miércoles, 14 de enero de 2015

Conversaciones postcoitum




¿Hasta que punto se puede decir
que la mirada de un ser humano es algo físico?”
(“El túnel”, Ernesto Sábato)




- ¿En qué momento estos ojos que parten de ser posteriores al sexo pasan a ser de nuevo anteriores?
- ¿Eso es que quieres repetir?
- Claro, pero lo pregunto porque si eso que dices es cierto, supongo que hay un momento en que mis ojos post cambian y pasan a ser pre si en mi interior algo dice que vamos a hacerlo otra vez.
- Los ojos post no desaparecen. Hasta que te duermes a mi lado. Y en ese momento aparecen de nuevo en los sueños. Luego ya la mañana es otra cosa.

En aquellos momentos ya lo sabía. Aunque creo que siempre lo supe. Tenía unos ojos preciosos. Unos ojos que inspirarían a toda una generación literaria o a un movimiento cultural completo. Unos ojos de esos que siempre transmiten cansancio, pero que de cansados que los ves, te enamoras de ellos, te inspiran una ternura inigualable. Una ternura que hace que no puedas menos que fascinarte e inevitablemente, enamorarte perdidamente de ellos para siempre. Porque unos ojos cansados, nunca dejan de estar cansados. Y por tanto, nunca dejan de tenerte atrapado. Y en momentos como aquellos, era más consciente que nunca.



- Me encanta mirarte. Sobre todo en estos momentos.
- Y a mí.
- Es impresionante lo que cambia el Franky anterior del Franky posterior.
- Sigo siendo yo.
- Tus ojos no son los mismos.
- Porque soy un tío raro y miro. Y porque me siento a gusto así, contigo, y me apetece estar pegado a ti y mirarte.
- Tienes razón, eres un tío raro. No sólo por esto, pero sí, eres un tío raro.
- La mayoría de los tíos con los que te has acostado ya estarían vistiéndose con cualquier excusa. Franky no, Diana. Franky está aquí, aunque nadie lo crea.
- Pues tengo experiencias de todo tipo.
- A mí me gusta estar así contigo. No creo que te haya pasado con muchos.
- ¿De verdad quieres que hablemos de eso ahora?
- No, quiero que te sientas bien y que hables de lo que quieras que hablemos.
- Hablemos de lo que quieras, me siento muy bien.
- Yo también.

Y todo era maravilloso. Aunque siempre, mi cabeza se fuera a sitios inconvenientes: ¿Conoces alguna pareja que sea feliz? ¿Realmente feliz? Fantaseaba diciéndome cosas que nunca me consideré capaz de decir en voz alta: Creo que no deberíamos acostarnos. Creo que no deberíamos acostarnos los dos solos ¿Nunca más?. Pero recordaba otros momentos, otras camas. Otras personas, otros cuerpos. Como el tiempo en el que cuando terminábamos de follar, algunas siempre miraban hacia arriba y me preguntaban si había pensado en pintar el techo…

- Se nota.
- ¿Se me nota?
- Se nota.
- Será porque estoy a gusto. Porque estoy muy bien.
- Echaba de menos esos ojos.
- Te miran muy a menudo. Nunca se han ido.
- Estos ojos no. Hacía mucho que no los veía.
- Aquí están, mirándote.
- Me encanta como me miras después.
- Después.
- Después.
- ¿Y antes? ¿No te gustan?
- Es diferente.

Y preguntas en mi interior. Sin poder controlarlas y sin saber si quería plantearlas fuera de mí, compartirlas con ella, con alguien: ¿Conoces la historia del que quiso volver a sentir el placer de aprender a hacer algo importante y vital por primera vez y se amputó los pies para tener que aprender a andar de nuevo? Cuando los demonios que la dirigen abandonen mi cabeza, quizás me convierta en algo aún peor de lo que soy ahora mismo y te resulte aún más insoportable…

 

- ¿No te gustan?
- Me gustan, pero ya te he dicho que es increíble como cambia tu mirada de antes a después.
- ¿Y durante?
- Durante hay de todo.

Sería tan bonito que me escribieras una canción...

No hay comentarios:

Publicar un comentario