martes, 12 de marzo de 2013

Otra noche sin dormir (Volumen 18): De bucles, idiomas y muertes



Esa extraña sensación al despertarte, en la que eres completamente consciente de que el día ha nacido muerto. Y seguir con eso adelante…

A woman in the sun (Hopper)


Todo consiste, más o menos, en lavarme la cara después de poner en el mp3 portátil el Subterranean Homesick Blues de Dylan en bucle. Hay que ponerlo en bucle porque dura escasos dos minutos y cuarto y gana con la repetición. Aún sin saber muy bien qué dice la puñetera canción. Frustraciones de la vida como el no saber inglés se acumulan en mi cabeza en momentos en los que escucho una y otra vez, en bucle, el Subterranean Homesick Blues de Dylan. No sé inglés, o al menos, no al nivel como para entender lo que dice una canción. Y menos aún, de Dylan. A veces he pensado que de poco me valdría saber inglés para entender a Dylan porque el cabrón canta como si quisiera que nadie pudiera descifrar sus sonidos bucales. Pero me encanta. Y me pongo en bucle una y otra vez su Subterranean Homesick Blues aunque no lo entienda. El día ha nacido muerto, la rutina me la sé.

Mi vida y mi muerte también suenan en bucle y ni siquiera son de Bob Dylan. Es mi manera de seguir adelante.

Cogí la carta después de leerla y pensé qué coño podría hacer para entender aquello. Al menos, sacar algún mensaje de ella, saber lo que tratabas de decir con esas líneas. Está escrita en mi idioma materno y la entiendo menos que el Subterranean Homesick Blues de Dylan por más que la lea en bucle, una y otra vez.

La miré por arriba y por abajo, por delante y por detrás. La leí en diferentes idiomas pero sé que no soy políglota y por ahí iría en camino equivocado. Como al intentar escuchar canciones en inglés. Como al escuchar a Dylan. Aunque sea en bucle por enésima vez. 
Le pasé una vela para ver si estaba escrita con tinta de zumo de limón, le pasé un control antidrogas por contrastar si estaba escrita con sangre y qué había podido adulterar la misma. 

Desesperada, me miré al espejo al lavarme la cara. Ahí estaba la respuesta. El espejo que todo nos lo dice, hasta lo que no nos gusta. 
Enfrenté tu carta al espejo del baño, pero no veía nada. Seguía sin ver nada.
Pensé en el espejo de cuerpo entero que tenía en el dormitorio. En ese dormitorio donde pasamos tantas noches maravillosas y donde no quieres volver a entrar como si fuera la zona de exclusión tras una catástrofe nuclear.
Me desnudé como tantas veces me hiciste. Yo sola. He aprendido a hacerlo. 
Desnuda cogí la carta y la puse frente al espejo. Detrás me puse yo completamente desnuda.
Y ahí estaba la respuesta. 
El reflejo del espejo me dio lo que estaba buscando.
Me masturbé como casi nunca lo había hecho en mi vida. El Subterranean Homesick Blues de Dylan seguía sonando una y otra vez.

En bucle en mi mp3 portátil....




B.S.O.: "Subterranean Homesick Blues" (Bob Dylan)



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