Anoche escribí una historia que no terminé. Cuando no terminas de escribir una historia quizás no se pueda llamar historia. Pero llamamos historias a cosas que nos están pasando, aunque no veamos cómo van a terminar. Yo estaba escribiendo una historia y sabía cómo iba a terminar. Era bonita. Creo. Nos empeñamos en pensar que las historias son bonitas cuando las estamos viviendo. Pero cuando terminan, nos cuesta reconocer su belleza. Quizás fuera muy bella porque no pude terminarla. Era una historia sobre las noches y tú. Todas las historias contigo son bonitas. Aunque algunas ni hayan empezado. Y las noches suelen ser preciosas. Cuando no hace tanto calor. No pude terminarla. Estaba sucediendo en la fotografía. Aunque fuéramos tú y yo. Narraba cosas que nos gustaban a los tres. A ti, a mí y a la noche que no es calurosa. Puse algo así como “llenaré de leche tus sueños”. Y tuve que dejarlo porque me parecía raro. Aunque, quizás, es lo que estabas esperando que te contara. Signifique lo que signifique. Y terminé la noche sin acabar la historia...
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