Once upon a time, conocí a una chica que creía tener todas las respuestas y que salía al mundo con decisión y seguridad.
Como siempre, lo primero que hacía todas las mañanas era abrir el Play-boy y masturbarse antes de afrontar el día. Pero esa mañana encontró un post it rosa cuando abrió la revista que llevaba escrito:
“¿Sabes que la masturbación no es la respuesta para todas las cosas?”
Salió a la calle más turbada de lo normal por lo vivido al iniciar el día y recordó que no tenía tabaco, aunque hacía tiempo que no fumaba habitualmente. Al llegar al estanco y pagar lo adquirido, sintió en la nuca la pregunta de la estanquera, que no era ni la de Vallecas ni la de Amarcord, sino un señor con bigote y aparente interés cero en la vida en general:
“¿Recuerdas cuando se fumaba en las películas?”
Azorada por el calor, la posible fiebre que estaba incubando, y lo confuso del día, llegó frente a mí buscando consuelo sin contarme bien lo que pasaba y no pude menos que confesarle toda la verdad:
"No hay nada más bello que una tía vestida con sólo una camisa blanca de hombre. Siempre seré un perdedor porque nunca he usado camisas. Y mucho menos, blancas. Aunque sabe Dios que he tenido mañanas posteriores a grandes noches en las que no he podido desear nada más que tener a mano una camisa blanca para que te vistas sólo con ella para desayunar."
Para rematar preguntándole:
“¿Por qué el blanco siempre hace gordo y el negro estiliza?”
Decidió no volver a hablarme, olvidar todo lo que estaba pasando y meterse en la cama a pasar la fiebre confiando que mañana fuera un día mejor.
Y colorín colorado, se durmió sabiendo que el sueño todavía no había llegado...
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