domingo, 12 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 14): La felicidad, el turismo y el piercing en el pezón derecho.




Esta es una foto de cuando eran más felices. De cuando hacían cosas juntos. Aprovechar los museos, cuando hacían turismo, para echar una siestecita reparadora. Esa siestecita que les ayudaba a seguir dando paseos por la ciudad que fuera, para ver lo típico. Sin prisas pero con el tiempo limitado. Viajes de varios días, conociendo con tranquilidad esa ciudad que siempre soñaron con visitar cuando eran jóvenes. Cuando no podían. Quizás, en esa época en la que soñaban con viajes aún no se conocían. O no eran pareja. No es importante para la historia. Ahora son pareja. Llevan muchos años juntos. Quizás tengan hijos y nietos. Es lo más probable pero tampoco es relevante en la historia. Tienen ganas de hacer muchas cosas que no pudieron hacer en su momento. Ahora ya, sólo quieren aprovechar. Esta foto es de uno de sus viajes. Cuando eran más felices.



Hoy no pueden viajar. Están en casa. No entraremos en los motivos, pero llevan mucho tiempo en casa y no pueden salir. No es suntancial en la historia. Se han pasado media vida viviendo juntos pero ahora están mucho más juntos de lo acostumbrado. Constantemente. Ni un paseito, ni una quedada con las amigas para desayunar, ni una partida en el bar del barrio. En casa. Constantemente. Los dos solos sin salir nunca. Con lo que ello conlleva.

En la foto, cuando eran más felices, están dormidos. En la foto no se aprecia bien el detalle clave de esta historia y que ella llevaba en secreto. No se ve pero ella lleva un piercing en el pezón derecho. Se lo hizo unos meses antes. Por hacer algo diferente. Porque le hacía ilusión. Se pusieron de acuerdo cuatro amigas y se lanzaron. Al final sólo se lo hicieron dos. Las otras se echaron atrás a última hora. Aunque la idea surgió de una de las que no lo hicieron. Y la principal animadora fue la otra que tampoco llegó hasta el final. Nuestra protagonista sí se lo hizo. 

Pero él, su marido, su compañero de vida, no lo sabe. En la foto aún no lo sabe. ¿Para qué? Ella sabía que él no lo iba a entender, mejor no contarle nada. Todos tenemos secretos y espacios privados. Aunque sean parte de nuestro cuerpo. Nos ayuda a vivir. Secretos y espacios privados hasta para la persona que más secretos y espacios privados nuestros conoce. Y comparte.

En esa foto aún eran felices. Hoy, sin querer, él ha entrado al baño mientras ella terminaba de secarse. No se había dado cuenta. Pasan mucho tiempo en casa, sin salir, y han perdido las rutinas habituales que les hacían vivir casi sin pensar lo que iban haciendo cada instante. Ha entrado en el baño y estaba ella, secándose y dándose crema. Ha pedido perdón y ha salido. No pasa nada, tonto, ha dicho ella. Él ha visto algo brillante en el pezón derecho. Pero sabe que no es el mismo brillo que vio la primera vez, hace muchos años, cuando le vio el pezón derecho y tanta ilusión le hizo. Ella se ha dado cuenta de que tenía a la vista el piercing del pezón derecho y que él, que sigue conservando mejor vista que ella, lo ha tenido que ver. Seguro. Pero cuando ha salido del baño, ya vestida, no ha dicho nada. Él tampoco ha dicho nada al respecto. Ella cree que él no sospecha que se ha dado cuenta de que le ha visto el piercing en el pezón derecho. Él piensa que ella no se ha dado cuenta de que lo ha visto. Se sientan a comer y comentan algo de la televisión. Lo mal que está todo. Después hablan de una ciudad -no es importante para la historia- que sale por una noticia y que estaría bien visitar. Siempre han tenido ganas y cuando esto acabe será una buena ocasión. Sí, definitivamente será el próximo viaje, cuando todo esto acabe. Volverán a echarse una siestecita en el museo. Y parecerá que son más felices que nunca, para quien la mire con ojos no entrenados, pero ya no será lo mismo.

En la foto de arriba eran más felices...





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