domingo, 4 de marzo de 2012

El Hombre Que Mató A Paulo Coelho (Capítulo Final)



Me empieza a faltar la respiración. El calor agobiante me puede. Salgo corriendo de la sala de conferencias. El Hall del Centro Cultural es más largo de lo que me había parecido al entrar. Tardo un mundo, o me lo parece, en llegar al exterior y recibir aire fresco. Si por aire fresco se puede entender ese ambiente contaminado de la gran ciudad. 

Reposo, respiro con dificultad pero voy relajándome. Me siento mejor. Enciendo un pitillo y pienso en lo que me ha pasado. Quizás la calefacción del Centro Cultural o quizás hayan dejado entrar a demasiada gente. La moderadora del acto parecía también agobiada. No paraba de mover su abanico aunque hacía un ruido molesto para el resto de acompañantes en la mesa. ¿Qué clase de persona lleva un abanico en el bolso en pleno Marzo? ¿Qué tipo de palabra es "pitillo"?.




La semana pasada estaba bien. Ilusionada incluso. No todos los días invitan a una a un debate sobre literatura de autoayuda. 

- ¿Literatura de Autoayuda? No sabía ni que existiera un género siquiera…
- Pues existe, y es muy importante. Está en continuo crecimiento, y con los tiempos que corren, sólo le hace sombra la novela histórica, que ahora está en el top, pero que caerá como todas las modas literarias. La L.A. está desde hace mucho ahí, y nunca baja… Además, con los tiempos que corren, irá a más. 
- Claro. Siempre se necesita que un libro te diga lo que debes hacer y no haces…
- No es eso, pero es una visión. En cualquier caso, queremos contar con usted.
- No creo tener nada que aportar al tema.
- No sea modesta. Usted tiene mucho que aportar y estaremos encantados de que acepte nuestro ofrecimiento. Hay mucha gente interesada en oír lo que tiene que decir sobre el tema.
- Hay más gente que no tiene el menor interés en oírme.
- Pero esa gente no irá. 
- Ahí tiene razón…
- Pues ya lo tiene…

Silencio incómodo. No conozco los silencios cómodos. Hay libros de autoayuda que hablan del silencio, pero a mí me incomoda más leer libros de autoayuda que los silencios incómodos. Debería decir algo. Quizás debería aceptar. Necesito el dinero.

- Usted conoció a Paulo Coelho, ¿Verdad?
- Sobre eso no voy a hablar
- Estaríamos interesados en que… 
- SOBRE ESO NO VOY A HABLAR Y NO ES NEGOCIABLE

Silencio incómodo volumen 2. Segundas partes nunca fueron buenas. Salvo la de El Padrino y el segundo polvo con cada mujer que ha pasado por mi vida. 

- De acuerdo. No hace falta que hable de Paulo Coelho. Ni siquiera mencionaremos el hecho.
- Allí estaré

El verano que visitamos la Zona Cero nos abrazamos acongojados por una emoción diferente. La tuya de la mía. Yo no era ningún crápula. Tenía 20 años y te quería. Eso era todo. Tú pensabas en un lugar dónde van los que ya no están. Tenías fe en Paulo Coelho y me querías. Eso era todo. Estábamos en diferentes velocidades cuando nos abrazábamos acongojados el verano que visitamos la Zona Cero.

Para ti Paulo Coelho tenía todas las respuestas. Para mí, tú eras todas mis preguntas. El verano que nos dimos al amor se enfrió cuando Paulo Coelho entró en nuestras vidas. Visitamos la Zona Cero y nos abrazamos en ella. Pero tú pensabas en Paulo Coelho y fantaseaba con ser la directora de tus orgasmos.

Nunca fuimos hábiles para estar en el mismo plano, en la misma emoción, en la misma circunstancia, pero tuvimos nuestros momentos. Nunca fui la directora de tus orgasmos porque tú siempre fuiste un verso libre, pero tuvimos momentos que otros vivirían varias veces por llegar a soñar con ellos. Pero tú tenías fe y pensabas  en Paulo Coelho. Paulo Coelho entró en nuestras vidas en el mismo instante en el que te abracé en la Zona Cero aquel verano.

Hubo un tiempo en el que caí en el abismo. Entonces recurrí a ti para que me salvaras y tú me ofreciste a Paulo Coelho. Cuando me hundía en mis profundidades quise que me cogieras de la mano y me ofreciste a Paulo Coelho. Esos momentos en los que todo va mal, todo se tuerce y se te cae en la cabeza, y deseas la muerte de Paulo Coelho aunque no sepas muy bien porqué. Esos días. Aquellos tiempos.

La Zona Cero puede ser cualquier sitio devastado en el que la melancolía te recuerde la mezquindad del ser humano y de todo lo que nos rodea.

- Perdone
- ¿Sí? Dígame
- ¿Se encuentra bien? ¿Necesita algo?
- Sí, gracias, todo va bien… He sentido un poco de agobio y me moría de calor. Necesitaba respirar aire fresco con urgencia, eso es todo.
- Me alegro. Debería volver dentro. Va a empezar el coloquio.
- No quiero. No voy a hacerlo. No voy a volver ahí dentro.
- ¿Perdone? Tiene que entrar. Hay gente que ha venido a verle exclusivamente a usted. 
- Eso nunca lo he entendido.
- Tiene una responsabilidad con nosotros y con sus seguidores.
- Lo siento, de verdad que lo siento. No voy a volver ahí dentro. Si quiere, puede decir que no me ha encontrado aquí fuera cuando ha salido a buscarme. Me iré enseguida. No quiero problemas.
- Pues si no entra va a tener muchos problemas…
- Si entro también voy a tener muchos problemas
- ¿Qué está diciendo?
- Da igual, no lo entendería…

Y me fui escuchando cada vez más lejos los improperios de aquella persona que no tenía culpa de nada y simplemente había trabajado mucho para que alguien como yo echara todo por tierra en el momento preciso.

Me fui para no volver. No volví a ningún sitio realmente. Decidí que no tenía sentido mirar atrás, ni con pena ni con nostalgia. Decidí seguir caminando, aunque la mochila pesara cada vez más. Decidí tantas cosas que no recuerdo cómo llegué a ellas. Decidí…

El hombre que mató a Paulo Coelho piensa que no todo el mundo es bueno, aunque lo intente.
El hombre que mató a Paulo Coelho ha desayunado hoy café con leche, zumo de naranja de tetrabrick y tres magdalenas.
El hombre que mató a Paulo Coelho sueña con una chica que sabe que algún día pasará de él porque encontrará a alguien mejor a quién amar.
El hombre que mató a Paulo Coelho hace tiempo que no lee un buen libro y no va al cine desde el estreno de Gangs of New York.
El hombre que mató a Paulo Coelho es una mujer.
El hombre que mató a Paulo Coelho se despista con facilidad en el metro de Londres.
El hombre que mató a Paulo Coelho escucha Boys don´t Cry de The Cure constantemente…




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