El
día que decidiste dar la vuelta a mi vida,
con un violento viento,
no sospeché que pudieras dejarme empantanado
en un mundo tan lleno
de nubes y de tinieblas.
Pero
es el mundo que me queda,
o sea que tendré que aprender a vivir en
él,
sin paraguas,
sin katiuskas,
con temblores de ausencia,
porque
algún día saldrá el sol
y seré yo el que sople los vientos
que
den vueltas a todo.
Mientras
tanto,
conforme estoy con que no llueva
o se me caiga el cielo
encima...
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