Ella era aún joven. 
Al menos así lo
pensaba. 
También los demás. 
Sí, todo indicaba que ella era aún
joven. Pero tenía mucho acumulado. "Vive deprisa" le
dijeron y ella hizo caso. "No hay tiempo que perder"
escuchó también y actuó en consecuencia. 
Y se cansó. 
Tanto, que
se puso a mirar con detenimiento. Como nunca había hecho. Y de
repente apareció aquello. No sabía si se lo había dicho alguien,
si lo había leído por ahí o lo había visto en alguna película,
pero comenzó a retumbar en su cabeza:
Una cosa os voy a decir: Llegadas
ciertas edades es una estupidez quedarse con las ganas.
De repente se sintió mayor. 
Y sin
ganas. 
Todo se iría al traste si miraba hacia atrás. 
Pero como tantas otras veces se dijo a
sí misma: Yo no soy estúpida. Guardó el libro, apagó la película
o le cerró la boca al que hablaba, es un detalle que da un poco
igual. Se lanzó a no quedarse con las ganas. Ahora sólo necesitaba
saber qué era aquello que representaba la juventud y las ganas. 
Pero
esa ya, es otra historia...
 

 
 
