- Y tú, ¿Cómo puedes hablarme sabiendo los deseos que despiertas en mí?
- ¡Touché!
- Follemos.
- Tampoco es eso...
- ¡Hagamos el amor!
- Quita esa música y bailaré para ti.
- Quiero follar antes.
- ¿Cómo puedes pensar en follar mientras hablamos?
- ¿Cómo podría no hacerlo?
- Touché otra vez.
- ¡Hagamos el amor!
- Fóllame de una puta vez, que no te enteras de nada.
Y follamos como si no hubiera un
mañana. Pero sí lo había. Y Battiato en italiano fue interrumpido
por el despertador que les dijo que ya estaba bien por esa noche.
Ninguno de los dos sabíamos quién lo había puesto, pero una vez
que sonó, nos cortó todo el rollo.
No volvimos a follar.
Nunca más.
Battiato no sabe nada del tema, pero
algún día lo mataré porque necesito echarle la culpa a alguien. O
follar con otra para olvidar cómo hacíamos el amor...
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