lunes, 22 de noviembre de 2010

Fotos que me gustaría haber hecho a mí (Volumen IV):


“Dalí Atomicus” (Philippe Halsman en colaboración con Dalí)


Hay días en los que no necesito nada. Son esos días en los que me olvido de ser yo misma. Son pocos, pero cuando llegan y me doy cuenta, los disfruto al máximo. Estar fuera de una misma, o simplemente no estar, es lo mejor que le puede pasar a una persona intensa. Es todo tan sencillo y plácido que hasta da miedo. Y entonces, el día pasa a ser normal y empiezo a necesitar cosas. Se acabó el día en el que no necesito nada. He vuelto a recordar quién soy.

Los días habituales están llenos de todo. Es lo que tiene ser yo misma. A veces envidio a la gente que no es yo misma, por no tener que aguantarme. Añoro los días en los que no necesito nada, los días en los que me olvido de ser yo misma. Pero pensando eso no hago otra cosa que alejarme cada vez más de ello y ser aún más si cabe yo misma.

Ayer me olvidé de ser yo misma y no necesitaba nada. Ni a nadie. Me acurruqué bajo la manta en el sofá y encendí la tele sin mucho afán ¿He dicho ya que no necesitaba nada?. Me quedé anestesiada viendo los matinales de noticias sin saber si producía más repulsión Ana García-Siñeriz o los de Telemadrid y eso empezó a preocuparme. En ese momento empecé a ser yo misma y empecé a necesitar cosas. Me asomé por la ventana y vi un pequeño mundo bajo mí ventana que desde el día anterior no existía para mí. Me arrojé sobre él porque ya era yo misma.

Hoy tomo calmantes en un hospital con más de quince huesos rotos y según dicen, he tenido una suerte asombrosa por salvar la vida. Ahora mismo no sé si necesito algo o no soy yo misma. Quizás esté necesitándote y no lo sé. Quizás no lo sepa pero estoy luchando por no pensar demasiado. Quizás los calmantes sean la respuesta para un hiperactivo cerebro que se cansa de ser yo misma.


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