajo nuestra ventana. Por un momento he pensado que estaba ahí porque te ibas a tirar. Luego he descubierto que me ha provocado un súbito deseo de tirarme yo. He subido a casa corriendo y no estabas. Me he asomado al balcón y no he visto el colchón encima del contenedor de escombros. He decidido no tirarme, seguramente me haría mucho daño. Sospecho que el colchón te lo has llevado tú mientras yo iba escaleras arriba. Sospecho que muchas cosas de las que me pasan a cada instante son responsabilidad tuya, pero no puedo asegurarlo. No tengo pruebas. No está el colchón. Tú tampoco.

No quiero disparar a nada delante mía.

No quiero mirar atrás.

Salgo huyendo de todo.

Me he ido de tu vida.




viernes, 14 de octubre de 2016

Ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esta mañana..."


Quizás la diferencia pueda estar en el "esta" y en el "esa". Parece algo con poca importancia. Una "t" más o menos". Pero la "t" puede ser muy sexy. Con banco o no de por medio. Las tes por la mañana mejoran los tes por la tarde. Aunque poca gente sepa a qué me refiero. Sólo a quién he parecido lo suficientemente sexy como para despertar conmigo sabe que las tes pueden ser sexis. Incluso al despertar. Hay pocas cosas sexis al despertar porque el mero hecho de despertar dificulta todo lo demás. Nada se ve bien al despertar. Ni siquiera tú. Pero te prometo, con te, que despertar(te) conmigo puede ser sexy. Aunque tengamos que ir al banco esa mañana. Quizás, como decía la canción dormimos tan juntos que despertamos siameses. Y cuando te despiertas así, da igual al banco que haya que ir.

¡Bah! Todo eso son tonterías, me dije mientras vertía un poco de café en la encimera porque después de tantos años viviendo conmigo misma no he aprendido que tengo que lavarme la cara antes de prepararlo.

¡Tengo que ir al banco, joder! Me encantaría que hoy fuese un día genial, pero ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esa mañana". Algún día debo ponerme seria y dejar de estar siempre en las nubes contándome la vida como una puta película.

Algún día porque ese día tenía prisa. Tenía que ir al banco. Ineludiblemente. La palabra ineludible es más bonita que su significado. No digamos ya su forma adverbial ineludiblemente. Hay muchas más pero se me empieza a hacer tarde y si hay algo peor que tener que ir al banco una mañana sólo es llegar tarde y tener que esperar porque hay miles de viejas y viejos haciendo cola en la ventanilla para que le actualicen la libreta de ahorros. Yo también debería actualizar mi libreta. Aquella en la que ahorro historias sexis. Donde seguramente hoy no pueda apuntar nada porque ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esa mañana". Además, no tengo libreta de ahorros. Supongo que es una cuestión generacional. Están esperando que mueran todos los viejecitos que tienen una para darla por oficialmente extinguida y eliminar de una vez uno de los mayores problemas de la banca española al nivel de su deuda, los fondos buitres, el comercio de armas y la financiación ilegal a partidos políticos: Las colas de gente para que se las actualicen porque no saben hacerlo en el cajero automático y no entienden que no hay que hacerlo a diario por mucho que no tengan nada más en qué emplear su tiempo.
Me dejé llevar por todos estos pensamientos de mala pécora y con mi vestido de Cruela de Vil salí al mundo a desplegar todo mi escepticismo al banco porque era consciente de que ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esa mañana".

Quizás la diferencia pueda estar en tener que ir al banco o en ir al banco. Parece algo con poca importancia. Un "tener" más o menos". Pero "tener" puede ser muy sexy. Con banco o no de por medio. Tener(te) por la mañana mejora el tener(te) por la tarde. Aunque poca gente sepa a qué me refiero. Sólo a quién he parecido lo suficientemente sexy como para despertar conmigo sabe que tener(te) puede ser sexy. Incluso al despertar. Hay pocas cosas sexis al despertar porque el mero hecho de despertar dificulta todo lo demás. Nada se ve bien al despertar. Ni siquiera tú. Pero te prometo, con te, que tener(te) y despertar(te) conmigo puede ser sexy. Aunque tengamos que ir al banco esa mañana. Quizás, como decía la canción, dormimos tan juntos que despertamos siameses. Y cuando te despiertas así, da igual al banco que haya que ir.

Todas las grandes historias del mundo, TODAS, surgen de un orgasmo. Ninguna historia existe si no es así. Pero si hay algún lugar alejado de un orgasmo es, sin duda, un banco por la mañana. Tener que ir al banco por la mañana no augura nada sexy, porque algo sexy debería terminar, o que en el ambiente flotara la sensación de que terminará, en orgasmo. Ni recordaba el último orgasmo compartido cuando pasé por tercera vez el arco de seguridad de la entrada del banco. Resulta que el llavero de madera que me regalaste ni es de madera ni soporta el control de acceso al banco. La cola, como era de esperar, era más grande que la que le supuse a aquel chico con el que fantaseaba en sueños horas antes. Aquel chico que había vuelto a desaparecer de mi vida sin siquiera llegar a entrar. Pero yo había entrado en el banco y nada sexy podía pasar allí. Más aún cuando en la fila de la ventanilla no estaba él, ni nadie que se le pareciera por mucho que bajara el listón de mis expectativas hasta niveles inferiores al récord del mundo de salto de altura para bebés paralímpicos. Pese a todo, entre WhatsApps releídos y miradas recurrentes al Facebook de mi ex y de sus amigos para ver con qué novedades puedo hacer aquella mañana un poco más desagradable y dolorosa, llegué a la ventanilla.

- Señorita, su turno.
-Gracias. Quería...

Aquí el el secreto bancario y un rasgo estúpido de mi personalidad (incoherente si lo ponemos en frente de la exposición de mi vida en las redes sociales) me impide dar más información de la gestión que iba a hacer y que trae a colación eso de que ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esta mañana...". El caso es que, esa gestión requería mi firma para completarla.

- Firme aquí, señorita.

Y dale con lo de "señorita". Busqué en el bolso un bolígrafo. Metí la mano y entre todas las cosas que no tenían en aquel momento ninguna utilidad (a no ser que quisiera sonarme los mocos, tuviera que apuntar algo, sintiera la boca seca, quisiera proteger mi cuello del fresco, sintiera que mi entrepierna me indicaba sin venir a cuento que estaba en uno de esos días del mes, sintiera la necesidad de dar brillo a mis labios o color a mis mejillas, o varias actividades más o menos importantes que no merece la pena relatar aquí porque si ir al banco esa mañana ya es poco sexy, menos lo será si sigo por aquí) no aparecía el bolígrafo. Ninguno de ellos. Pues nada, tendría que usar uno de los suyos. Un bolígrafo del banco. Eso que es un símbolo de una sociedad enferma: Un ente al que le dejamos que juegue con nuestro dinero y todas nuestras posesiones nos permite que, para interactuar con él, cojamos un bolígrafo que está atado a su estructura por una cadenita, que bien podría ser la del WC, para que no nos lo llevemos. Agarré el bolígrafo con rabia, firmé y para sentirme mejor conmigo misma, disimuladamente, pegué un tirón de la cadenita a ver si conseguía romperla o algo. Pero ese algo se convirtió en un roce desagradable y un daño no previsto en la palma de la mano. Frustrada, con escozor en la mano y cierta vergüenza poco sexy, me retiré a seguir malviviendo el día con la historia que jamás podría sexy tras ir al banco por la mañana

Quizás la diferencia pueda estar en hacerse daño en el banco o en hacerse daño por ir al banco. Parece algo con poca importancia. Una razón más o menos entorno a un banco. Pero el dolor puede ser muy sexy. Con banco o no de por medio. Hacerme daño contigo mejora el hacerme daño sin ti. Aunque poca gente sepa a qué me refiero. Sólo a quién he parecido lo suficientemente sexy como para hacerme el daño que necesito sabe que el dolor puede llegar a ser sexy.

Al darme la vuelta, con mi indignación bancaria y dolor en la mano, me topé con él pero no le di importancia. Aunque olía bien. Muy bien. Sin estridencias. A limpio. A nuevo. A rayo de esperanza en forma de sensualidad de una mañana en el banco que no puede acabar en nada sexy. Pero seguí hacia afuera. Hasta que, medio paso después, me agarró del brazo demandando atención. Su mano era bonita.

Le doy mucha importancia a las manos. Algún día debería mirar por qué para poder explicarlo cuando me preguntan qué es lo primero en que te fijas de alguien. Creo que podría enamorarme de unas manos aunque ahora mismo no pueda encontrar la razón.

-Perdona, te dejas esto.

El resguardo de mi operación bancaria, encima de un flyer de algún sitio que no recuerdo y el llavero de Palestina con la usb donde llevo media vida. Azorada le di las gracias y lo cogí todo con vergüenza y rapidez.

- Y esto -insistió.

Me sonrió disimuladamente y me dio por lo bajo la cadena del banco con el bolígrafo que acababa de usar para firmar la sentencia de lo que no puede inaugurar nunca una historia sexy. Descolocada reí. De esa manera que ríes cuando quieres que alguien vea cómo lo haces pero que el resto del mundo no se entere. Esa extraña forma de reír que, si la detectas desde fuera y no eres protagonista en ello, da un poco de asquete por lo ridículo de la situación. Pero ciertos actos ridículos, cuando te encuentras dentro de ellos, son mágicos. Incluso sexis. Aunque ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esta mañana".

De repente mi mente, valga la extraña rima, quizás contaminada por alguna historia que me acababan de contar, voló a unas cañas con aquel tipo, pasar al café, pedir esos licores como punto de inflexión cuando dudas si terminar una cita o no, y despertar en una cama extraña, feliz pero algo confundida. Esas cosas que les pasan a otra gente. No a mí, aunque con la boca pequeña me diga que me gustaría que me pasara muy a menudo. Esa boca pequeña que se hace grande cuando ríe y besa. La misma que toma forma de "A" sorda porque vi en la cadena un rastro de sangre. Asustada salí del banco no sin antes hacer el esfuerzo por dejar una sonrisa flotando en el ambiente para que él la cogiera.

Nunca he sabido lanzar nada. Pero resultaba cómico imaginar en mi mente cómo tiraba la cadena lejos en un acto de rabia enfadada con mi falta de habilidad social con aquel simpático chaval y se me enganchaba en una pulsera y me hacía más daño en la mano. Pero claro, no era más que una de las tonterías que pulularon por mi cabeza cuando caminaba fuera del banco esa mañana que estaba dando la razón aquello de que ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esta mañana...". Por mucho que ahora pensara que lo que más me apetecía era que ese chico me dijera algo, nos tomáramos unas cañas, las cañas dieran paso al café, para que llegaran los licores, luego las copas, y acabar despertando juntos en mi cama o en la suya.

- ¿Te duele la mano?
- No, me escuece un poco, pero está bien, gracias.
- Déjame ver.

E hizo el ademán de acercarse a mí y agarrar mi mano pero yo me retiré por un extraño instinto que no llegué a comprender. Rápidamente intenté solucionarlo dejando otra sonrisa en el ambiente para que él la cogiera y le acerqué la mano.

Hacer ademán de algo es una expresión que deberíamos usar mucho más. Aunque sólo fuera por lo bonita que es. Y dejarse coger la mano por las suyas, también. Eran preciosas. Sus manos, no las mías que las tengo muy vistas. Le doy mucha importancia a las manos. Algún día debería mirar por qué para poder explicarlo cuando me preguntan qué es lo primero en que te fijas de alguien. Creo que podría enamorarme de unas manos aunque ahora mismo no pueda encontrar la razón. No tengo que enamorarme de esas manos, me digo una y otra vez. Son unas manos que acaban de estar detrás de ti en el banco y todos sabemos que ninguna historia sexy empezó con "fui al banco esta mañana...". Pase lo que pase, no inicies nada. Nada sexy puede salir de esta historia.

- Tienes unas manos muy bonitas.
- Gracias, la tuya también.
- ¿Lo he dicho en voz alta?, dije haciéndome la tonta y haciendo el ademán de ruborizarme.
- Pues no estoy seguro, pero yo lo he oído.
- Nada, me escuece un poco, pero es que soy muy bruta.
- No lo pareces. Y decir las cosas en alto tampoco es de ser bruta si de verdad se piensa algo. Te lo agradezco.
- Me refería a la mano.
- Lo sé, pero con la herida de la mano no sabría seguir la conversación.
- ¿Y cómo la sabes seguir?
- Pues más o menos así.

¡Proponme tomar una caña! No te lo pienses más. Es fácil. Seguro que no tienes nada que hacer. Tú lánzate a proponerme una caña que yo te ayudaré a ponerlas en plural, a darles café, unos licores y unas copas... ¡Dios! Estoy enferma o muy necesitada. A lo mejor es lo mismo, claro. Por lo menos no me está escuchando ahora, eso seguro. Aunque mi mano se siente cada vez más cómoda entre las suyas. No llevo bien el contacto físico cuando no es lo esperado y aquello no era normal. Y menos al salir del banco porque ninguna historia sexy empieza nunca con "fui al banco esta mañana..."

- ¿Tienes prisa?
- No mucha, ¿por?
- Te invito a una caña y me cuentas.
- Poco te puedo contar. Ya has visto lo rápido que ha sido todo en el banco.
- Puedes contarme otras historias más interesantes. Tampoco hace falta que la empieces con "fui al banco esta mañana..."
- Te acepto la caña pero me dejas empezar la historia precisamente con eso. Creo que de ahí pueden salir muchas cosas.
- Acepto.
- ¿Me devuelves la mano?
- Sí, perdona. Pero luego me la dejas ver otra vez.
- Claro. Y que la cuides tan bien como ahora. Tienes unas manos muy bonitas.
- Ahora estoy seguro de que lo has dicho en alto.
- Lo sé.

Quiero decir muchas cosas en alto. Quiero gritar, pero eso no se lo voy a decir. Lo tiene que descubrir él. Y si no lo descubre será porque ninguna historia sexy empieza nunca con "fui al banco esta mañana..."



- Me he puesto tu camiseta, no te importa, ¿verdad?
- ¿Por qué? ¿No es raro que después de toda una noche viéndonos dormidos nos tengamos que tapar con algo?
- Raro no, es más bien un cliché de película americana. Y tu camiseta es muy fea, perdona que te diga.
- Pues bien que te la quieres poner.
- Tiene un barco.
- ¿Un banco?
- No, un barco.
- ¿Y qué?

Mira chico, no te pienso contar ahora lo que significan los barcos para mí. Aunque resulta curioso que hayas entendido banco en lugar de barco. Se me ocurren muchas historias sexis con "fui al barco esta mañana".

- Un día me levanté por la mañana y no me gustó el barco en el que iba. Nunca he entendido de barcos.
- Yo tampoco, realmente la camiseta tiene un barco pero si te fijas bien es de publicidad de un banco.
- ¡No me digas! Yo estaba mirando que no sé qué barco es.
- Ni idea. Entiendo tan poco de barcos como de bancos.
- Yo no sé diferenciar entre una canoa o un kayac, o entre un velero y un catamarán. Sé muchos nombres de barco pero no por ello entiendo. Parecería lo contrario si nombro una carabela o un transatlántico aunque no es así.
- Ya sabes más que yo de cuentas corrientes, de hipotecas, fondos de pensiones o ayudas al pequeño negocio.
- Pero sabes robar al banco.
- ¿Cómo?
- La cadena.
- ¡Ah! Eso... ¿Cómo tienes la mano?
- Bien, gracias, me la has cuidado muy bien.
- Un placer.
- El caso es que conozco más nombres de barcos que tipos: El Mayflower, la Pinta, la Niña y la Santa María, el Titanic, la Dorada, el Maine, el Nautilus... Este último es un submarino de ficción, sí, pero seguro que se puede utilizar como barco.
- Tú tienes un problema con los barcos. Y con los bancos, sospecho.

El caso es que aquella mañana me desperté y no me gustó el barco en el que iba. Pero lo que realmente no me gustó fue despertarme sola, rodeada de agua por todos lados y a punto de ahogarme. Sé que dicen que ninguna historia sexy empezó jamás con "fui al banco esta mañana" pero también sospecho que me da un poco igual.

- Tengo que ir al banco esta mañana.
- ¿Otra vez? ¿No será una excusa para librarte de mí?
- Tengo que ir al banco esta mañana...




miércoles, 21 de septiembre de 2016

Tres días (five years)




¿Aceptarías que te quisiera sólo tres días?
Es de lo único que dispongo.
¿Será suficiente para ti?
¿Estás preparada para asumir que te voy a querer simplemente tres días?
¿Podrías renunciar a que te quisiera tanto porque sólo van a ser tres días?

¿Serías capaz de cambiar el "tres" y los "días" por otro número y otra unidad de tiempo y estar conforme? ¿Podrías llegar a conformarte?

Tres días pueden ser una vida.
Five years puede ser poco.
Se me acaba el tiempo y no quiero dejar de querer por eso...






martes, 13 de septiembre de 2016

Mirar a las tetas




Tengo una amiga bizca. 
Me cuesta mucho estar cerca de ella. 
No puedo mirarla bien. 
Me da un poco de miedo y no sé cómo actuar. 
Es raro. 
Es raro lo que me pasa, pero la rara es ella. 
No puedo mirar, no ya sus ojos, sino su cara por extensión. 
Es zona de peligro. 
Si le miro la boca llegaré a sus ojos y no sabré cómo actuar. 
Probablemente se me note en los ojos. 
No sé cómo actuarán mis ojos al mirar los suyos desviados.
¿Se desviarán también? 
Es mi amiga pero no puedo con ello. 
Por eso cada vez es menos amiga porque cada vez me cuesta más lidiar con eso de que sea bizca. 
Tanto me cuesta que por evitar sus ojos, su cara, le miro el pecho. 
Y es incluso más violento. 
Porque sus tetas están muy bien. 
No tiene relación. 
No tiene nada que ver que alguien sea bizca con tener buenas tetas, pero en su caso es así. 
O a lo mejor de mirarlas tanto, sus tetas cada vez me gustan más. 
Pero es malo para la gente que me ve, porque seguro que se da cuenta. 
Gente que probablemente tenga un problema como el mío con la bizquera aunque le afecte de otra manera. 
Aunque lo afronten mejor o peor. 
Que le perturbe más o menos. 
El caso es que no puedo aguantar más el poder saber si sus pezones son bizcos también o no. 
No creo que tenga que ver, pero no lo he comprobado nunca. 
Y cada vez tengo más ganas de ver sus pechos y comprobar la alineación de sus pezones. 
Hay muchas chicas con pezones bizcos pero con bonita mirada. 
No sé cómo serán los pezones de mi amiga bizca. 
Y no puedo dejar de mirar sus pechos. 



Creo que me estoy enamorando de ella. 
Porque es bizca.






martes, 23 de agosto de 2016

Fotos que me hubiera gustado hacer a mí (Volumen 17): La BELLEZA



Me contaron que Luis Eduardo Aute se había puesto muy malito. Hace poco. Me lo contó alguien. Parece que no tiene mucha importancia que te cuenten algo, pero hoy en día es un acto de belleza muy importante. Nos enteramos de todo por vías digitales y si una persona piensa que te tienes que enterar de algo y quiere contártelo antes de que tú lo sepas por otras vías es un importante momento de intimidad común. Una intimidad que será más o menos bonita en cuestión de quién es, qué es lo que te cuenta esa persona y a quién lo hace.
A mí me contó que Luis Eduardo Aute se había puesto muy malito una chica que me ponía muy malito a mí, pero por otras evidentes razones. Me dijo que si no me había enterado, que sabía que a mí me iba a afectar mucho porque me encantaba Aute. Concretamente, el Aute de "La belleza".




- Tú siempre fuiste muy "enemigo de la guerra y su reverso la medalla".

Yo lo encontré bellísimo y no quise confesar que ya me había enterado antes y que andaba un poco acongojado por ello. Me hice el sorprendido y el acongojado. Dejé que sintiera lo agradecido que estaba por su gesto y creo que incluso me acongojé por otros temas que no tenían nada que ver con Aute y mucho con los pechos de aquella persona que había tenido tan bello gesto conmigo.

Inmediatamente, como tantas veces, me sentí sucio y ruín. Aute estaba en el hospital. Alguien precioso había tenido un gesto bellísimo hacia mí y yo me fijaba en sus tetas. En definitiva, todo lo que hacía bello aquel momento me encargué de destrozarlo en mi mente en un instante. Así que tuve que contraatacar:

- ¿Qué es para ti la belleza?
- La canción de Aute.
- No. LA BELLEZA (y lo dije así, en mayúsculas, para que no tuviera dudas de la importancia de lo que estábamos hablando).
- La belleza (me respondió así, en minúsculas, y yo pensé que tampoco estaba mal que siguiera obsesionado con sus tetas si en la conversación ella bajaba la intensidad que yo le estaba poniendo para que fuera todo más bonito) depende del momento . Hay momentos que son bellos en si mismos, hay cosas que son bellas dependiendo del momento, pero la belleza... La belleza es difícil de explicar.

Le enseñe la foto:



- Creo que es una de las cosas más bellas que he visto últimamente.
- ¿En serio?
- Sí, ¿no te parece?
- No sé. Es bonita, pero "una de las cosas más bellas que has visto últimamente".
- ¿Por qué no?
- A no ser que últimamente no veas muchas cosas bonitas.
- Quizás sea eso.
- ¿Quieres verme las tetas?

Ahí me acojoné. Pasé del acongojo al acojone. Como tantas veces. Ella estaba jugando conmigo. Me quería demostrar que la belleza se puede encontrar en muchos sitios y que, por mi mirada, yo la podría encontrar en sus tetas. Me sentí inútil, como de costumbre y entre risas y demás conversaciones intrascendentes, aquellas tetas desaparecieron de mi vista y, con el tiempo, de mi vida.
A día de hoy sigo empeñado en encontrar la belleza en todas partes. Sea en forma de tetas o de canciones. Aún sigo teniendo esperanza. Lo mejor que puede tener uno en su vida es la esperanza de encontrar en algún instante LA BELLEZA.


B.S.O.: "La belleza", Luis Eduardo Aute.



martes, 19 de julio de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 41): La juventud y las ganas





Ella era aún joven. 
Al menos así lo pensaba. 
También los demás.

Sí, todo indicaba que ella era aún joven. Pero tenía mucho acumulado. "Vive deprisa" le dijeron y ella hizo caso. "No hay tiempo que perder" escuchó también y actuó en consecuencia. 
Y se cansó. 

Tanto, que se puso a mirar con detenimiento. Como nunca había hecho. Y de repente apareció aquello. No sabía si se lo había dicho alguien, si lo había leído por ahí o lo había visto en alguna película, pero comenzó a retumbar en su cabeza:

Una cosa os voy a decir: Llegadas ciertas edades es una estupidez quedarse con las ganas.

De repente se sintió mayor. 
Y sin ganas. 
Todo se iría al traste si miraba hacia atrás.

Pero como tantas otras veces se dijo a sí misma: Yo no soy estúpida. Guardó el libro, apagó la película o le cerró la boca al que hablaba, es un detalle que da un poco igual. Se lanzó a no quedarse con las ganas. Ahora sólo necesitaba saber qué era aquello que representaba la juventud y las ganas. 

Pero esa ya, es otra historia...




lunes, 11 de julio de 2016

Fotos que me hubiera gustado hacer a mí (Volumen 16): ¿Qué cara tiene la felicidad?






La otra noche, después de terminar, me preguntaste si me había gustado. Te dije que sí, que si no veías mi cara de felicidad. Cambiaste la tuya y me dijiste que no, que últimamente sospechabas que no disfruto contigo, que ya no pones la misma cara de felicidad de las primeras veces. Te pregunté cuál era mi cara de felicidad y me respondiste que esa no, otra. Yo pensé que hacía tiempo que había dejado de ser feliz con ella y se lo quería transmitir con mi cara pero que en los únicos momentos que no podía controlarlo era en aquellos, precisamente aquellos. Justo después de correrme. El problema es que últimamente no me corro contigo. Y eso es un problema.
Mayor problema es hoy. Cuando soy consciente de que no me corro contigo porque ni siquiera nos acostamos. Ahora no sé ni qué cara tengo. Pero he tenido que escribir esto que nunca leerás porque necesitaba meter la foto del niño con cara de felicidad comiendo sandía.

Sí, todo son excusas. Hasta mis caras desde que dejé de correrme contigo...




martes, 28 de junio de 2016

La dignidad del celibato




Me fui de aquella casa con la cabeza alta.
No iba a darle el gusto de acostarme con él.
Se lo dije, yo era más digna.
Viviré por siempre con una mentira sobre mi cabeza: Yo perdí la virginidad en una habitación de la calle Bowery de Nueva York, a tres portales de lo que era el CBGB, escuchando a Patty Smith, con un californiano estudiante de filosofía de acento imposible y excitante.


A todos se lo digo y hasta yo estoy empezando a creérmelo.
Sobre todo cuando bajo sin haber follado por dignidad, a una hora extraña, por la calle Ave María del cada vez menos mítico barrio de Lavapiés. Algún día tendré que decantarme entre tener placer o ser digna (falsamente en ambos casos).




B.S.O.: "No todo va a ser follar" (Javier Krahe)


P.D.: No sé de quién es la foto, pero se trata de la actriz porno Amarna Miller y creo que es algo así como el fondo de pantalla perfecto para mi cada vez más inactivo ordenador.


miércoles, 27 de abril de 2016

Colecciono máscaras, ¿Y qué?




Encendí la radio y sonaba "Colecciono moscas" de Golpes Bajos.

Me extrañó porque nunca la había escuchado en una radio.

"Yo colecciono máscaras, ¿Y qué?" pensé para mis adentros, como si hubiera otra manera de pensar.

Bajé el volumen de la radio porque creí que estaba sonando el móvil y podrías ser tú.

Me di cuenta de que, como de costumbre, lo tengo en silencio y era imposible que sonara.

Y mucho menos porque fueras tú.

Volví a subir el volumen y decidí cambiarme la máscara.

Ahora no sé dónde coño he puesto el móvil y como lo tengo en silencio no puedo decirle a nadie que me llame para encontrarlo.




B.S.O.: "Colecciono moscas" (Golpes Bajos).



jueves, 21 de abril de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 40): Microrrelato de entretiempo



Cuando llegue la primavera yo ya seré alguien.



Se decía todas las mañanas postergando aquel plan que sabía que era inviable. Le helaba el invierno, se asaba en verano y no le importaba el otoño más que porque notaba que se le caía el pelo más de lo habitual. El tiempo pasa, el invierno es cada vez más caluroso, el verano le pide chaqueta por las noches y el otoño roza su calva. No supo hasta entonces que todos los años hay primaveras aunque él ya no sea el mismo. 
Ni alguien...



miércoles, 30 de marzo de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 39): As far back as I can remember, I always wanted to be a gangster


...Y entonces lo entendí todo y empecé a hacerme las preguntas correctas, porque creía tener las respuestas:

¿Qué fue de mis sueños infantiles?

¿Dónde quedaron mis propósitos vitales?

¿Es tarde ya para enderezar mi vida?

Y supe que quizás, sólo quizás, no era tan tarde...












lunes, 21 de marzo de 2016

En el Día Internacional de la Poesía: El día que no fue día de nada

Hay días para todo. O para casi todo. Cansa, sí. Estamos de acuerdo. Te levantas tranquilamente, pensando que este sería un día más y ¡Pam! De repente los informativos, los periódicos, las redes sociales (dejémoslo sólo en lo tercero, es cierto) te plantan en la cara un Día Internacional, Mundial, de alguna cosa. Todos los días es un día de algo. De algo que ni sabías. Claro que recuerdas el cumpleaños de tu madre, el aniversario de tu relación, el día que volviste a vivir, en el que ganaste aquello que luego no ha servido más que para contarlo y recordarlo, el que te echó de casa para quedarse con otro...
Hay días para casi todo. Impuestos por Naciones Unidas la mayoría de ellos. Esa organización que se preocupa tanto de recordar cosas con los días, pero no de que las personas puedan vivirlos sin más, aunque sea poco pedir. Baste recordar que hay un Día Mundial del Refugiado pero que ahora mismo Europa está expulsando a todas y todos los que han salido huyendo de la guerra en Oriente Medio y les está negando asilo en sus podridas tierras. El año que viene podríamos celebrar el Día Internacional de la Muerte de Europa. Ahí queda la idea.

Pues como tantos otros días, la Unesco decidió en 1999 que hoy, 21 de marzo, sería el Día Internacional de la Poesía.

Malos tiempos para la lírica, pensó uno.
Qué nos queda si no es la poesía en estos tiempos, contestó otro.

Yo no sé escribir poesía, dije yo. Y además, lo he dicho muchas veces, sin ningún tipo de vergüenza.




Pero modestamente, si sé de otras cosas. Sé desperdiciar espacio cerebral guardando datos que no tienen valor ni importancia la mayor parte del tiempo, pero que, si aparecen en el momento adecuado, quedan bastante bien. Hoy, Día Internacional de la Poesía, debería ser el Día Universal de Volar. Porque para eso debe servir la poesía. Pero vivimos en un mundo en el que todo nos dice que no debe ser así.

En 1998, la compañía aérea Iberia, una de las más importantes del mundo en aquel entonces, una empresa que se dedicaba a hacer volar a la gente, decidió que la poesía no tenía cabida en el interior de sus aviones. No, a no ser que se la trajera cada una y cada uno de casa. No tuvo a bien permitir que se produjera el maravilloso gesto de que ya que volabas con ellos físicamente, pudieras hacerlo también espiritualmente con un libro de poesía que ellos mismos te dieran.

Iberia desestimó en 1998 (un año antes de que la Unesco declarara el 21 de marzo Día Internacional de la Poesía) que la Editorial Mondadori regalara a sus pasajeras y pasajeros, libros de su nueva colección de poesía de bolsillo. Al parecer, estimaron que la poesía durante el vuelo podía considerarse “una lectura demasiado arriesgada y fuerte”.

Yo estoy en la línea de Iberia. Una de las razones que aduzco siempre para justificar mi incapacidad de escribir poesía es que es demasiado arriesgado y fuerte para mí. Pero, a diferencia de Iberia, no dejo de volar, no tengo overbookings, ni retrasos cuando se trata de despegar mis pies del suelo y de dejarme llevar por unos versos que me acaricien el alma y me hagan olvidar en qué día vivo.

Aunque viva en el Día Internacional de la Poesía.



Hoy es 21 de marzo: ¡Felices versos y felices vuelos!








B.S.O.:
Come fly with me (Frank Sinatra)

Pincha en el ENLACE al artículo de J. Alfonso Portus de la Llana, Inconvenientes de la poesía (El País, 25 de febrero de 1998), que contó el tema de Iberia, Mondadori y la poesía en su momento.



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