viernes, 17 de enero de 2014

Otra noche (Volumen 23): Recuerdos, primavera y libélulas.


Me levanté aquella mañana turbada por la confusión. Masturbada horas antes, perdida en extraños pensamientos desde que me acosté. Mirarme al espejo y darme agua a la cara -porque aquello no puede llamarse lavar- no hizo más que confundirme más. La idiotez de empezar un nuevo día cuando todos parecen igual de viejos y repetidos. El engaño de ponerme guapa cuando cada vez estoy más fea y, sin embargo me importa menos. La terrible sensación de no saber qué día es hoy.

Hoy no es ayer. A veces tengo la tentación de explicarme todo así, pero seguramente no hay mucho que explicar ni ayer, ni hoy, ni mañana. Estoy viva y es más de lo que muchas personas pueden decir. Estoy viva y es peor de lo que mucha gente puede esperar.





Mañanas como ésta son cada vez más habituales en mi vida. Lo peor de estas mañanas es que van seguidas por el día y, habitualmente, eso no lo arregla. Estas mañanas que acarrean estos días. Días en los que es mejor cualquier cosa que ser yo, aunque no me gustaría ser nadie. Nunca he querido ser nadie que no sea yo misma, pero cualquier cosas sería mejor que ser yo. Quizás deba montarme en un barquito de papel y salir a navegar el día que tan lleno de nubarrones ha diseñado esta tremebunda mañana. En un barquito de papel que tenga la capacidad de, si las aguas son propicias, aguantar mi peso y navegar con tranquilidad y rumbo fijo a ninguna parte. O si las aguas están revueltas, recordarme tocando sus paredes que es frágil y que en cualquier momento puede deshacerse y dejarme caer al agua, navegando con dificultad con un destino terrible, sin poder cambiar de rumbo.

Voy a echar un pensamiento al aire: Como llegue la primavera y no estés a mi lado, voy a tener que tomar medidas muy serias.

Mi ropa sigue oliendo a ti. He probado docenas de detergentes y suavizantes diferentes, pero sigue oliendo a ti. Incluso he probado detergentes con suavizantes incorporados, de esos que no necesitas comprar las dos cosas porque ya te vienen en uno solo. El mundo sigue siendo un lugar estúpido en el que nos acostumbramos a comprar cosas de dos en dos, cosas que son necesarias la una para la otra y que, de repente, se innova y alguien las comercializa juntas, la una incorporada a la otra. Lo que hacía tu cama con nuestros cuerpos. Lo que hacía mi mente con la tuya. Oliendo a ti constantemente. Como este puñetero armario lleno de aromas y recuerdos. ¿Dónde están las polillas y el alcanfor cuando se les necesitan? 






Echo el pensamiento a volar y me doy cuenta de que más que pensar, te amenazo. Y amenazarte a ti, simple y llanamente es amenazar a la persona que ha echado el pensamiento a volar. Y me tengo miedo. Pánico. Pero que llegue la primavera y estés a mi lado, sólo pido eso, llámalo amenaza o pensamiento soltado al viento. Necesito que llegue la primavera y que estés a mi lado. Así no puedo. Quiero dejar de sólo sobrevivir. Una primavera llena de alergias, de bichos, de cambios de clima y de ti. Plena de ti y de tus olores ¿Sabes que libélula en inglés es “dragonfly”? Pensar que tu idioma es menos bello por no tener esas palabras. No haber visto una libélula en tu puta vida. Ni un dragonfly. O no estar segura. Joder, necesito un dragonfly en mi vida. Un dragonfly que pase cerca en primavera y que nos dé tiempo a que me lo señales con el dedo, me preguntes si sé qué es con tono sabiondo, y luego me sueltes aquello de que libélula en inglés es “dragonfly” y tirarnos horas hablando de lo bonita que es la palabra “dragonfly”, lo poco actractiva que es en castellano y lo horroroso que es el bicho.



Me ha costado asumirlo, pero ya soy completamente consciente: Soy adicta a tus recuerdos.







B.S.O.: "Puta" (Extremoduro)



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