miércoles, 7 de julio de 2010

Obsesiones y Parafilias (Volumen 7): Las Mantis Religiosas



Nunca me gustó morir. 
Es algo para lo que nunca estuve preparado. 
 Hay veces que la vida te depara sorpresas, hay veces que la vida se convierte en muerte.


Me acerco a ti aunque sepa que me vas a matar. Aunque piense que quizás me acerque a ti precisamente por eso. Quiero ser devorado mientras copulamos salvajemente. Quiero que te comas mi cabeza, aunque no vayamos a tener un puto futuro. 

Yo te busco, mantis religiosa.

Me arrastro para que seas la mujer que se coma mi cabeza mientras copulamos como fieras, mientras follamos como insectos. La hembra dominante que sabe que un rato con ella no deja que la vida posterior merezca la pena y te mata. Para que me devores.

Me obsesionas, mantis religiosa. 

Tu monstruosidad sin conciencia aparente, sin debilidades visibles, seducen y dejan a tu paso un reguero de sexo y muerte. Quiero que me poseas, aunque en ello encuentre mi perdición, aunque encuentre un merecidísimo y mortal castigo.

Pasaré por encima de las cabezas cortadas de los que sufrieron lo mismo que yo, los que se obsesionaron contigo. Saltaré cualquier obstáculo buscando la muerte copulando contigo. 

Eres sublime, no especialmente bella, pero desprendes un infinito atractivo y una gran personalidad. 

¡Cómo caminas!
Cómo exhalas el humo a tu antojo sin que nada parezca importar a tu alrededor, tu peinado, tus gafas negras, tu aura, tu vestido… 
Todo totalmente medido. Todo controlado.

Te presentas fácil, accesible, y a la vez inalcanzable. Sólo te podré poseer si me convierto en tu esclavo, en el bufón de tu corte, en tu chico de los recados...

Te muestras fría, pero sé que eres ardiente. Tu apariencia frígida esconde el placer infinito. Tú eliges y llevas las riendas. Y sé que me vas a matar.


“Siempre he tenido debilidad para lo que yo llamo mujeres kamikaze. Las llamo kamikaze porque, bueno, se estrellan con el avión. Son autodestructivas. Pero se estrellan contra ti y tú te mueres con ellas”

 No eres una mujer kamikaze por las que tenía devoción Woody Allen en Maridos y Mujeres. No eres de aquellas que se lanzan vertiginosamente a la vida y deciden chocar contra mí: Soy yo el que te va a buscar, aunque sepa que el choque es mortal.

Eres una de las cosas, con absoluta certeza, por las que merece la pena vivir, aunque ese punto álgido de mi vida signifique mi muerte.



La perversidad humana no tiene límites:
¿Hasta qué punto, puede llegar la imaginación y la maldad de la mantis religiosa?
¿Hasta qué punto puede llegar a dominar una mujer como tú?

Quién es más perverso entonces...

¿Tú o yo?


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