jueves, 29 de septiembre de 2011

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 19): Soy un embustero del placer




¿Sabes de qué va "Like a Virgin"? Te diré de qué va "Like a Virgin". La canción habla de de una pequeña zorra, una máquina de follar. Polla, polla, polla, polla... Hasta que un día conoce a un tío. Un tío con una polla enorme. Un super-pollón. De ahí que cuando follan siente algo que no sentía desde que era virgen: dolor. Y de ahí el título: "Like a Virgin". 

(Reservoir Dogs)


Ayer estaba con otra mientras hacíamos el amor. Me miras y crees verme allí, pero yo estaba con otra.



Es duro de decir, pero prefiero que lo sepas antes de que veas en mis ojos que miro más allá de ti y estoy amando a otra mientras tú te sientes llena de mi amor.

No es un engaño, es una realidad. Nadie miente cuando llega al orgasmo. Te digo te quiero, pero he querido a otra mientras te amaba a ti. Aunque quizás he amado a otra mientras nos queríamos en la cama.


Tus ojos me dan miedo. Creo que vas a verme con otra en cualquier momento. Por eso cierro los ojos cuando llego al orgasmo. Para que no me veas con otra. Cierro los ojos para que no veas lo que yo miro.

Creo que tus ojos están viendo lo que yo veo. Creo que sabes que estoy con otra cuando follo contigo.

Lo único que te preocupa es que por primera vez en mucho tiempo tú te has descubierto haciendo el amor conmigo sin pensar en otro. 
Y eso te da miedo... Aunque yo piense en otra cuando te hago el amor.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Cuando saque el rifle, te avisaré para que te pongas a cubierto




Cada día que pasa es un día menos que me queda por vivir. Vivir es algo más que lo que tú siempre has creído que era, pero cuando tenga tiempo para decírtelo, te quedará menos por vivir que a mí. Y eso que yo siempre pensé que moriría antes que tú.

Reconoces en mí la vida que no hay en ti. Yo vivo en ti la vida que no hay en mí. A ratos estos dos afluentes confluyen y formamos el río que va a dar al mar. Y la metáfora de la vida en forma de río que va a dar a la mar como muerte está ya muy vista, así es que tendremos que conformarnos con disfrutar del frescor de nuestros cuerpos y estremecernos con el paso a contrapelo de los salmones bajo nuestra piel.

Cada día que pasa queda menos agua bajo tu piel. Dicen que tres cuartas partes de nuestro cuerpo es agua, pero yo nunca lo he comprobado. También dicen que tres cuartas partes del planeta Tierra es agua, pero si no he comprobado mi cuerpo no me voy a meter ahora a comprobar el planeta en el que vivo. Perdería mucho tiempo y tengo cosas mejores qué hacer.

He comprado un rifle por catálogo. Era una oferta irrechazable. Cada vez compro más cosas por catálogo, aunque cada día que pase sea un día menos que me quede por vivir. Puede que sea por eso por lo que lo hago, pero no estoy muy seguro y tampoco tengo tiempo como para pararme a pensar en ello. Comprar por catálogo me gusta mucho. Comprar es algo inherente a mí desde el primer día que vi dinero a mi nombre en una cuenta corriente. Comprar por catálogo es tendencia desde que empecé a comprar cosas que podían hacer que los vecinos me miraran mal. Su política de envíos discretos ayuda a ocultar mis obsesiones de las miradas indiscretas. Cuando era un crío no sabía la manera de poder comprar una muñeca hinchable y llevarla a casa sin que nadie me viera. Con los catálogos y sus asépticos paquetes minimalistas encontré la manera y les estaré eternamente agradecido. Hoy me ha llegado el rifle. Quería comprarme un AK-47 o un Kalashnikov porque me suenan de las películas, pero la verdad es que sólo quería algo con lo que pudiera disparar a distancia y que matara. Además, descubrí que un AK-47 no es más que una manera de llamar a los Kalashnikov. En ninguna de las características de las armas del catálogo pone que maten, por lo que asumo que es una característica que se da por descontado de todas ellas, como que se da por descontado que una muñeca hinchable da menos dolores de cabeza que una prostituta porque no tienes que hablar de dinero antes de penetrarla, ni fantaseas con la terrible idea de la polla que ha entrado antes de la tuya allí si tienes la precaución de no dejársela a nadie.


Jose es el único conocido que ha osado pedirme una muñeca hinchable alguna vez. También es el único conocido que sabe que tengo muñecas hinchables desde que era un crío, al menos que yo sepa. Jose es el único conocido que sé que tiene armas de fuego en su casa y que las compra por catálogos. No he osado pedirle ninguna porque creo que las armas de fuego son como las muñecas hinchables y tengo miedo de fallar cuando apriete el gatillo fantaseando sobre cuántas pollas habrán apretado ese mismo gatillo.

Mi polla no es (ni nunca será ya) un gatillo que cause la muerte. No siquiera puedo matar a nadie de gusto con ella. Pero eso algo que no me preocupa cuando pienso que cada vez me quedan menos días por vivir y que es algo que se hace peor cada día que pasa. Nunca he tenido el gatillo a punto, ni he sido de los que ha querido tener una mira telescópica para no fallar el tiro. Cada día que pasa creo que mis pensamientos están más llenos de analogías fáciles y gastadas, y pensar en mi polla y en gatillos, me puede acabar llevando a pensar en gatillazos, y bien es sabido que un gatillazo tiene mucho de mental y de pensamientos, con lo que no puedo perder el tiempo pensando en ello, y menos, sabiendo que es un cliché muy poco original.

Nadie me preguntó nunca qué es lo que quería ser de mayor, y de mayor nadie recuerda que quiero seguir siendo pequeño. Por eso quiero sacar el rifle, quiero apuntar y quiero disparar. Y quiero que te pongas a cubierto. Por eso quiero que me vuelvas a coger el teléfono porque no quiero que te coja todo esto de sorpresa y te pueda dar alguna bala, aunque sea de refilón. Quiero que sepas que si te llamo es sólo para avisarte, para que sepas que no quiero hacerte daño, aunque mi llamada pueda hacerlo sin querer.

Me voy a asomar a la ventana y voy a esperar que todos anden por allí. Y voy a coger el rifle. Hay días mejores en los que pienso que debo asomarme a la ventana sin abrirla, y en el vaho que exhala mi cuerpo y queda en el cristal, escribir tu nombre. Esos días son los que pienso en ti y me invade un terrible sentimiento de culpabilidad por comprar rifles y muñecas hinchables por catálogo. Esos días en los que con sólo imaginar el roce de tu cuerpo, cualquier plástico y cualquier arma me hacen sentir terriblemente vulnerable y recuerdo que por muchos días que pasen tú siempre serás tú, como lo has sido siempre desde que pasaste bajo mi ventana y miraste hacia arriba.

Hasta que saque el rifle y tenga que avisarte para que te pongas a cubierto.

Cada día que pasa es un día menos que me queda por vivir. Vivir es algo más que lo que tú siempre has creído que era, pero cuando tenga tiempo para decírtelo, te quedará menos por vivir que a mí. Y eso que yo siempre pensé que moriría antes que tú.

Reconoces en mí la vida que no hay en ti. Yo vivo en ti la vida que no hay en mí.


Abrázame fuerte, que no pueda disparar…


martes, 20 de septiembre de 2011

Anticrónicas de conciertos en lasgafasdemike.com: Acuse de recibo con muuuuucha demora



Tardamos en dar constancia, una vez más, de ciertas Anticrónicas publicadas en Las Gafas de Mike (Por cierto, con renovada imagen, pasen y vean...).

La más reciente, el Festival En Vivo de Getafe, de donde alguno que otro salió muerto de tantos días y horas de conciertos, y de tanto polvo respirado (Sin segundas...)

Anteriormente, la tercera edición del Festival CaslaRock, que trae la segunda parte de "Yo tenía un novio que tocaba en el CaslaRock", que fue escrita en la segunda edición del Festival, la primera en la que asistimos por allí, y estamos ansiosos porque nos inviten a la cuarta... Vamos, un lío de números, ediciones y reediciones, pero un gran festival, todo hay que decirlo...

Sinkope en el III CaslaRock (Foto: Álvaro Hernández)


Y la más antigua que queda sin ser mencionada aquí, pero no por ello menos importante, Nacho Vegas en 5 frases y sonidos circenses.


cabezadeavestruz y su consejo editorial quiere dejar constancia desde su humilde rincón del infinito agradecimiento hacia lasgafasdemike.com por dejar que asomemos la cabeza por allí de cuando en cuando, y aplaudir la inconsciencia de las mentes que llevan tan fabulosa página musical por seguir permitiendo que estas Anticrónicas aparezcan de cuando en cuando aún a riesgo de tener problemas con la justicia...

Y de justicia es, igualmente, recomendarles la página donde tiene a bien colgar las maravillosas fotos que aparecen en la mayoría de estas anticrónicas (Bueno, en este caso sólo en una de las tres...) el Maese Cámara que suele poner freno a las veleidades del anticronista de turno...

¡Salud! Nos vemos en algún concierto...




lunes, 12 de septiembre de 2011

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 18): Fotografías para despertar feliz


Cuenta una leyenda que en aquella ciudad paseaba un chico triste y solitario, al que todos pensaban que le pasaba algo aunque intentara disimularlo. 

Dicen que paseaba y paseaba intentando sonreír y poner buena cara a cuántos se encontraba, aunque los que le conocían bien, sabían que no era más que una forma de disimular su tristeza y soledad. 

Cuenta esa leyenda que, un buen día, vagando por las calles como tantas veces, vio a una chica que le hizo sonreír. Que salió corriendo hacia ella, con cuidado de que no pudiera verle y que la siguió discretamente hasta que estuvo seguro de que era ella. 

Dicen que su teléfono móvil no tenía batería y no pudo fotografiarla. Que guiñó un ojo a modo de obturador, abrió bien el otro enfocando y que registró una imagen suya mentalmente. 



Cuentan que se fue corriendo a casa, nervioso. Que iba con los ojos cerrados y que iba dando tumbos chocando por todas partes, con todo lo que se encontraba a su paso. 

Dicen que se metió en la cama y que sin abrir aún los ojos, puso el despertador. 

Cuentan que le costó mucho dormirse, que tenía la imagen de aquella chica en la cabeza y que no quería que se borrara por un mal sueño no controlado. 

Dicen los que vivían en su mismo inmueble que aquella mañana el despertador sonó varias veces. Que sonó más de lo normal, aunque fuera un chico al que le costaba sacudirse el sueño. Que el chico despertó una y otra vez para ver la instantánea que había capturado el día anterior. Que cuando la encontró y supo que era ella, se levantó de la cama con una sonrisa. 

Cuentan que a partir de ese día, dicen por la ciudad que el chico siempre fue feliz. 

Lo que nadie dice ni cuenta es que esa chica, desgraciadamente, no soy yo…

Y sigo esperando que me hagas una foto, aunque sea con el móvil. 





jueves, 8 de septiembre de 2011

Basado en hechos irreales

 
“Dicen que me he acostado con siete Miss Mundo. 
Es mentira: Sólo han sido tres.”
(George Best)
 
 
Salí corriendo. Me empecé a subir los pantalones de mala manera, atropelladamente. Escaleras abajo, patéticamente, como un cliché de una mala (¿No lo son todas?) película americana adolescente.

Conseguí abrocharme el pantalón cuando ya corría por la calle. Gané velocidad al estar vestido de cintura para abajo. En ese instante no recordaba que habría sido de mi camiseta de George Best. ¡Dios Santo! ¿Había perdido la camiseta de George Best? ¡Con el trabajo que me costó comprarla en aquella subasta por E-Bay! ¡Con lo bien que me quedaba! ¡Con lo bien que me sentía con ella puesta…!
 
 
 

No tenía tiempo para pensar en cosas materiales. Seguía corriendo como alma que lleva el diablo (¿Quién ha dicho que las almas que llevan el diablo corren mucho? Nunca he entendido bien esa expresión…) buscando ponerme de una vez fuera de peligro.

Corría y corría como si estuviera preparado para ello. Quizás para correr mucho sólo sea necesario algo de que huir. Correr es de cobardes, pero cuando estás huyendo, ya se da por hecho que eres un cobarde. Cuando eres un cobarde, huyes, corres y recuerdas que llevas más de quince años postergando el momento en el que vas a dejar de fumar definitivamente, y todo sucede a la vez, bastan un par de minutos para que el resultado empiece a resultar lamentable.

Pero debía dejarme de exquisiteces y seguir hasta ponerme completamente a salvo. ¿Y mi camiseta? ¿Qué habría sido de ella? ¡Joder! Me costó una pasta por E-Bay…

Tanto cine americano adolescente me había enseñado que (¡Dios Santo! ¿Pueden el concepto “cine americano adolescente” y el verbo “enseñar” estar en la misma frase sin que chirríe demasiado?) la mejor manera de estar a salvo es adentrarse en una multitud, en un lugar público lleno de gente, en un evento abarrotado…

Al fondo de la calle estaba el centro comercial. Sería perfecto para mezclarme con la muchedumbre. Introducirme en cualquier tienda y estar completamente fuera de peligro. 
 
Además, probablemente hubiera WiFi. En cualquier centro comercial que se precie a día de hoy hay WiFi disponible, es la señal identificativa de estos nuevos tiempos de interconexión global. Y si la WiFi va bien, podría actualizar mi estado de facebook maldiciendo mi mala suerte por perder mi camiseta de George Best, postear algo nuevo en el blog con la palabra “tetas” repetida varias veces, y ver si hay alguna oferta interesante en infojobs. Seguramente descartaría la tercera opción por inútil, la primera por seguir bloqueada mi cuenta facebook por mis repetidas amenazas de muerte a Lina Morgan, y sólo me quedaría escribir un post con la palabra “tetas” repetida muchas veces. Seguramente lo titularía “Tetas, tetas y más tetas” y no sé muy bien qué contaría en él, pero repetiría todas las veces que pudiera la palabra “tetas” para aumentar el número de visitas del blog. Que sólo lo visitaran habitualmente una ex novia, una madre y un par de colegas de fiesta con poco criterio empezaba a ser muy triste y la estratagema de las tetas (“La estratagema de las tetas” puede ser un buen nombre para una próxima novela) aumentaría exponencialmente el número de visitas. Seguramente también aumentaría si pusiera la palabra “pene” o “polla”, pero aquel día, me parecía de mejor gusto la palabra “tetas”. Y además, me gustaban más.

Y, en medio de todo ese desbarajuste mental, propio de una persona escasamente equilibrada, me di cuenta: Llevaba la polla fuera. No me había olvidado de subirme la bragueta, no: Llevaba la polla fuera. Había perdido mi camiseta de George Best y llevaba la polla fuera. No tenía un miembro demasiado grande, pero todas las personas que habían salido corriendo de la tienda de velas en la que entré para disimular mi huída corrían despavoridas lejos de mí no por su tamaño, sino por su mera existencia y exhibición. ¡Perdonen ustedes! ¡No era consciente, lo juro…! ¡Ahora mismo me la guardo!
 
Pero no podía. No podía guardarme la polla en el pantalón. ¿He dicho ya que no era demasiado grande? Pues no era demasiado grande, y aún así, no me la podía guardar en el pantalón…. ¡Qué día llevaba! Pierdo mi camiseta de George Best, no encuentro WiFi para actualizar el blog con una entrada llena de la palabra “tetas” para aumentar el número de visitas, y no me puedo guardar la polla en los pantalones… La dependienta, terriblemente apurada por la situación pero muy eficiente (¿Se habría visto alguna vez en una situación similar?) y diligente, me dio una bolsa con la que taparme y me pidió amablemente que abandonara su tienda sin montar demasiado escándalo.
 
Salí de allí con la cabeza gacha y la polla erecta (¿Cómo me podía excitar en aquella situación?) aunque disimulada por la bolsa de la tienda de velas y te vi al fondo del pasillo. Me estabas buscando… ¿Dónde has estado? Mira qué facha ¿Qué horas son estas? Vete a la cama…
 
Me arropaste y me diste un beso en la frente. Me besaste en la frente aunque sabías que mi polla no era demasiado grande. Pero sé que a ti no te importaba. Mi erección había desaparecido. Ni te importaba qué había pasado. Ni siquiera quisiste saber dónde había dejado la camiseta de George Best que me había comprado por E-Bay y que habías pagado tú.
 
Sólo te importó que me había vuelto a librar de una multa por mear en la calle.
 
Y eso, mi querida amiga, no tiene precio…

 
 
Posdata aclaratoria (Inútil como de costumbre, innecesaria como siempre):
Este post no está basado en hechos reales. Ningún animal ha sido maltratado ni ha sufrido daño en su elaboración. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Nunca he tenido ninguna camiseta de George Best. Este blog tiene una página en facebook de la cual pueden hacerse fan pinchando el "me gusta".El tamaño de mi miembro (como su existencia) es un misterio a resolver. La palabra “tetas” aparece en este post con la intención que se menciona, además de ser un concepto que me gusta mucho. Yo no soy quien parezco ser.


martes, 6 de septiembre de 2011

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 17): Vestirse para las ocasiones y mirar atrás



No iba vestida para la ocasión.

Ni la música ni la conversación iban con ella. Se apartó discretamente a una esquina del salón. La gente parecía feliz en la fiesta. No encajaba allí, pero no podía irse. No en ese momento.

Cruzó la sala donde todos bailaban y aparentaban estar felices. Repartió sonrisas a diestro y siniestro para no parecer desubicada y llegó al balcón. Se asomó discretamente y recordó porqué estaba allí. Miró la luna y encontró la respuesta.

Volvió a cruzar la sala. Todos seguían bailando y aparentando estar felices. No repartió sonrisas aunque pudiera parecer desubicada.

No encajaba allí, pero nadie lo hacía realmente. Sólo ella lo sabía. La gente parecía feliz en la fiesta. La esquina del salón estaba ahora ocupada por dos que se besaban como si no hubiera un mañana. Y ella se maldijo por abandonar la esquina antes de tiempo. 


Fuera de aquellos besos, ni la música ni la conversación iban con ella.

Tampoco podía pasarse la noche entera preguntándole a la luna si puede volver atrás. Además, no iba vestida para la ocasión.

No podía quedarse ni volver a cruzar el salón. Tampoco podía irse, ni asomarse a encontrar respuestas en la luna.

Se quedó en medio de ninguna parte, rodeada de gente. Como tantas otras veces. En su esquina del salón se besaban, en la fiesta bailaban y aparentaban ser felices, y la luna había desaparecido.

No iba vestida para la ocasión. Tampoco podía volver atrás.

Se puso una copa, empezó a bailar y aparentó ser feliz.

Aunque de reojo mirara la esquina del salón.

Aunque no fuera vestida para la ocasión…