miércoles, 7 de agosto de 2013

El listín telefónico no salvó mi vida



"Because maybe
You're gonna be the one that saves me
And after all
You're my wonderwall"

(“Wonderwall”, Oasis) 




Ya casi no tienen utilidad. Nadie los utiliza pero los siguen repartiendo. Es una reminiscencia del pasado más en la que vivimos sin pensarlo demasiado. Los listines telefónicos ya no sirven para casi nada. Nada para lo que fueron creados. Puedes calzar una mesa con él, secar hojas y flores entre sus páginas, elevar la pantalla de un ordenador, defenderte de un acosador arrojándoselo... Pero no sirven para buscar a nadie. La gente que conozco no está en él. Aunque nunca he buscado demasiado. No he sentido la necesidad. Sólo te he buscado a ti, y tú no figuras. Pero sí tu casa familiar. Aquella casa a la que nunca vas ya. Está ahí, un número de teléfono que no sirve para nada, es el de tu casa familiar. Lo hubiera utilizado si lo necesitara o si supiera que allí te podría encontrar. 




No. 

Seguramente no lo hubiera utilizado aunque supiera que podía encontrarte allí. Ya no soy una jovencita arrojada al peligro y al riesgo de esos que buscan el número de tu casa familiar y llaman sabiendo que puede contestar al otro lado cualquier componente de tu familia ya olvidada que dejaste atrás. No sé cuánta gente vivía en aquella casa cuando tú también estabas, pero no me arriesgaría. Y ahora ya no sirve para nada.

Recuerdo un tiempo en el cual eran poderosos. Eran indispensables y creías que todo estaba en ellos. Pero desde muy pequeña empecé a rebuscar en sus números y no encontraba respuestas a cosas que no me preguntaba. Sus páginas llenas de números no me dijeron dónde estaba Amelia Earhart ni quién mató a Laura Palmer. A escondidas busqué cómo contactar con Ronnie Biggs pero tampoco tuve suerte, ni siquiera pude contactar con el equipo KAS de ciclismo que despareció allá por el 79 sin dejar ni rastro. 

A día de hoy mis búsquedas son menos ambiciosas. Me gustaría saber dónde localizar a Spike Lee sin tener que pagar una de las entradas caras del Madison Square Garden para preguntarle por qué hace tanto que no veo ninguna película suya, preguntar a algún familiar si Danuta Lato sigue viva y cómo lleva lo de la gravedad, saber a qué dedica el tiempo libre  Dolph Lundgren, o su equivalente femenino, Brigitte Nielsen




Quizás todo sea tan estúpido como pensar ahora mismo en localizar a Latrell "Melodía de seducción" Sprewell o a Ana, la de Enrique y Ana. 
Quizás todo sea tan estúpido como mal suena poner una “a” delante de un nombre que empieza por “a” como es Ana. Pero claro, hay que respetar el orden alfabético, como bien aprendí del listín telefónico que tanto me ayudó, pese a todo, cuando era niña. Cuando era niña y mi única aspiración en la vida era encontrar a alguien cuyos demonios fueran compatibles con los míos.

Hoy aquellos demonios que nunca conocí del todo, me piden que corte el listín por la mitad. Me lo piden, pero llamando al listín Páginas Blancas. Por todo eso y alguna cosa más, me tengo que plantear muy seriamente por qué llamo listín a algo que mucha gente llama guía. Y dejar de darle vueltas porque, ya sea en la “M” de maravilla, o en la “W” de Wonderwall (que ni siquiera existe, ni en castellano ni en inglés), no vas a aparecer, aunque tú seas la que tienes que salvarme...


Mi maravilla...



B.S.O.: Wonderwall (Oasis)

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