Me escabullo. Me hundo en mí mismo. Desaparezco del mundo que me rodea. Soy yo, inhibido en mí mismo. Pierdo consistencia como persona porque existo muy poco fuera de mí. Pasan las horas, pasan los días y no salgo de mí mismo. Invento e invento excusa tras excusa para no salir de mí mismo. A veces ni invento excusas. Cualquier eventualidad, por nimia que sea, me sirve para seguir arropado en mi regazo, con una falta total de respeto hacia mi integridad social. Elimino cualquier contacto con el exterior para seguir navegando en un interior de aguas cada vez más residuales. Ni siquiera atraco en puerto. Ni siquiera veo tierra firme. No voy más que a la deriva en un río sin oleaje.
Abandono mi alrededor. Me quedo en mí mismo. No busco fuera. Es más, desprecio lo de fuera. Ni eso, me produce desidia lo de fuera, no llego a despreciarlo. Me busco y no me encuentro. O más bien, estoy perdido por falta de expediciones en mi búsqueda.
Ni llamo ni me llaman. Ni estoy ni dejo estar. Me he convertido en un viejo arisco sin ser viejo y sin tener el valor para ser arisco con lo que me rodea. Si al menos fuera arisco, tendría una buena excusa para no encontrarme y dejarme ir.
Dejo que pasen los días como si hubiera más. Me pongo recordatorios en cualquier sitio para no olvidar que tengo que vivir, que no me puedo dejar llevar por la desidia. Abandono todo lo que tenga que plantearme pensar ligeramente antes de hacerlo. Todo lo que me recuerde, aunque sea vagamente, a alguna responsabilidad. Vivo en un permanente programa de mínimos. Cumplo con lo estrictamente necesario para seguir interactuando con el mundo. Incluso a veces, menos.
Abandono el sexo compartido por la masturbación. Aunque fantasee constantemente en conquistas y orgías. El mero hecho de pensar en entablar una relación con alguien me provoca el mayor de los fracasos amorosos conmigo mismo. No me acerco a las chicas aunque piense –e incluso esté seguro- que están esperando a alguien como yo. El mundo sería un lugar más sano si nadie esperara a nadie como yo. Me masturbo incluso después de rechazar una buena proposición de sexo compartido. El mero hecho de masturbarme me hunde una y otra vez en mí interior. Hasta se podría pensar que eyaculo para dentro si no fuera porque uno de los pocos rasgos que presento de ser humano es que aún me corro -casi- a voluntad. Llegará el día en que ni eso lo controle y descubriré que estoy finalmente seco. Seco y podrido.
Podrido de malestar. De estar mal sin hacer nada por siquiera estar. La desidia me lleva hacia los demonios, y ni ellos me hacen reaccionar. Veo pasar los días como las horas. Y las horas hace algún tiempo me empezaron a parecer bastante más cortas que veintitantos minutos. Los minutos no existen. Basta con ver que un reloj pone que faltan trece minutos para las dos cuando en el de la muñeca faltan quince y en el despertador diez. Ese intervalo de minutos está perdido. Después de mirar la hora del despertador, ya nunca volverán a falta trece minutos para las dos. Es imposible, cuando hay algún sitio en el que sólo faltan diez y mi mente ya se va a menos cinco.
Abandono mi alrededor. Me quedo en mí mismo. No busco fuera. Es más, desprecio lo de fuera. Ni eso, me produce desidia lo de fuera, no llego a despreciarlo. Me busco y no me encuentro. O más bien, estoy perdido por falta de expediciones en mi búsqueda.
Ni llamo ni me llaman. Ni estoy ni dejo estar. Me he convertido en un viejo arisco sin ser viejo y sin tener el valor para ser arisco con lo que me rodea. Si al menos fuera arisco, tendría una buena excusa para no encontrarme y dejarme ir.
Dejo que pasen los días como si hubiera más. Me pongo recordatorios en cualquier sitio para no olvidar que tengo que vivir, que no me puedo dejar llevar por la desidia. Abandono todo lo que tenga que plantearme pensar ligeramente antes de hacerlo. Todo lo que me recuerde, aunque sea vagamente, a alguna responsabilidad. Vivo en un permanente programa de mínimos. Cumplo con lo estrictamente necesario para seguir interactuando con el mundo. Incluso a veces, menos.
Abandono el sexo compartido por la masturbación. Aunque fantasee constantemente en conquistas y orgías. El mero hecho de pensar en entablar una relación con alguien me provoca el mayor de los fracasos amorosos conmigo mismo. No me acerco a las chicas aunque piense –e incluso esté seguro- que están esperando a alguien como yo. El mundo sería un lugar más sano si nadie esperara a nadie como yo. Me masturbo incluso después de rechazar una buena proposición de sexo compartido. El mero hecho de masturbarme me hunde una y otra vez en mí interior. Hasta se podría pensar que eyaculo para dentro si no fuera porque uno de los pocos rasgos que presento de ser humano es que aún me corro -casi- a voluntad. Llegará el día en que ni eso lo controle y descubriré que estoy finalmente seco. Seco y podrido.
Podrido de malestar. De estar mal sin hacer nada por siquiera estar. La desidia me lleva hacia los demonios, y ni ellos me hacen reaccionar. Veo pasar los días como las horas. Y las horas hace algún tiempo me empezaron a parecer bastante más cortas que veintitantos minutos. Los minutos no existen. Basta con ver que un reloj pone que faltan trece minutos para las dos cuando en el de la muñeca faltan quince y en el despertador diez. Ese intervalo de minutos está perdido. Después de mirar la hora del despertador, ya nunca volverán a falta trece minutos para las dos. Es imposible, cuando hay algún sitio en el que sólo faltan diez y mi mente ya se va a menos cinco.
¡¡¡¿¿¿Qué chungo no???!!!
ResponderEliminarCuando hablas del tiempo, me ha recordado a un punto que me hace gracia de Watchmen. Creo recordar que el padre del Dr. Manhattan era relojero y abandona su trabajo cuando Einstein dice que el tiempo no es constante. :D
Igual soy el único al que le hace gracia. :D
Que no, que es optismo puro y duro...
ResponderEliminarAhora que lo de descubrir que el tiempo no es constante y que eso cambie toda tu vida.. ¡¡Eso sí que es chungo!!...
Bueno, la verdad es que a mí también me resulta bastante gracioso...
Un abrazo y gracias por el comentario...
SI NECESITAS UN TIEMPO RELAJADO TE PUEDES VENIR A MI CASA CON EL PIRATA POR AQUI SUELTO Y LO CUIDAS UN RATO, VERAS COMO TE CAMBIA EL PUNTE DE VISTA FLIPAOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO JEJEJEJEJEJEJEJEJEJEJEJEJE, UN BESO, JUNICHU TE LO ESTAS PASANDO BIEN- BY PREMIO FELIPE TRIGO-
ResponderEliminarBueno reconozco q este es el post q mas me ha gustado de todos, aunque algo deprimente...o soy yo la deprimente??
ResponderEliminarUn beso
(se te va la pinza :P jaja)
Si yo estoy relajaoooooo... Es el pirata ese que habrá salido al butane...digo al padre.
ResponderEliminarAl Juanichu te lo estás pasando bien le darán el Felipe Trigo porque es familia del Adolfo... (o se llamaba Felipe y era su premio???) Dudas, todo son dudas...
Besoooooos y deja al pirata que ya tiene bastante con lo suyo (o sea, con lo tuyo)...
No te preocupes Almu, que si es lo que más te ha gustado es que eres muy optimista y luminosa, y el jevimetal quedó definitivamente atrás. Ya sólo te queda vestir de colores pastel, y habrás vuelto al mundo de los vivos...
ResponderEliminarPorque no sé qué le encuentras de deprimente.
Un abrazo y gracias...