miércoles, 14 de diciembre de 2011

Hola Carlos, soy tú (Enlace patrocinado por Burger King):



Christina veía mucho la tele. En eso nos parecíamos mucho. Teníamos gustos comunes y ver la tele compulsivamente era uno de ellos. No solíamos hacerlo nunca juntos y eso enriquecía nuestras conversaciones porque siempre, al encontrarnos, contábamos las cosas distintas que habíamos visto cada uno. Después (Incluso alguna vez antes, o durante) follábamos, pero eso no viene a cuento, aunque fuera otro de nuestros gustos comunes. A ella no le gustaba hacerlo viendo la tele, y yo lo tenía que hacer solo y cuando ponían porno. 
Pero ya he dicho que no viene a cuento. 
Me hablaba de un anuncio que había tocado su moral. Contaba que alguien desde el 2011 llamaba a 1981 para explicar a un Carlos que era él mismo 30 años antes, cómo le iba a ir la vida y de qué debía y no, preocuparse. Era de una marca de hamburguesas que no entraba en nuestros gustos comunes. 
Pero eso tampoco viene a cuento.

Esta es la historia que Christina me contó un día de lluvia después de follar (O antes... O durante, no estoy seguro):



Imagina a Carlos en el 2011. Imagina lo que pasa por su cabeza:
Ayer quise llamarme a mí mismo. Quise llamar a mi yo de hace un montón de años, pero me dio vergüenza. No quería contarle que no tenía futuro, que él iba a convertirse en yo en unos años, y que el resultado no le iba a gustar, no iba a cumplir sus expectativas.

Imagina a Carlos en el 1981. Imagina lo que pasa por su cabeza:
Ayer quise llamarme a mí mismo. Quise llamar a mi yo de dentro de un montón de años, pero me dio vergüenza. No quería contarle que lo sentía, que lo que él era por mi culpa no tenía ya remedio, y que no pensaba hacer nada para remediarlo. Es triste, pero sé que el resultado no me va a gustar, no se cumplirán mis expectativas porque no tengo ningunas.

Imagina a otra Christina (Atemporal, como todas tus Christinas). Te voy a decir lo que pasaría por su cabeza:
Ayer quise llamar al Carlos de 2011. Quise llamarlo para que no se preocupe. Él sabe que lo sigo queriendo y que siempre lo querré. Que todos los errores que cometió desde que era el Carlos de 1981 y me anhelaba sin saber muy bien porqué, hasta llegar al Carlos de 2011 que por fin ha comprendido que soy Christina y que siempre lo seré haga lo que haga, son propios de alguien como él. De alguien enamorado de mí. De alguien que no sabe que está enamorado de mí, pero que sabe, y cada vez más, que soy Chrsitina y que siempre lo seré, haga lo que haga.

Mañana querré llamar al Carlos de 1981. Querré llamarlo para que no se preocupe. Es lógico que en su incipiente pubertad mal llevada, le ponga nervioso ver que no llega a tenerme como él quisiera, aunque aún no sepa cómo quiere quererme ni para qué. El fuego interno que brota cuando me ve es más importante que cualquier otro picor propio de la edad. Él aún no lo sabe, pero tengo que decirle que estoy ahí y que soy yo. Que siempre lo seré, pero que no soy suya, aunque sus anhelos puedan pasar por conquistarme para siempre.

Imagina que te llamo a cobro revertido. A 1981, a 2011 o a 2027. A cuándo quieras cogerme el teléfono. Te diré que soy yo. Me reconocerás. 
Y todo será como en todos los anuncios de perfumes: Todo será críptico pero envuelto de sensualidad. Todo será sensual pero tan críptico que no lo comprenderás.

Y sabrás que esa es mi esencia. 

Ese es mi perfume: Críptico y sensual, sensual y críptico. Eso es tu Christina. Y sólo tú lo comprendes, aunque sea 2027, 2011 o 1981. 




Christina veía mucho la tele. Me contó una historia porque había visto un anuncio que había tocado su moral y acabó tocando la mía.

No necesito ver el anuncio para entenderla. Yo no me llamo Carlos y a mí en la tele me gusta más el porno que los anuncios. 

Christina estará ahí siempre recordándome que no puedo esperar su llamada porque esas cosas sólo pasan en los anuncios. Y yo me olvidaré de creer que moriré por cualquier causa perdida que no sea ella. Mis sueños se limitarán a sobrevivir. Comiendo hamburguesas del Mc Donald's. 

Aunque a ninguno de los dos nos guste… 



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