martes, 26 de octubre de 2010

Otra noche sin Dormir (Volumen 6): Manhattan y el trabajo.



Me desperté sudorosa y alterada… Lo primero es lo que realmente me molesta cuando pierdo el ritmo del sueño, lo despertarme sudorosa. Estar sudorosa es lo peor que le puede pasar a una mujer en la cama. Por supuesto, después de no poder dormir… Eso sí que es lo peor que te puede pasar.
Me levanté sin que se diera cuenta. No costó mucho -tiene un sueño muy profundo- y me planté en el lavabo a refrescarme un poco. Lo peor que te puede pasar una noche, después de no poder dormir y de estar sudorosa, es mirarte en el espejo y ver los pelos de loca que tienes de madrugada y descubrir lo mal que te queda su camiseta, por mucho que a ti te resulte muy cómoda para dormir. Quizás debería empezar a plantearme que lo de despertarme sudorosa se podría evitar durmiendo en pelotas. Eso me puede venir de que haya soñado con Marilyn Monroe y sus dos gotas de Chanel Número 5 para dormir. Desde que duermo tan mal, creo que empiezo a interpretar mejor mis sueños.
Mis sueños dormida, claro está.
3:52 A.M.: Como de costumbre, es demasiado tarde para volver a dormir, pero demasiado temprano para empezar a vivir si tu existencia se sustenta en un trabajo que detestas pero que te obliga a sentarte en él frente a una insulsa pantalla de ordenador a ver cómo te cuadran unas cuentas que no te importan lo más mínimo salvo cuando emiten señales extrañas que indiquen que están erradas y tu jefe se pueda cabrear contigo y tengas que buscar otro trabajo rutinario y deprimente con el que volver a comenzar el ciclo que te lleve a pasar más noches sin dormir rodeadas de obligaciones que te permitan alimentarte y permitirte algún que otro capricho de cuando en cuando…
A veces pienso que yo no debería ser así, que me han diseñado defectuosamente. Por qué pienso en tantas cosas…
4:07 A.M.: Me ha salido un pequeño grano en la nuca, en el nacimiento del pelo. No es que sea importante para no poder dormir, pero cuando no duermes descubres cosas insólitas que sólo tienen importancia en esos momentos.
¿Realmente merece la pena vivir así? Es duro hacerse esa pregunta cuando una está sudorosa, son las cuatro de la mañana, tiene el pelo revuelto como una loca, debe ir a trabajar en unas pocas horas y lleva puesta una camiseta de propaganda que le hace de camisón.
¿Es esto lo que me prometieron y por lo que tenía que rezar cuando era pequeña? Debería olvidarme de los gurús eclesiásticos de mi infancia y acercarme a los gurús de mi madurez. Enciendo la tele y no encuentro respuestas. Era de esperar. Busco en la estantería algún valor seguro, algo que nunca me falle y me topo con Manhattan.
 
Ahí están las respuestas:

¿Por qué vale la pena vivir? Ésa es una buena pregunta...

- Groucho Marx.
- Jimmy Connors.
- El segundo movimiento de la sinfonía “Júpiter”.
- Louis Amstrong y su grabación “Potato head blues”.
- Algunas películas suecas, claro.
- “La educación sentimental” de Flaubert.
- Marlon Brando.
- Frank Sinatra.
- Esas increíbles manzanas y peras de Cezanne.
- Los mariscos de Sam Wo´s.


"El rostro de Tracy..."
Saco una libreta y decido hacer mi lista de las cosas por las que merece la pena vivir...
9:57 A.M.: Suena el móvil. Mi jefe enfadado me pregunta por qué no he ido hoy a trabajar. No tengo excusa, me he quedado dormida. 
Quizás mañana sea otro día…


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