martes, 28 de mayo de 2013

De Silvios Rodríguez, papeles manchados y abstinencias sexuales






Afronto el día harto de falsos poetas. Hace tiempo que supe desterrar de mis pensamientos y mi vida a los falsos profetas, pero hoy ha llegado el momento de empezar a desenmascarar a los falsos poetas. Me pongo demasiado intenso y decido masturbarme. Sólo para que se me pase el disgusto...


Abro el facebook y veo mi muro infectado de frases pseudopaulocoelhistas (por llamarlas de alguna manera) y de aspirantes a poner un anuncio en los periódicos que diga “Método infalible para mejorar su vida y para que todo le vaya bien. Pregúnteme cómo, tengo todas las respuestas. Y si no las encontramos, miramos en mi facebook”. Y ya que estoy en el facebook, me relajo un poco, miro tus fotos y decido masturbarme. Sólo para emplear el tiempo...


Escribo cartas de amor por dinero. Soy así de sucio. Vendo un sentimiento a cambio de unas monedas que me permitan comer y seguir dedicándome a mis vicios. Pienso que masturbarme sigue siendo gratis y decido hacerlo. Sólo por aprovechar la oferta...


Como por placer, pero cuando tengo que comer por la única razón de alimentarme, se convierte en un trámite pesado y engorroso. En esos momentos sueño con manjares que me motivan y me recuerdan que hay tiempos mejores, en los que comer por placer nubla cualquier almuerzo frugal de compromiso con mi propio cuerpo. Soñar con ciertos placeres me pone cachondo y decido masturbarme. Sólo para aplacar mi excitación...


(Christina Hendricks...)


Enciendo mi televisión. La mantengo encendida casi todo el día y una gran parte de la noche. Pero no veo tele porque está de moda despreciarla. Sólo veo series que bajo de internet. En ellas Betty Draper mata las palomas de su vecino con un rifle y Tony Soprano llora por sus patos huidos. Betty Draper me pone muy bruto, pero me gusta mucho más Joan Holloway, el personaje que interpreta Christina Hendricks. La imagino diciéndome cosas al oído mientras me tomo una copa en el Bada Bing y no me queda otra que masturbarme. Sólo porque es Christina...


Pienso en salir de casa. Descarto la idea porque temo encontrarme en medio de alguna conversación extraña en la que no tenga ganas de aportar nada porque no posea nivel suficiente para hacerlo. Como la vez que tuve que discutir contigo sobre el sentido de “Te doy una canción” de Silvio Rodríguez. A ti te parecía una canción preciosa que un poeta como Silvio Rodríguez le canta a su amada. A mí, mientras te miraba las tetas, me parecía una canción que usaban mis amigos en los campamentos para ligar con las chicas. Me susurraste aquello de “Cómo gasto papeles recordándote” al oído con intención de cantármela al oído y te dije que aquellos papeles que se gastan recordando son los kleenex del que se masturba pensando en ti. Te aterraste y tuve que justificar que llevo todo el año en curso sin acostarme con nadie por lo que todo me lleva a la masturbación, tus tetas y los papeles que gasto recordándote...


Me vuelvo a casa apesadumbrado por el tiempo que hace que no me acuesto con nadie y veo el paquete de kleenex encima de la mesa. No me queda otra que masturbarme. 

Sólo por gastar papeles recordando cómo era hacerlo contigo...




B.S.O. I: "Te doy una canción" (Silvio Rodríguez)

B.S.O. II: "Ay poetas" (La Cabra Mecánica)




martes, 21 de mayo de 2013

La increíble y aterradora historia del día que decidió escribir un relato sin utilizar ni un solo adverbio acabado en -MENTE



Decidió escribir algo que no contuviera palabras terminadas en -MENTE.








Le aterraba ver que todas las cartas que le enviaba estaban llenas de -MENTE.

Lo intentó y desterró la MENTE de lo que escribía.

Lo consiguió y acabó escribiendo algo sin MENTE.

Nadie lo entendió y desde entonces, ni escribe, ni tiene MENTE.







Precuela de la historia:

Escribía relatos.

No le importaba lo que escribía, 
sólo lo hacía para conseguir 
que todas se enamoran de él por sus letras.

Buscaba que leyeran sus historias 
para que todas perdieran la MENTE al hacerlo 
y follaran con él.

No lo conseguía.

No tenía suficiente MENTE para hacerlo.









Bonus track de la historia:

Le acabó explotando la MENTE.

(Pero lo hizo sin recurrir a los adverbios terminados en MENTE )









martes, 14 de mayo de 2013

Cuestión de fe



Yo era ateo. 




Yo era ateo. Y no simplemente un ateo sin más, sino un ateo irreverente y beligerante. Mi vida pasó por multitud de etapas donde fui creyente, descreído, pajillero, agnóstico, pecador atormentado, blasfemo... Para acabar siendo ateo convencido. Un ateo irreverente y beligerante.

Yo era ateo hasta que conocí tu boca. Desde aquel día, comencé a ver luz en el universo. 

Yo era ateo hasta el día que tu boca rozó la mía. A partir de ese roce, la luz del sol, las fases de la luna, las mareas, los vientos y toda la naturaleza, cobraron sentido.

Yo era ateo pero conocí tu boca y mi duda es más que razonable desde entonces. 

Yo era ateo pero ahora vivo terriblemente atormentado pensando en la eternidad que no existía antes de aquello. Tu boca es infinita y cuando me besas siento de golpe todo lo que he hecho mal, y busco la redención de tus labios una y otra vez.

Yo era ateo y ahora ya no creo en mí. Devuélveme tu boca y líbrame de este sufrimiento.




Yo era ateo.




B.S.O.: "Tu boca" (Christina Rosenvinge)






miércoles, 8 de mayo de 2013

Respuestas sin preguntas




V se había colado en aquella rueda de prensa. Sin saber bien de qué iba, ni por qué, pero una vez que se acomodó en la silla nadie pareció percatarse de su intromisión. Empezó la rueda de prensa y los medios comenzaron a preguntar por un orden establecido por el moderador que iba señalando con el dedo a personas que habían levantado previamente la mano, y que, tras indicar nombre y medio de comunicación, soltaban el interrogante a la protagonista de todo aquello.

- ¿Se puede decir que este es su proyecto más personal?
- Si. Sin duda estoy un momento clave de mi carrera. Todo lo que me ha pasado en la vida ha hecho que me encontrara en disposición de mostrar al público todo lo que antes estaba guardando. Creo que este nuevo proyecto es más íntimo y maduro, es el más personal, y espero que guste tanto a los que me han seguido siempre como a la gente que no les interesaba previamente y que, espero, ahora pueden encontrar en este trabajo algo diferente que les atraiga.

V se había colado en aquella rueda de prensa porque últimamente, aburrida de pasear por la ciudad sin rumbo, había tomado la muy humana costumbre de acercarse a todos los sitios donde veía que había revuelo, gente acumulada, curiosos. No sabe muy bien cómo se había colado, pero allí estaba, escuchando aquello que no sabía muy bien de qué iba.

- ¿Cree que todo lo que ha pasado en su último año está reflejado en este nuevo trabajo? ¿Cómo afronta su carrera tras los cambios que ha dado su vida estos meses atrás?
- Bien, he indicado previamente que no estábamos aquí para hablar de mi vida privada, perdone. Pero sí, este trabajo es muy personal y, obviamente, está influido por todo lo que pasa en mi vida, y por todo lo que veo a mi alrededor, es inevitable.





V se había colado en aquella rueda de prensa y encontró algo inesperado: Una mesa donde alguien (bastante guapa y amable, por cierto) contestaba cortésmente a todo lo que se le preguntaba, con una sonrisa y con una aparente posesión de la verdad muy curiosa. V pensó que quizás había encontrado el lugar que estaba buscando y las respuestas en aquella rueda de prensa donde se había colado y, superando su enfermiza timidez, se lanzó al vacío y levantó la mano con miedo, dispuesta a preguntar.

- Usted -le indicaron enérgicamente mientras le señalaban con el dedo desde la mesa central.
- ¿Yo?
- Sí, usted, la del suéter violeta.
- Pues mire, quería saber...
- Perdone, sabe usted las reglas ¿Nos dice medio y nombre? Y recuerde que sólo se permite una pregunta por persona, por favor.
- Esto... Medio no tengo... Y mi nombre... Me pueden llamar V.
- ¿Perdone? ¿Usted no debería estar aquí o me lo parece a mí?

Se escuchó un runrún en la sala y V sintió como todo el mundo murmuraba mirándola de reojo. Tuvo miedo del tono de voz de aquella persona que manejaba la rueda de prensa con poder de decir quién y cuándo se puede preguntar. Agachó la cabeza aterrada y pareció emitir un suspiro o una leve disculpa entre dientes mientras comenzaba a agacharse de vuelta a su asiento.

- No se preocupe, haga la pregunta -Intervino la protagonista del acto y su voz amable y la sonrisa que ponía en la distancia parece que daba fuerzas a V para no llegar a asentar su trasero en la silla de vuelta al anonimato y la empujó a recuperar la verticalidad y llenar sus pulmones de aire como paso previo a lanzar la pregunta- Pero, por favor, ¿Cómo te llamas?
- V. Muchas gracias. Me llamo V.
- Encantada V, y la pregunta es...

V se vio en la oportunidad de su vida. Se encontró frente a la posibilidad de obtener todas las respuestas que estaba buscando. O, al menos, poder formular las preguntas. Carraspeó y, sin vencer del todo la timidez pero con un arresto impropio de su personalidad pública, lanzó la pregunta con un pequeño hilo de voz casi inaudible que provocó que tuviera que repetirla por dos veces, con el consiguiente murmullo de los asistentes:

- En una sociedad donde todo está controlado y organizado, ¿Por qué no hay algún sitio donde poder encontrar amigos para mí? ¿No existe ninguna manera o ninguna figura que pueda colmar mi necesidades puntuales de amistad? ¿

Se creó un gran silencio, seguido por alguna risita extemporánea, hasta que el moderador del evento acudió al rescate de la situación.

- Perdone, pero creo que no es el foro adecuado ni lo que nos ha traído aquí hoy preguntas como esas. ¿De verdad está preguntando usted por qué no existen amigos para usted cuando los necesita? ¿Está preguntando si no hay manera de conseguirlos?
- Si, exactamente... No me salían las palabras.
- Bueno, no es el momento...
- Perdona, déjame -interrumpió la protagonista de la rueda de prensa- Si no les importa voy a intentar responder a nuestra querida V.




¿"Nuestra querida V"? ¿Aquella desconocida con tanta atención en torno a ella la estaba llamando “Querida V”?

- ¿Quieres saber si se pueden conseguir o no amigos para ti cuando los necesitas?
- Si.
- Existen, mi querida V, y se llaman acompañantes. Se trata de un servicio generalmente usado más por los hombres que por las mujeres, pero puede buscar un acompañante y pagarlo cuando quieras. Mismamente, en casi cualquier diario encontrarás muchas opciones.
- ¿Por qué no existen personas a las que pueda contar mis penas cuando lo necesite?
Existen, mi querida V, y se llaman psicólogos. Y más baratos que los psicólogos, se llaman barmans.
- ¿Personas que me puedan indicar hacia dónde va mi vida? ¿Para qué estamos aquí?
- Bueno, esa es más compleja, pero en resumen, para lo primero están los orientadores sociolaborales y para lo segundo, curas o consejeros espirituales.


El silencio y el estupor se habían apoderado de todos los presentes en aquella rueda de prensa. Ni siquiera el moderador, seguramente curtido en mil batallas, parecía saber reaccionar ante aquello y su expresión facial parecía más de un fan obnubilado ante V y su presencia, que la de alguien que debe controlar una rueda de prensa.

Se había generado una situación muy cinematográfica en la cual, dos personas a cierta distancia, se miran intensamente, en silencio, ajenas a todo lo que pasa a su alrededor. Y a su alrededor, el silencio fue tornándose en murmullo, luego en algarada, hasta que el moderador reaccionó buscando la siguiente pregunta entre los asistentes. 

Antes de que nadie volviera a levantarse, la protagonista del acto (V no, la interrogada) se excusó diciendo que había sido un placer, pero que le requerían más compromisos y que el acto había terminado. Se levantó del escenario y, sin dejar de mirar a V, salió por un lado de la sala con un gesto casi imperceptible que V interpretó claramente como una invitación a que la siguiera.

En instantes, la escena cambió, y las dos se encontraron en el asiento trasero de un lujoso coche en marcha, con cristales tintados.

- ¿Quieres tomar algo?
- Agua, sólo agua, por favor.
- Pues yo necesito algo más fuerte -dijo ella mientras le acercaba un botellín de agua a V.
- Para mí el agua es lo suficientemente fuerte.
- ¿No bebes?
- No debo.
- ¿No debes?
- No bebo.

El coche marchaba a gran velocidad, aunque V sólo lo intuía por lo rápido que pasaban las cosas tras el cristal ya que la estabilidad y la comodidad de aquella parte de atrás con nevera y totalmente aislada del conductor, no lo indicaban de ninguna manera. No se preguntó nada. No era el momento. No sabía nada y nadie le había dado opción a preguntar. Pegó un trago de la botella que acabó con más de la mitad del agua de un tirón.


- Nadie nos dijo que iba a ser así, ¿Verdad?
- ¿Cuándo?
- Cuando eres pequeña, o luego, no te avisan.
- ¿No te avisan de qué?
- De que todo esto iba a ser así.
- No, no nos avisaron.
- No nos dieron un jodido manual de instrucciones.
- No sabíamos que podríamos llegar a necesitarlo.
- Quizás no. Y quizás no lo hubiéramos leído nunca, pero por lo menos sabríamos hoy que lo tuvimos y no le hicimos caso.
- No nos dieron manual de instrucciones.
- No nos avisaron que esto sería así.


V volvió a pegar un trago al botellín de agua y la acabó. En otras ocasiones pensaría cómo en dos tragos había acabado con ella y eso le haría pensar muchísimas cosas y estaría entretenida con aquel pensamiento un buen rato, pero en aquel momento y en aquellas circunstancias, no sabía si no pensaba porque no podía pensar o si, simplemente, le había desbordado la situación hasta desparramar sus pensamientos. Estaba pensando.


- Tú no sabes quién soy yo, ¿Verdad?
- No -respondió V extrañada.
- Da igual, yo tampoco sé quién eres tú, aunque eso es más lógico.
- ¿Sí?
- Si. Pero no es importante.
- Ya sé que no soy importante.
- No quería decir eso.
- Da igual.
- ¿No vas a preguntarme nada más?
- No.
- Yo nunca he preguntado demasiado. Hasta ahora. Siempre he tenido miedo a las respuestas. 
- Yo tengo miedo a las preguntas y no conozco las respuestas.
- Las respuestas están en las preguntas. Por eso me dan miedo las preguntas.
- ¿Nunca habías querido preguntar por miedo a las respuestas?
- Me acabas de hacer una pregunta...
- Lo siento...
- No te preocupes, me gusta. Me ha gustado mucho lo que has hecho hoy, allí, en la rueda de prensa. Y quiero compartir algo contigo.



Paró el coche y V fue invitada a bajar. Bajó el chófer, que era una chica negra con uniforme y gorra al estilo de Oteliña, aquella que tuvo Cela y que se hizo famosa por un anuncio donde el nobel gallego la instaba a comer porque estaba muy flaca. Puso un papel en la mano izquierda de V y, mirándola a los ojos, le dijo que ahí estaban las respuestas, lo único que debía saber. Que su jefa había sido educada en un modelo de sociedad falocéntrica, como todos, y lejos de considerarlo un problema, lo había convertido en una gran virtud que la ayudó a comprender todo. La falsa Oteliña cerró la mano de V sobre el papel y volvió a subir al coche. En ese momento se bajó el cristal de la ventanilla de atrás:

- Eso es lo único que necesitas saber. No busques respuestas. No te hagas preguntas. No me hagas mucho caso.

El coche arrancó dejando una gran polvareda tras de sí en otra escena puramente cinematográfica. V miró a su alrededor y no reconoció aquel lugar. Pero lo urgente era leer el papel que tenía en su mano izquierda. Una frase, sólo ocho palabras:



V sonrió y tuvo ganas de gritar y preguntar al viento, pero recordó lo de guardarse las respuestas para sí misma y no formular preguntas. Pero a partir de ese día, todo cambió, y V siempre supo que viviría una gran duda en su interior: 

¿Qué hacer si el malo y la chica son la misma persona?

Pero aprendería a vivir con ello...







B.S.O.: "Mata al malo y pilla a la chica" (Siniestro Total)






miércoles, 1 de mayo de 2013

El twitter con el puzzle



La única capacidad que no querría perder nunca, es la de sorprenderme a mí misma. Es fácil de decir, pero es uno de los mayores retos que alguien puede tener. Te puede sorprender el mundo, la gente que te rodea, las circunstancias, el clima, la historia, una obra de arte, el color de sus ojos… Pero eso no vale de nada. 

Nada vale una mierda si no te sorprendes tú. Si tú no eres la mayor sorpresa que puedes encontrar. Día a día. Cuando más tranquila estás, cuando la rutina te llama, no hay más que sorprenderse. Sin buscar la sorpresa, encontrándola.

Probablemente esté diciendo una obviedad, pero si sabes que te vas a sorprender o te montas el equipo y el escenario necesarios para hacerlo, dejes de sorprenderte. 




Por eso no es tan fácil. La sorpresa es un estado emocional resultado de un hecho inesperado. Si busco el hecho, no existe la sorpresa, por mucho que el hecho sea maravilloso e imprevisible. Bajarle las bragas y ver lo que hay sería una sorpresa en el colegio, pero tras muchas bragas bajadas, lo que te puede sorprender es un color extraño del pubis, una depilación estrambótica, o un pene donde no esperabas que hubiera un pene.

Las sorpresas se rigen por mecanismos bastante simples: Si estás de espalda y no ves, ni oyes, ni esperas nada, llega alguien y te sorprende. Si sabes que eres muy guapa no puede sorprenderte que gustes a esa persona. Te puede sorprender que te lo diga, si es muy tímida. Sobre todo si es muda. Pero si eres guapa, lo sabes y no te sorprende que te lo digan. Te sorprendería no gustar o que te dijeran lo fea que eres. Si buscas adrenalina disparando a alguien no te sorprenderá matarlo si apuntas bien. Te sorprenderá, quizás, siendo muy liviana la teoría, lo que sientes al matar a una persona. Pero sólo la primera vez. Una cantidad de sangre inesperada si ya has matado a alguien disparando al mismo sitio y la misma distancia, un retroceso más fuerte de lo normal del arma…


Creé una cuenta de twitter en la que simplemente iba poniendo etapas de la resolución de un puzzle. No es que tuviera una cuenta y fuera haciendo un puzzle, sino que creé una específicamente para ello. Y tuve muchos seguidores. Muchísimos. 

Le conté que el twitter era mío. 
No lo sabía. 
Se sorprendió.

Le hablé de la sorpresa que me había llevado con la reacción. Esperaba que me siguieran, aún sin saberlo (aunque algunos estaban avisados y los necesitaba para ganar más seguidores) los que estaban al corriente y eran cómplices del asunto porque era una cosa diferente y rara.

No sabía qué interés podría despertar, pero lo hice.
Y empezó a llegar gente. Y gente. Y después, más gente…
Y cuando creía que estaba todo lleno, llegó más y más gente.
No paraban de aparecer seguidores sin saber muy bien porqué.
Y eso me sorprendió. 
Mucho.

Pero la verdadera sorpresa me la di yo: ¿Cómo podría sospechar que iba a conseguir seguir adelante durante tanto tiempo con tamaña tontería?

Todos me decían que era una gilipollez, pero me seguían en el invento. Y como ellos, muchísimas personas desconocidas que no sé cómo fueron llegando allí. 




Pasó el tiempo con un crecimiento cada vez más bestia y desmesurado de followers. Ya casi ni era sorpresa ver el número de nuevos adeptos a la causa que aparecía cada día. “El twitter del puzzle” nombraban en televisión como una frikada más del ciberespacio y como reflejo claro de la estupidez (o no) de la raza humana.

Y ahí estuve… Día a día. Una pieza nueva cada día.

Poniendo piezas. Recibiendo apoyos que no sé muy bien para qué. A la gente le apasiona hacerse notar y sentirse partícipe de chorradas extrañas. Fui poniendo una pieza todos los días, regularmente. Sin fallar ninguno.


Nadie sabe que el puzzle estaba hecho y me limitaba a poner las fotos ordenadamente. Nadie lo sabrá jamás. Nadie podrá verlo terminado. Ya no existe.

Y eso no es ninguna sorpresa para mí, pero lo sería para mucha gente.




B.S.O.: Surprise, surprise (The Rolling Stones)