martes, 31 de julio de 2012

¿La vida va en serio?




"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante."

(No volveré a ser joven, Jaime Gil de Biedma)




Cuando era pequeño, recuerdo cómo me despertaban de madrugada y me tiraban al pantano para que aprendiera a nadar.

Creo que me ahogué varias veces, pero no estoy del todo seguro. Si lo hice alguna vez, sería poco, porque a día de hoy, mi médico dice que estoy vivo y creo que sé nadar en pantanos.


Más tarde, fui un joven que sabía nadar. Recuerdo cómo me despertaban de madrugada y me tiraban al pantano para comprobar si podía evitar ahogarme.

Creo que nadé varias veces, pero no estoy del todo seguro. Si nadé alguna vez, sería poco, porque a día de hoy, mi psiquiatra me dice que estoy viva y creo que todavía sueño que me ahogo en pantanos.


Ahora que soy mayor, tengo pesadillas con un pantano que llega a mi cama y me moja. He recordado tantas veces cuando me despertabas en mi mejor sueño, cuando me sacabas de la cama en mi mejor momento, cuando la realidad me inundaba en mi mejor estado, que no recuerdo cómo era aquel pantano que me apartaba de tantas cosas.

He buscado en todas las drogas, en todas las terapias, en todas las religiones, en todas las ilusiones… Pero nada me hace quedarme en esa cama. 





Hoy, cansado y aburrido de ser mayor, asumo que mi vida debe estar en el pantano y he aprendido a buscar en las algas y los barros, lo que nunca pude tener en la cama en la que tantos buenos momentos dejé de pasar.

La vida por fin va a empezar a ir en serio: He decidido ir de putas… 




B.S.O.: “No volveré a ser joven” (Loquillo de un poema de Jaime Gil de Biedma)


jueves, 26 de julio de 2012

26 de Julio: Santa Ana


Hoy es Santa Ana.

Hoy es un buen día.

Quizás para muchos es un día más. 

Seguramente para ti no lo sea, o eso quiero pensar...


El otro día soñé que existía algún tipo de relación entre los bigotes de las gambas y los colores de la camiseta del Boca Juniors. Evidentemente, como suele ser costumbre, pasé varias horas y varios días obsesionada con el tema hasta que, llegado cierto momento indeterminado, lo olvidé para pasar a pensamientos más prosaicos.

Y cuando me pongo prosaico pienso en ti. Aunque quiera pensar en otras cosas menos prosaicas. Pensar en ti es la respuesta que plantea preguntas a casi todo lo que no (o sí) me perturba los pensamientos. Pensar en ti resulta lo más prosaico de todo mi arsenal de actividades con las que ocupar una vida que he ido acumulando con el pasar de las horas, los días, los meses, los años… Pensar en ti es tan complejo como la relación entre los bigotes de una gamba y los colores de la camiseta de Boca Juniors. Es prosaico aunque no sepa qué demonios significa la palabra prosaico.

Quizás prosaico signifique algo así como alimentos en lata compuestos principalmente de bigotes de gambas relacionados con los colores de la camiseta del Boca Juniors.




Algún día, aunque sea en sueños, abriré esa lata de conservas. Rebuscaré en ella y seguramente encontraré un Chupa Chups de naranja. Apartaré todas las impurezas, colorantes y conservantes del contenido de la lata que pudieran haberlo contaminado y me lo comeré con fruición mientras regreso a casa tras haber pasado el rato que me hayas querido conceder junto a ti, esbozando la mejor de mis sonrisas.

Ese día, feliz comiéndome mi Chupa Chups de naranja encontrado en una lata de conserva de bigotes de gambas relacionados con el color de la camiseta del Boca Juniors, entenderé todo lo que mis sueños me quieren decir y lo que significan las palabras prosaico y fruición.

Y sonreiré mientras, prosaicamente piense en ti, devorando con fruición mi Chupa Chups de naranja encontrado en una lata de conservas de bigotes de gambas relacionados con el color de la camiseta del Boca Juniors, y descubra que no lo entenderé.

Nunca, afortunadamente, te entenderé.

Y lo que es peor (mejor): Nunca me entenderé, gracias a ti. 


Hoy es Santa Ana y tú eres más feliz que hace unos días.

Y sólo Dios (y quizás, Santa Ana) sabe lo que vale eso para mí…

¡¡Besos, Santa Ana!!


martes, 24 de julio de 2012

24 de Julio: Santa Christina




Quizás para muchos es un día más. 

Seguramente para ti no lo sea, o eso quiero pensar.



Hoy tengo millones de motivos para ser un poco más feliz. El aura y la protección de Santa Christina (Sí, para mí todas las Cristinas, Cris o similares serán siempre y por siempre con “h”) han hecho del día, un buen día.

Todo ha sido redondo el día de Santa Christina. Y no me refiero al placer que pueda suponer despertarse casi a las diez, quedarse en la cama más de tres cuartos de hora, que haga una buena mañana, desayunar en el bar, leer en el Marca que se ha lesionado el niñato, acordarme de ti sin dejar que pasara ni un rato, tomar unas cañas, reírme con vosotros, leer tebeos de Mauro Entrialgo que casi ni recuerdo, ver en la tele un gol increíble de Mendieta, no saber conducir una moto, ir a los bares de casi siempre, que haga un poco de frío, tener un Erik con el que estar hasta las seis metiéndome cuatro millones de rayas…

Y no poder dormir, como siempre me pasa.

Hoy es Santa Christina y he tenido un día muy feliz. Por si fuera poco, tus días y tus sonrisas son cada vez más luminosos, lo que aumenta mi felicidad.

He recordado aquella Christina que nunca entristecía y he vuelto a sonreír:
("El Párpado del Puercoespín", pág. 55)



Hoy me han dado más tiempo para seguir pasando por aquí y para seguir siendo feliz, aunque haya sido gracias a picapleitos y demás.

Hace mucho tiempo escribí un libro al cual cada vez me da más vergüenza volver. Hoy Santa Christina me deja hacerlo y eso también me hace feliz.

Hoy es Santa Christina y tú eres más feliz que hace unos días. 

Y sólo Dios (y quizás, Santa Christina) sabe lo que vale eso para mí…


¡¡Besos, Chris!! 

martes, 17 de julio de 2012

Feliz cuando tú eres feliz




“Hay que saber nadar lo justo para abstenerse de salvar a los otros”
 (“París no se acaba nunca”, Vila – Matas)








Y entonces te miré y lo supe:

- Estoy muy feliz, estoy contenta
Me dijiste.

Y entonces miré tus ojos y lo supe:

- Me hace muy feliz verte feliz
Te dije

Y entonces me miraste desde dentro y lo supe.


Y no volvimos a decirnos nada. Estaba todo dicho. Mis ojos se dejaron a los tuyos y empezaron a brillar con más fuerza debido, seguramente, a la felicidad de la luz que transmitían los tuyos.

Tus ojos brillaron para mí y eso me hizo feliz. Feliz brillé para ti y creí ver que eso te hacía feliz a ti.

Y no hizo falta nada más.

Y a partir de ese momento supe que nunca más tendría miedo.
Y que pasara lo que pasara, siempre sería yo más feliz cuando tú también lo fueras.
Y a partir de ese momento supe que desde aquí, siempre necesitaré mirar la otra orilla para verte feliz.
Y a pesar de que nunca sabré nadar, estaré para la eternidad vigilando esos ojos que me dicen que eres feliz. “Hoy sopla el viento para ti” y me encanta que me dejes despeinarte con todo mi ser.
Y mi felicidad…


Pasara lo que pasara…




B.S.O.: "La otra orilla" (Los Enemigos)



martes, 10 de julio de 2012

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 26): La Petición







Quiero que me dejes LEER después de FOLLAR



Si lo haces, 

permitirás que haga contigo 
unos de los mayores actos de intimidad y de amor 
que estoy dispuesto a hacer por alguien 
diferente a mí. 



Y no es FOLLAR

es LEER después de FOLLAR...



jueves, 5 de julio de 2012

La historia breve de lo que ocurrió después de aquel día en el que se convenció de que masturbarse tanto era pecado y malo para su salud





Esta es una historia común. Esta es la historia de una persona normal, aunque ninguno sepamos qué demonios significa ser una persona normal.

Tenía dos piernas, dos ojos, dos orejas, dos brazos, dos manos. Y un solo miembro viril. Y entiéndase por miembro viril, aquello que se presenta más o menos majestuoso o independiente por encima de algo que también tenía en número par: dos testículos.

Esta es una historia común. La historia de una persona que se masturbaba como todas las personas que protagonizan historias comunes. ¿Os habéis parado a pensar alguna vez en ello? ¿Habéis mirado a vuestro alrededor en el vagón de metro, en la sala de espera del médico, mientras aguardáis para pagar en una caja del Mercadona o en cualquier otro sitio de vuestro día a día, que todos y todas que os rodean se masturban como vosotros? ¿Sois capaces de vivir con esa imagen en la cabeza? 

Probad a hacerlo: La señora de mediana edad, el joven adolescente de incipiente bigote mal disimulado, el obrero de mono azul, ese presentador de televisión que te está dando las noticias vestido con traje y corbata, la cajera del Mercadona… Todas y todos.

Esta es una historia común que pasó a ser extraordinaria. 






Es la historia de un tipo que llegó a comprender que se masturbaba excesivamente. ¿Cuánto es masturbarse excesivamente? Todos nos lo hemos preguntado alguna vez en la vida pero nadie tiene la respuesta correcta. Pero él se masturbaba desmesuradamente. A todas horas, en todo momento, en todo lugar. 

¿Es eso excesivo?

Sus amigos le dijeron que sí. Que tenía que moderar la frecuencia. Que la masturbación no es mala, y todos lo hacían, pero no tanto y que probablemente tendría consecuencias, una vez que decidió consultarle a sus amigos sobre ello.

El médico le dijo que sí. Que tenía que moderar la frecuencia. Que la masturbación no es mala per se, pero sí lo es si llega a inundar su vida de la manera que lo estaba haciendo y que probablemente tendría consecuencias físicas más allá de las psicológicas que ya tenía, una vez que decidió ir a un médico a consultar sobre ello.

El párroco le dijo que sí. Que tenía que eliminar la práctica. Que la masturbación es mala per se, y que si llega a inundar su vida de la manera que lo estaba haciendo probablemente tendría consecuencias físicas más allá de las psicológicas que ya tenía, que ardería en el infierno sin remisión, algo por lo que debía haberse preocupado una vez que decidió ir a un párroco a consultar sobre ello.

El psicólogo le dijo que sí. Que tenía que moderar la frecuencia. Que la masturbación es una práctica habitual y necesaria del ser humano, pero si llega a inundar su vida de la manera que lo estaba haciendo, probablemente tendría consecuencias físicas más allá de las psicológicas que ya tenía, una vez que decidió ir a un psicólogo a consultar sobre ello.

Por supuesto, después de cada consulta, se volvía a casa corriendo a hacerse una paja. No hay nada que le ayudara más a no pensar que eso. Y verse en el abismo de caer en el infierno, en la calvicie, en la sequedad de su médula espinal, en su aislamiento social, y de todo a la vez, le hacía pensar con miedo.

Esta era una historia extraordinaria. La historia de un tipo que no pensaba porque cada vez que iba a hacerlo se masturbaba para no caer en ello.

De tanto no pensar y de tanto masturbarse ora por no pensar, ora por ganas, ora por necesidad, ora por vicio, ora por rutina, ora por pensar en ello, descubrió que el instante pseudodepresivo posterior a cada paja se estaba intensificando de manera brutal hasta llegar a la categoría de tristeza post coitum. Y la tristeza postcoitum inundó su vida.

Y cuando la tristeza post coitum inunda tanto tu vida que hasta te planteas si merece la pena el pre coitum o el coitum en sí, y simplemente eres una persona que se masturba excesivamente (Se lo habían dicho el párroco, sus amigos, el médico y el psicólogo) la cosa empieza a estar muy jodida.

Ese es el día anterior a que esto (Que es una historia común) cambiara radicalmente. El día anterior, porque, evidentemente, decidió dedicarse un último día en exclusiva a él y a lo que más le gustaba del mundo: Masturbarse.

Sería como el último pico de un yonki, pero en cantidades de sobredosis para una matar a una comuna de heroinómanos de Las Barranquillas.

Y pasado el día, la historia que era común, pasó a ser extraordinaria. Y se despertó con ganas de masturbarse pero decidido a no hacerlo. Y pasaron los segundos a ritmo de horas, y las horas a ritmo de días, y no pasaron los días porque toda esta historia que de ser común pasó a ser extraordinaria se desató antes de que volviera a ponerse el sol.

El no masturbarse, por encima de millones de consecuencias que sería muy aburrido de explicar aquí, trajo consigo una realidad nunca antes prevista. El no masturbarse le hizo no tener las manos ocupadas. Sobre todo la derecha, su gran amor y cómplice a la que eventualmente era infiel con la misteriosa y poco conocida izquierda. Unas manos, sobre todo la derecha, huérfanas de miembro viril y de actividad que empezaron a sufrir un síndrome de abstinencia si cabe superior al que estaba mal llevando su dueño.

Ese dueño que empezó a escribir lo que sería la historia extraordinaria de un tipo de lo más normal que estaba inmerso en una historia completamente normal.

Ese dueño que no podía controlar sus manos, sobre todo la derecha, porque bastante tenía con controlar un cuerpo y una mente poco acostumbrados a estar ociosos, y que vio como sus manos, sobre todo la derecha, desamparadas de polla que masturbar, buscaron algo en qué entretenerse.

Y rebuscando en el arsenal de revistas, películas y utensilios destinados a la masturbación de su dueño, encontraron lo que siempre se suele encontrar en un arsenal: Armas de fuego.

Cogieron la más grande, acaso por el complejo de tantos años agarrando un miembro viril de tamaño medio tirando a bajo, la cargaron y llevaron a tirones a su dueño al balcón.

Y de aquella historia común, de aquella historia de una persona normal, surgió la mayor masacre que nunca se produjo en aquella ciudad. Empezaron a disparar a todo lo que se movía cerca. Aniquilaron a cuanta persona tuvo la mala suerte de pasar cerca de aquel balcón ese día. Ajusticiaron sin miramientos a toda la gente que andaba por allí. Mejor suerte hubieran corrido de haber estado masturbándose y no paseando por la calle...




La prensa, como de costumbre, se llenó de titulares impactantes por lo extraño del caso. Todo el vecindario habló de lo normal que era el chico, que siempre saludaba, que parecía un tipo majo, que no se lo podían explicar...

Nadie encontraba explicación a lo ocurrido.

Y todos los que hablaron con la prensa, todos los que habían estado cerca de aquel hombre que vivía una historia normal y que asesinó desde su balcón a todo lo que pasó por allí esa tarde, se volvieron a sus casas en silencio y se masturbaron.

Y lo que era una historia extraordinaria en un barrio hasta entonces tranquilo, pasó a ser una masturbación colectiva, oculta de puertas para dentro, de personas normales que siempre saludan cuando te cruzas con ellas en el portal…




B.S.O.: "Qué bien me lo paso" (Los Enemigos)