miércoles, 25 de noviembre de 2020

martes, 17 de noviembre de 2020

Microrrelatos sin pudor (Volumen 50): Pasar a ser TU YO (o el drama de dejar de ser YO).

 


Después de rozarme la mejilla con el envés de tu mano, 

después de recoger el pelo de mi frente jugueteando con tus dedos, 

después de… 

Ya no era YO. 

Pasé a ser TU YO. 

Como tantas veces. 

Por mucho que luche por ser YO, 

acabo siendo TU YO siempre que vuelves y me tocas.



B.S.O.: "Tan fácil" (Piratas).




miércoles, 28 de octubre de 2020

11º Aniversario (Año 60 D.D.): Las cosas que hacen que la vida merezca la pena (actualizado a 2020)

 

"Los libros que aún no me leí

y las canciones que aún no he escuchado

forman hoy parte de mí,

transforman mi pasado"

(“Pesadilla Genérica” Nacho Vegas)





Cerramos el año de una vez. Va siendo hora de ponerse en otra dimensión. Once años ya con esta tontería que ha ido más allá de lo que pretendía, aunque para mucha gente no valga nada. Esto ha sido un buen tiempo para ti, pero ya no. Esto ha sido, es y será, aunque sea secretamente, para ella. Para todas ellas...

Según me cuentan, una de las carencias de cabezadeavestruz (entre otras miles) es no tener una pestañita de información o de “Acerca de” que le explique al visitante de turno (o sea, usted) quién perpetra esta historia. Hay muchas personas que pierden el encanto de leer este blog en cuanto descubren qué hay detrás de él. Por ello no pienso dar datos biográficos comprometedores, a todas luces irrelevantes, sino que vamos a centrar el tema en lo que a todas y todos nos define: Las filias y fobias, los comportamientos, las adhesiones, los desprecios…

Este es el vademécum, actualizado, que hace que cabezadeavestruz siga en pie y el que habrá que analizar para saber si seguirá adelante. Básicamente las mismas que hacen que merezca la pena casi todo.

Son las Cosas por las que merece la pena estar aquí

El Like a Rolling Stone de Dylan. El Like a Rolling Stone de Dylan interpretada por los Stones. Pensar que todo puede ser mejor. Creer que, pase lo que pase, siempre me querrás. Cate Blanchett. El atardecer. El whisky de malta. Las desgracias ajenas. Las notas mentales de Homer Simpson. Las chicas de derechas. Susan Sarandon, Tim Robbins y Mark Ruffalo. El botón rojo que todo lo activa. Mirar atrás. No conocer a los que salen en las noticias de sucesos de la tele. Ver perder al Real Madrid. El Jamón Serrano. La Familia Corleone. Juliette Binoche. No saber qué es para mí el cielo. Andar descalzo. El olor a napalm por la mañana. Harvey Keitel. Faemino y Cansado. Seguir pensando si me gusta más el Joker de Jack Nicholson, el de Heath Ledger o el de Joaquin Phoenix. Wendy James. María Valverde. Christina. Cristina. Natalie Portman y Ariadna Gil con el pelo corto. La adoración por Ray Loriga, Calamaro, Gonzalo Suárez y otros que nadie conoce y que ni siquiera ellos lo saben.

El odio por los días impuestos (Hispanidad, Navidad, San Valentín, Constitución…) aunque algunos permitan descansar de otros días. Jessica Lange follando con Jack Nicholson en El Cartero siempre llama dos veces. Jessica Lange años después. Jessica Lange por mucho tiempo que pase. Enamorarse de conversaciones y de momentos. Palabras como: Crisálida, miscelánea, austrohúngaro, despreciable, paradigmática, tamizar, disgusting, fornicable, la mayoría de los adverbios terminados en –mente, obrigado, fanfarria, sinalefa, marabunta, bambalina, desidia… Aunque algunas no sepa bien qué significan, ni vaya a utilizarlas nunca. Buenos Aires y Nueva York. Lisboa y Garganta la Olla. Regalar y que me regalen. Salirme de la norma. Steve Nash y Nacho Azofra. Amanece que no es poco. Saber que no me gusta el sabor del cordero malo. Un sms (ahora un mensaje de WhatsApp) de alguien que estaba perdido. Las visitas inesperadas de las musas. Encontrarse con alguien con el paso del tiempo y ver que nada ha cambiado. Adorar el frío y odiar el calor. El olor a gasolina. Estar en casa. Salir como un adolescente. Noviembre y los Jueves. Que sobre el dinero. Acumular cosas. No tropezar dos veces con la misma piedra. Detestar que me intenten convencer de que lo que cuesta mucho se disfruta más después.

Anhelar llegar arriba del todo con el menor esfuerzo posible. Los 7 pecados capitales, uno a uno, empezando por la Pereza. Las Flores del Mal de Baudelaire, Rimbaud y toda la Francia literaria de aquella época. Oaxaca y las señoritas que aún no conocemos. Ser consciente de la relatividad de todo. Detestar Sevilla y enervarse con Andalucía. Que me miren y no me dé miedo. La Brown Eyed Girl de Van Morrison. Kusturica y Karra Elejalde.

Me gusta tener buena memoria, y cada vez me gusta menos no poder olvidar. Me gusta reírme de cosas que sólo yo entiendo. Me gusta reírme enfermizamente de cosas simples. Desprecio pensar que hay que hacer algo con la vida. Odio hacer lo que tengo que hacer y que la gente lo haga y sea normal. Me encanta (y me pone) ver en unos ojos deseo por mí. Me pone más aún que a eso le acompañe una sonrisa, y todavía más que la línea de dientes superior muerda el labio inferior sin perder la propia sonrisa. Que me digan algo que me halague mucho, y más aún si la frase empieza por una exclamación de tipo sagrada (¡Dios!, ¡Virgen Santa!...). Me da miedo reproducirme y no pienso hacerlo.

Leer Lolita puede justificar una vida. Leer la Biblia también, pero no me gusta en su totalidad. Desprecio infinitamente los que hacen gala de su incultura y a los que les parece gracioso y normal. El acento bonaerense y las canciones en francés cantadas (más bien susurradas) por mujeres. La parafernalia religiosa. La Gran Vía de Madrid. No tomarme nada demasiado en serio. No haber muerto en la cruz a los 33 años, o a los 27 de sobredosis. Oír la lluvia caer. Sentir el aprecio sincero. Recordar viejos tiempos. Regalar canciones. Hacer llorar de emoción. No tener una enfermedad terminal. Las confesiones inesperadas y el sexo en los confesionarios. Ese momento en que te das cuenta de que dejas de ser hijo pero no te conviertes en padre. Volver a ser hijo porque no eres padre ni madre. Aún no te has ido y ya te echo de menos. Mi vida con gafas. El picante bueno y necesario. Fernando Pessoa, los hermanos Cohen y los principios de Julio Medem y Juanma Bajo Ulloa. Magic y Bird. Brindar a tu lado, si tú quieres, claro. El monstruo del lago Ness y la Santa Muerte. Alex de La Iglesia y Phoebe Waller-Bridge. Esa sensación de admiración que te transmite alguien objetivamente digno de ser admirado por mí, pero que no es consciente de ello. Keith Richards y Eric Cantona. El cinismo, el sarcasmo y la ironía. Woody Allen y David Trueba. Sorrentino y Scorsese.

Tomar primero Manhattan y después Berlín. Cecilia Rot, la absenta y Carlota Casiraghi. Un mundo donde quepan muchos mundos. Tener razón y saberlo antes. El Principito, El Miajón de los Castúos y Paul Auster. Los momentos de intimidad no buscados. Los Soprano, The Wire y Fleabag. Sentirme identificado con buenas canciones. En el Camino, la Generación Beat, Johnny Deep y Leopoldo Mª Panero. Fumar y beber como Don Drapper. José Luis Cuerda siempre. El mezcal y que todo sea ahorita. Maradona, que no es una persona cualquiera. La adoración de los que me quieren y el desprecio de los me odian. La diferencia. Bailar con el demonio a la pálida luz de la luna y no hacer planes con tanta antelación. Vender el alma al mejor postor. Ser, a la vez, la mejor y la peor versión de mí mismo. Nick Hornby y el Por qué te quiero en 65 palabras. Julián Hernández y Andy Chango. Julio de la Rosa, Malasaña y Lavapiés. Dalí y Francis Bacon.

Hacer locuras con la luna llena como excusa. El Jardín de las delicias. Buñuel, Frank Sinatra y No empezar a chuparnos las pollas todavía. La blasfemia en voz baja, Enrique Vila-Matas y que mis amigos sigan queriéndome y sabiendo que lo son. Stanley Kubrick y la frase final de “Eyes wide shut”. El Perfect Day de Lou Reed y Saber si vas a dejarme entrar en tus sueños, para dejarte entrar en los míos. Consumir televisión y Halle Berry diciendo “Hazme sentir bien”. Los Celtas por encima de los Íberos y las bacanales romanas. Mi matrimonio a tres y las demás certezas que me salvan la vida sin enterarse. Sin enterarse tú. Los Pistons de los Bad Boys, Denis Rodman y los Kings de Webber. Sentir mi fragilidad en un mundo descomunal y ser consciente de que la gente sin imaginación creen que los demás también llevan una vida mediocre. Hacer una oferta que no podrás rechazar y, por supuesto, Maribel Verdú siempre, y cada vez más…





Y así, hasta el infinito… A fin de cuentas, Aquí nunca dejamos que la verdad destroce una leyenda… (O algo así decían en “El hombre que mató a Liberty Valance”)

Este puede ser el Kit de Supervivencia de cabezadeavestruz, cosas por las que merece la pena seguir adelante. Pero hay mucho más, sólo que ahora no cabe… 





martes, 9 de junio de 2020

¿Volverás a besarme?


¿Serás capaz de volver a besar a un extraño?
¿Volverás a besarme algún día?



Las preguntas se acumulan mientras no nos vemos y no sabemos si volveremos a vernos. 
Algunas preguntas que nunca te habías hecho. 
Otras que ya has olvidado. 
Y el tiempo pasa. 
Sin los besos. 
Es hora de empezar a responder con algún beso, o enterrarlos para siempre.

¿Volverás a besarme algún día?
¿Serás capaz de volver a besar a un extraño?




jueves, 28 de mayo de 2020

Cuentos desfasados: Las historias que no son historias.






Anoche escribí una historia que no terminé. Cuando no terminas de escribir una historia quizás no se pueda llamar historia. Pero llamamos historias a cosas que nos están pasando, aunque no veamos cómo van a terminar. Yo estaba escribiendo una historia y sabía cómo iba a terminar. Era bonita. Creo. Nos empeñamos en pensar que las historias son bonitas cuando las estamos viviendo. Pero cuando terminan, nos cuesta reconocer su belleza. Quizás fuera muy bella porque no pude terminarla. Era una historia sobre las noches y tú. Todas las historias contigo son bonitas. Aunque algunas ni hayan empezado. Y las noches suelen ser preciosas. Cuando no hace tanto calor. No pude terminarla. Estaba sucediendo en la fotografía. Aunque fuéramos tú y yo. Narraba cosas que nos gustaban a los tres. A ti, a mí y a la noche que no es calurosa. Puse algo así como “llenaré de leche tus sueños”. Y tuve que dejarlo porque me parecía raro. Aunque, quizás, es lo que estabas esperando que te contara. Signifique lo que signifique. Y terminé la noche sin acabar la historia...



jueves, 21 de mayo de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 28): El cuento sin título, el que no fue ni será.





Érase una vez el amor en cuarentena.
Érasen una vez los abrazos rotos.
Érasen una vez los besos robados.
Érasen una vez los abrazos prohibidos.
Érase una vez el sexo aplazado.




Cuando todo sea la distancia adecuada.
Cuando todo sea la nostalgia del antes que ya no está.

Dónde están los besos que te debo, en una cajita.

Y vivieron felices y comieron saudade eterna...


B.S.O. 1: "La distancia adecuada" (Christina Rosenvinge).
B.S.O. 2: "A fuego" (Extremoduro).





domingo, 17 de mayo de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 27): El libro que te debo.


Me miraste a los ojos, me cogiste de la mano y me susurraste al oído: 

"Ven conmigo, tengo una isla desierta para los dos". 

Fui detrás tuya y sólo tenías ojos para las aventuras de los demás y tus libros. 
Aprendí a leer, empecé a leerte, y me di cuenta de que tenía que escribir un libro




Un libro para que sólo tuvieras ojos para mí. 
Un libro para que tuvieras todas las aventuras. 
Un libro para que me cojas de la mano cada vez que lo abras. 
Un libro para que me susurres a oído. 
Un libro para que la isla desierta que soy esté siempre llena de ti. 
Un libro...



miércoles, 13 de mayo de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 26): El escritor tóxico.




Últimamente no paro de escribir. 
(mentira)
Parece que el tiempo se me está acabando y lo mejor de todo es que no paro de escribir.
(mentira)

Escribo cosas bonitas para ti y resulta que son tóxicas para los demás. 
(verdad)
Y eso me alegra. 
(verdad)

Como que últimamente no pare de escribir. 
(mentira)
Aunque el tiempo se me esté acabando, lo mejor de todo es que no paro de escribir.
(mentira)

Escribo cosas bellas para ti y resultan tóxicas para los demás. 
(verdad)
Eso me alegra.
(verdad)

Pero se me acaba el tiempo y las cosas bellas que últimamente escribo, porque no paro de hacerlo, resultan tóxicas para los demás y también para mí.
(mentira)

No me importa.
(verdad)
Se me acaba el tiempo y no paro de escribir.
(mentira)
Son cosas bellas para ti. 
(verdad)
Nunca hice mucho caso a la toxicidad de las cosas. 
(mentira)
Fuera para quien fuera... 
(y más mentira)




B.S.O.:Miento cuando digo que los siento” (Bunbury).




lunes, 11 de mayo de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 25): Tengo, tengo, tengo y tú no tienes nada.


TENGO una libreta que se escribe sola. 
Recuerdos de ti sin conocerte.
Un libro que se lee sin siquiera ver su portada ni abrir sus páginas.
TENGO un amor que no sabe que lo es y orgasmos furtivos sin tocarme.
Un disco que se oye sin sacarlo de su funda.
Cuentan por ahí que hay archivos de Word que se escriben solos y llenan cientos y cientos de páginas, y miles y miles de caracteres, sin que hayas iniciado nada en él.



TENGO un dolor que me mata lentamente (y eso tampoco sé por qué es).
Tantas cosas que se resumirían en una sola.
En una sola cosa que no te voy a decir qué es.
Porque es la única que no TENGO.
Un antídoto contra el dolor.
Porque no quiero tenerte.

Y TENGO ganas de que me tengas...



B.S.O.: "Esta vida es una mierda" (Siniestro Total).




sábado, 9 de mayo de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 24): Me verás en los carteles para hacerte irme detrás.


Foto: ‘Vivre sa Vie’ (Jean-Luc Godard, 1962). 

Y así, en una historia ideal, lo que debería ser nuestra historia perfecta, en unos años caminarás despistada por la calle y te cruzarás con una marquesina con publicidad, en la que verás el cartel publicitario de algo muy bonito en lo que yo soy protagonista. 

Me reconocerás. 

Te acordarás y lamentarás no haberte dado cuenta antes. No haberte dado cuenta hoy. Ni hace tiempo. Y en tu mano estará probar si aún no es tarde y salir a buscarme o lamentarte aún más fuerte. 

Para siempre. 

Hasta que me vuelvas a ver en otra foto. 
O vuelvas a saber de mí...



B.S.O.: “Rock & Roll Star” (Loquillo).


viernes, 1 de mayo de 2020

Cuentos (nocturnos) de la cuarentena (Volumen 23): Te voy a hacer una propuesta.





Buenas noches:

Voy a hacerte una propuesta, pero no es necesario que la aceptes, porque no es condición indispensable tu colaboración, aunque sería mejor para los dos:

Voy a entrar en tus sueños en cuanto te duermas. Si te das un paseo por los míos, aunque sea de lejos, sería precioso. Si no, da igual, sigue con tu aventura, pero fíjate a tu alrededor porque aquello que ves y no sabes muy bien qué es, soy yo. Te estaré vigilando porque es la única manera que tengo de dormir a gusto.

Si al despertar descubres que todo ha sido una pesadilla, ignora esta proposición, nunca existió...

Dulces sueños.


miércoles, 29 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 22): Todas tenemos días ventosos que nos despeinan.





El día que decidiste dar la vuelta a mi vida, 
con un violento viento,
 no sospeché que pudieras dejarme empantanado 
en un mundo tan lleno de nubes y de tinieblas.

Pero es el mundo que me queda, 
o sea que tendré que aprender a vivir en él, 
sin paraguas, 
sin katiuskas, 
con temblores de ausencia, 
porque algún día saldrá el sol 
y seré yo el que sople los vientos 
que den vueltas a todo.

Mientras tanto, 
conforme estoy con que no llueva 
o se me caiga el cielo 
encima...








sábado, 25 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 21): Abril y tus globos.


Abril siempre había sido su mes favorito. 
¿Es necesario que todos tengamos un mes favorito? 
No lo sé. 

Abril era su mes favorito por muchísimas razones. 
Eso era tan, o más, respetable que el color favorito de alguien sea el azul o el rojo, porque seguramente no tendrá demasiados argumentos para defenderlo más allá de la querencia o el gusto.



Abril es el mes de los cumpleaños y las fiestas. 
Los cumpleaños y las fiestas de los nacidos debido a la alegría de la paga extra de verano. 
Aquellos tiempos que ya no volverán. 
Abril se va con más de una fiesta para ti, pero en la que yo te espero no viene nadie. 
Porque era una fiesta solo para ti aunque tú preferías otras. 
Es lo que tiene que abril sea el mes de los nacidos por la alegría de la llegada de las vacaciones y los ingresos extra.

Disfruta de la fiesta. 
Es la que tú has elegido. 
Recuerda que siempre puede ser abril y puedes montarte la fiesta que quieras.
Conmigo o sin mí, tú decides.

Los globos se irán desinflando poco a poco, no te preocupes por mí. 




B.S.O.: "De momento, abril" (La Bien Querida).



viernes, 24 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 20): Conseguir.



Érase una vez
cuando yo

TRATÉ DE CONSEGUIRTE
CONSEGUÍ TRATARTE

Fue uno de los mejores 
momentos 
de mi vida.

Fin.





martes, 21 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 19): El equilibrio es imposible.


Él le dijo que no le llamaba más veces para no agobiarla. A ella le sonó a excusa. Él lo decía con sinceridad. Ella pensó que no él no pensaba en ella tanto como ella pensaba en él. Él pensaba constantemente en ella y ella pensaba constantemente que él no pensaba tanto en ella como ella pensaba en él. 
Los dos pensaban mucho. 
Constantemente. 
Pero no se llamaban.




Ella le dijo que prefería que le llamara sólo cuando le apeteciera. Él le dijo que le apetecía constantemente y no podía hacerlo siempre. Ella pensó que él lo decía por quedar bien. Él pensaba que no quedaría bien si le llamaba siempre que le apetecía. Ella le dijo que le apetecía mucho llamarle más y que él la llamara a ella más. Él le dijo que a él también le apetecía llamarla más y que ella le llamara más a él. 
A los dos le apetecía mucho. 
Constantemente. 
Pero no se llamaban.


Él y ella pensaron que ella y él no pensaban lo mismo.
Pero se echaban mucho de menos. 
Constantemente...




B.S.O.: “El equilibrio es imposible” (Iván Ferreiro feat. Santi Balmes).


domingo, 19 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 18): ¿Estarás ahí cuando todo esto acabe?




¿Te acuerdas? No teníamos prisa. No quisimos acelerarnos. ¿Recuerdas?

(Espera, que estoy mandando un mensaje).



¿Por qué no aprovechamos en aquel momento? 

(Ya, perdona, estaba hablando con otra persona).



Te decía que no nos dimos cuenta en aquel momento.
Es que aquel momento no era lo que significa aquel momento en este momento. 
No me líes. Si no quieres hablar del tema, lo entiendo. Pero no me líes.
No te lío. Ahora todo es diferente.
Por eso. En aquel momento tendríamos que haber aprovechado el momento. Porque ese momento ya no va a volver.
Estamos viendo los momentos pasados como momentos diferentes porque el momento que vivimos cambia todos los momentos.

(Perdona, dame un segundo).



¿Decías?
No me líes de nuevo.
Piénsalo.
Si lo pienso mucho me da miedo.
¿Por qué? 
Porque ese momento ya no va a volver. 
No hubiera vuelto nunca. Fuera cual fuera este momento.
También es verdad.
¿Podremos buscar un momento en el futuro?
¿Cuándo?
Cuando todo esto acabe y volvamos a buscarnos.
¿Nos vamos a buscar?

(Perdona, son las 19:58, vamos a aplaudir).



Tengo miedo a lo que vaya a venir.
Yo estoy deseando que venga ya lo que sea.
¿Y si no nos gusta?
Será nuestra culpa.
¿Y si nada vuelve a ser como antes?
¿Cómo era antes?
No lo sé. Sólo sé como recuerdo que pudo ser.
Ya, otra vez lo de los momentos, lo de nuestros momentos, lo de los momentos que se fueron...
Lo del momento de ahora, lo del momento de cuando se pueda...

(Voy a cenar. Luego hablamos. Si quieres).



¿Cómo te encontraré en el futuro si no recuerdo lo que se nos quedó en el pasado? ¿Cómo afronto el presente sin saber cómo va a ser el futuro? ¿Cómo te vuelvo a encontrar?

(No te pierdas).




B.S.O.:Nuestro momento” (La habitación roja).




viernes, 17 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 17): Bailar de lejos, ¿no es bailar?


(“Love From a Distance”, René Magritte).


Bajó el volumen de la radio para poder hablar con él por Skype. Por fin llegó el momento:

- ¡Hola!, ¿Cómo estás?
- "Bailar de lejos no es bailar, es como estar bailando solo..."
- Tú siempre tienes una canción para todo.
- En este caso es muy cierto.
- "Tú bailando en tu volcán..."
- Esto así no va a funcionar.
- Funcionará si nosotros queremos.
- Los amores a distancia no suelen funcionar.
- No suelen, pero pueden.
- Los amores a distancia no son amores.
- Un amor real puede con todo.
- ¡Bésame!
- Estás muy lejos...

Subió el volumen de la radio: "...Bailando tú en el polo" sonó al instante mientras apagaba el ordenador.



jueves, 16 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 16): Homeopatía para el alma.


Érase una vez, por aquellos tiempos, cuando el tiempo pasaba de manera extraña y todas nos sentíamos un poco raras, una persona que se asomó a la ventana. 
Y se fijó en la ventana de al lado. 



¿Qué tal?, le dijo a su vecina. 
Bien, aquí andamos, ¿y tú? ¿Cómo lo llevas?, le respondió sin mirarla. 
Bien, gracias, respondió girando la cabeza. 
Se entró para dentro y cerró la ventana. 
Pensó en qué hacer ahora. 
No le apetecía volver a sacar la cabeza, de nuevo, al mundo exterior. 
¿Qué pasará mañana? 
¿Y pasado? 
¿Y el mes que viene? 

Se tumbó la cama y se dio cuenta de que nada podía hacer, salvo estar bien.
 Pero, ¿cómo podía estar bien si ni siquiera podía hablar de manera normal con su vecina? 
Pues estando bien, como siempre. 
¿Qué es estar bien? 
No esperar mucho, se dijo. 
Pero no se escuchó. 

Se dijo que estaba viviendo algo único y diferente, que nada sabía de aquello y mucho menos de lo que estaba por venir. 
Fuera lo que fuera. 
¿Qué hacer? 

Afrontar la vida. 
Sin más.

Y se enfrentó a las cuestiones cotidianas de su vida desde una perspectiva homeópata. 

Al día siguiente sería otro día. 
Pero tampoco lo iba a pensar demasiado...


martes, 14 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 15): Los pequeños detalles del principio o el final de algo.


Cada día es una suma de pequeños detalles. Detalles que deciden. Deciden si todo esto nos da la sensación de estar en medio del principio o del final de algo. Es una sensación generalizada, por lo que me cuentan desde fuera de mi cueva. No son más que detalles. Pequeños detalles. Pero nuestra vida es tal como es por esos pequeños detalles. Pequeños en general, pero grandes en lo particular. 



Como el pequeño detalle de que Lucía Lapiedra pasara a llamarse Míriam Sánchez. El pequeño detalle de un cambio de nombre, el gran detalle de la retirada de una estrella del porno. El pequeño detalle de poner una raya en un sitio u otro que condiciona la visión general de la obra. Con cuatro rayas Picasso dibuja un culo perfecto. Mal colocadas quedarían como el culo. No perfectas. Ni como un pequeño detalle. Como ese detalle que hizo que no acercara mis labios a los tuyos cuando tuve que hacerlo. Pequeños detalles que fueron el principio o el final de algo. Como cada día. Ahora nos hemos quedado perdidos en la mitad. 

La suma de los pequeños detalles que dan como resultado un culo perfecto, el final de una estrella del porno, los labios que no se acercaron cuando tuvieron que hacerlo, o la mitad del principio o el final de lo que estemos viviendo.





domingo, 12 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 14): La felicidad, el turismo y el piercing en el pezón derecho.




Esta es una foto de cuando eran más felices. De cuando hacían cosas juntos. Aprovechar los museos, cuando hacían turismo, para echar una siestecita reparadora. Esa siestecita que les ayudaba a seguir dando paseos por la ciudad que fuera, para ver lo típico. Sin prisas pero con el tiempo limitado. Viajes de varios días, conociendo con tranquilidad esa ciudad que siempre soñaron con visitar cuando eran jóvenes. Cuando no podían. Quizás, en esa época en la que soñaban con viajes aún no se conocían. O no eran pareja. No es importante para la historia. Ahora son pareja. Llevan muchos años juntos. Quizás tengan hijos y nietos. Es lo más probable pero tampoco es relevante en la historia. Tienen ganas de hacer muchas cosas que no pudieron hacer en su momento. Ahora ya, sólo quieren aprovechar. Esta foto es de uno de sus viajes. Cuando eran más felices.



Hoy no pueden viajar. Están en casa. No entraremos en los motivos, pero llevan mucho tiempo en casa y no pueden salir. No es suntancial en la historia. Se han pasado media vida viviendo juntos pero ahora están mucho más juntos de lo acostumbrado. Constantemente. Ni un paseito, ni una quedada con las amigas para desayunar, ni una partida en el bar del barrio. En casa. Constantemente. Los dos solos sin salir nunca. Con lo que ello conlleva.

En la foto, cuando eran más felices, están dormidos. En la foto no se aprecia bien el detalle clave de esta historia y que ella llevaba en secreto. No se ve pero ella lleva un piercing en el pezón derecho. Se lo hizo unos meses antes. Por hacer algo diferente. Porque le hacía ilusión. Se pusieron de acuerdo cuatro amigas y se lanzaron. Al final sólo se lo hicieron dos. Las otras se echaron atrás a última hora. Aunque la idea surgió de una de las que no lo hicieron. Y la principal animadora fue la otra que tampoco llegó hasta el final. Nuestra protagonista sí se lo hizo. 

Pero él, su marido, su compañero de vida, no lo sabe. En la foto aún no lo sabe. ¿Para qué? Ella sabía que él no lo iba a entender, mejor no contarle nada. Todos tenemos secretos y espacios privados. Aunque sean parte de nuestro cuerpo. Nos ayuda a vivir. Secretos y espacios privados hasta para la persona que más secretos y espacios privados nuestros conoce. Y comparte.

En esa foto aún eran felices. Hoy, sin querer, él ha entrado al baño mientras ella terminaba de secarse. No se había dado cuenta. Pasan mucho tiempo en casa, sin salir, y han perdido las rutinas habituales que les hacían vivir casi sin pensar lo que iban haciendo cada instante. Ha entrado en el baño y estaba ella, secándose y dándose crema. Ha pedido perdón y ha salido. No pasa nada, tonto, ha dicho ella. Él ha visto algo brillante en el pezón derecho. Pero sabe que no es el mismo brillo que vio la primera vez, hace muchos años, cuando le vio el pezón derecho y tanta ilusión le hizo. Ella se ha dado cuenta de que tenía a la vista el piercing del pezón derecho y que él, que sigue conservando mejor vista que ella, lo ha tenido que ver. Seguro. Pero cuando ha salido del baño, ya vestida, no ha dicho nada. Él tampoco ha dicho nada al respecto. Ella cree que él no sospecha que se ha dado cuenta de que le ha visto el piercing en el pezón derecho. Él piensa que ella no se ha dado cuenta de que lo ha visto. Se sientan a comer y comentan algo de la televisión. Lo mal que está todo. Después hablan de una ciudad -no es importante para la historia- que sale por una noticia y que estaría bien visitar. Siempre han tenido ganas y cuando esto acabe será una buena ocasión. Sí, definitivamente será el próximo viaje, cuando todo esto acabe. Volverán a echarse una siestecita en el museo. Y parecerá que son más felices que nunca, para quien la mire con ojos no entrenados, pero ya no será lo mismo.

En la foto de arriba eran más felices...





jueves, 9 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 13): Me gustas con el pelo rizado.




- ¿Te he contado la historia de cuando decidí no creer en la primavera?
- No. Me acordaría. ¿Por qué decidiste no creer en la primavera?
- Entonces no te lo he contado.
- No.
- Ya te lo contaré algún día.
- ¿Por qué no ahora?
- Llueve.
- ¿Y qué? Tenemos paraguas.
- La humedad me riza el pelo.
- Me gustas con el pelo rizado.
- No te puedo contar la historia de cuando decidí no creer en la primavera con el pelo rizado.
- Lo dejaremos para otra estación.
- Lo dejaremos.
- No lo olvides.
- Nunca olvido nada. Creo...
- Crees...


B.S.O.: "Why Does It Always Rain On Me?" (Travis).




martes, 7 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 12): Precipítate, mézclate conmigo.



Sonó aquella canción.

Esta sí te gusta, ¿verdad?
Bueno, es de toda la vida.
Pero, ¿tú qué edad tienes?

Más que tú. Por supuesto. No te acerques tanto. No te pongas ahí. Claro que conozco la canción. Resulta que la hizo famosa Pedro Guerra pero la cantaron antes Ana Belén y Víctor Manuel. La cantó posteriormente Pedro, que no era conocido pero era el autor, y con ella abrió la puerta del gran público y se coló dentro. Luego la retomaron Ana Belén y Víctor Manuel. Contamíname. Pero ya la conocía casi todo el mundo. O algo así. No sé, siempre he creído que en esto de las historias alrededor de las canciones hay más leyenda que realidad. Mézclate conmigo. Y que te tienes que fiar de lo que te cuentan los implicados. No te acerques tanto, de verdad.



Mézclate conmigo.
Me vas a contaminar.
Es la idea. Mézclate.
¿Sabes que me estoy asomando peligrosamente a tu escote?
Lo he puesto aquí para eso, ¿no te habías dado cuenta?
Me lo había parecido.
Contamíname, méclate conmigo. ¿Te da miedo mi escote?
Francamente, sí.
Pero te excito.
...

Llevo excitado desde que tengo uso de razón. Quizás por eso, paradójicamente, me controlo más de lo debido. Porque llevo conviviendo con ello desde que soy persona. Lejos de sentir la excitación como algo por lo que dejarse llevar, lo considero algo intrínseco a mí. He creado tolerancia a la excitación como si de una droga cualquiera se tratara. Que lo es. Algunas personas buscan la excitación por ahí. Yo la tengo dentro como si me hubiera caído de pequeño a la marmita con la poción mágica del MDMA. 

Claro que me excitas.
Precipítate.

Sonó otra canción. No era de Pedro Guerra. Ni de Ana Belén y Victor Manuel

No recuerdo qué canción sonó. 


B.S.O.: "Contamíname" (Pedro Guerra, Victor Manuel y Ana Belén). 

lunes, 6 de abril de 2020

Cuentos de la cuarentena (Volumen 11): El conejo de la Bardot.


Érase una vez, cuando todo parecía diferente, un personaje ficticio (el que está contando esto) que se asomó a la entrepierna de una famosa. Cuando estaba en el cénit de su fama. La famosa, no yo, que  (como diría otro famoso por el que tengo más interés en su conjunto que en su entrepierna) partiendo de la nada he alcanzado las más altas cotas de la miseria. Y los que partimos de la nada, o de divisiones muy inferiores, siempre nos emocionamos al encontrarnos frente a entrepiernas famosas. Tanto, que no sabemos asimilarlo. Y con las aspiraciones claras de alcanzar las más altas cotas de la miseria, nos sentimos importantes y nos da por contarnos las cosas en tercera persona, como si quisiéramos ser más de lo que no somos. Aunque estemos mirando eso...






Sin darte demasiada cuenta dejas pasar las horas. Miras fijamente a algo pero no lo ves. Lo tienes delante y no está allí. Esas cosas que las ves y te preguntas dónde han estado siempre y cómo has vivido todo ese tiempo sin saber de su existencia. O de su presencia. No sé, creo que no me entiendes. Sí, seguro que entiendes lo que estoy contando, pero no es lo que quiero contar. Perdona, rectifico, no es que no me entiendas, es que no estoy contando lo que quiero que entiendas. Tampoco es que haya nada que entender. Ahí está el tema. Le estoy dando vueltas a algo que no tiene demasiada importancia y lo estoy contando como si estuviera poseído por el espíritu de un gurú espiritual o de un Paulo Coelho cualquiera. Sí, es cierto, lo he hecho a propósito. He diferenciado gurú espiritual de Paulo Coelho. No sé por qué estoy hablando del despreciable de metáfora-man. Sólo me he sentido con ganas de contar a alguien que el procesador de texto en el que trabajo tiene el idioma “Español (Argentina)” puesto y yo no he sido. Tan es así que cuando he vuelto a mirarlo tiene puesto el “Español (España, internacional)”. Ahora tiene menos gracia. El tema argentino debería hacérmelo mirar. Sin duda. Pero eso ya lo sabes. Como sabes que esto no tiene el menor sentido. Que no importancia. Eso sí. La importancia que das a todo lo que te cuento es quizás una de las cosas más importantes por las que merece la pena vivir. Sin darme demasiada cuenta dejando pasar las horas.




Todo lo que te cuento es para contármelo a mí. Claro que eso ya lo sabes. En ocasiones dudo de que siquiera estés ahí. Me sorprendía tanto cuando estabas que ahora que sé fehacientemente que no estás ni siquiera lo valoro. Hasta que me pongo a contarte algo. Vuelvo aquí porque he sentido que llevo un rato fuera. He vuelto y ahora, que estoy siendo consciente de que he vuelto, me doy cuenta de lo poco que me doy cuenta. Necesitaba volver pero, sin saber bien si he vuelto o no, ya empieza a dar un poco igual. Seguramente lo de volver sea algo que es muy relevante para mí porque un mi banda sonora original vital siempre ha estado aquello de “ya siento que estoy radiante por volver” que canta Calamaro en  “No tan Buenos Aires”. Han existido momentos en mi vida en los que he estado convencido de que es la canción más importante de mi vida. La más grande. Otro día te contaré (porque me servirá para hacer la lista para mí) cuáles son las canciones que componen mi banda sonora. Alguna playlist he hecho con ellas. Nunca está del todo bien hecha. Normalmente faltan canciones y no sé cuáles son. Esporádicamente sobra alguna y me doy cuenta al volver a la lista. “No tan Buenos Aires” siempre está. O debería estar. Nunca he estado físicamente en Buenos Aires. Con el paso del tiempo me doy cuenta de que si no me llevas tú lo mismo no estaré nunca. Aunque siempre sienta que hay muchísimos momentos en los que estoy radiante por volver. Ir a Buenos Aires es uno de mis sueños y no sé si en ese sueño está implícito ir contigo. Sospecho que no tengo interés en ir contigo a Buenos Aires. Que mi sueño no está marcado con una compañía como la tuya. Que ir a Buenos Aires es algo que no debería compartir con nadie que conozca o ya haya conocido a día de hoy. Pero creo que me costará mucho hacerlo si tú no me llevas. No sé, ya me conoces. Es una de esas cosas, que por más vueltas que le dé, menos claro tengo. Como esto de no escribir BBAA en lugar de Buenos Aires. Con lo aficionado que soy a las abreviaturas cuando algo abreviable es varias veces repetido.

Me gustaría repetir en esta entrepierna una y mil veces. Pero no lo voy a decir muy alto porque sé que no es mi sitio. Esos sitios que te fascinan tanto porque te sientes en ellos un intruso. Visto desde fuera te pueden convencer de que no es así pero tú lo sientes. Tanto que se despistó de quién estaba allí. 

Y colorín colorado, esa entrepierna se ha cerrado...


B.S.O.: No tan Buenos Aires” (Andrés Calamaro).