domingo, 25 de septiembre de 2011

Cuando saque el rifle, te avisaré para que te pongas a cubierto




Cada día que pasa es un día menos que me queda por vivir. Vivir es algo más que lo que tú siempre has creído que era, pero cuando tenga tiempo para decírtelo, te quedará menos por vivir que a mí. Y eso que yo siempre pensé que moriría antes que tú.

Reconoces en mí la vida que no hay en ti. Yo vivo en ti la vida que no hay en mí. A ratos estos dos afluentes confluyen y formamos el río que va a dar al mar. Y la metáfora de la vida en forma de río que va a dar a la mar como muerte está ya muy vista, así es que tendremos que conformarnos con disfrutar del frescor de nuestros cuerpos y estremecernos con el paso a contrapelo de los salmones bajo nuestra piel.

Cada día que pasa queda menos agua bajo tu piel. Dicen que tres cuartas partes de nuestro cuerpo es agua, pero yo nunca lo he comprobado. También dicen que tres cuartas partes del planeta Tierra es agua, pero si no he comprobado mi cuerpo no me voy a meter ahora a comprobar el planeta en el que vivo. Perdería mucho tiempo y tengo cosas mejores qué hacer.

He comprado un rifle por catálogo. Era una oferta irrechazable. Cada vez compro más cosas por catálogo, aunque cada día que pase sea un día menos que me quede por vivir. Puede que sea por eso por lo que lo hago, pero no estoy muy seguro y tampoco tengo tiempo como para pararme a pensar en ello. Comprar por catálogo me gusta mucho. Comprar es algo inherente a mí desde el primer día que vi dinero a mi nombre en una cuenta corriente. Comprar por catálogo es tendencia desde que empecé a comprar cosas que podían hacer que los vecinos me miraran mal. Su política de envíos discretos ayuda a ocultar mis obsesiones de las miradas indiscretas. Cuando era un crío no sabía la manera de poder comprar una muñeca hinchable y llevarla a casa sin que nadie me viera. Con los catálogos y sus asépticos paquetes minimalistas encontré la manera y les estaré eternamente agradecido. Hoy me ha llegado el rifle. Quería comprarme un AK-47 o un Kalashnikov porque me suenan de las películas, pero la verdad es que sólo quería algo con lo que pudiera disparar a distancia y que matara. Además, descubrí que un AK-47 no es más que una manera de llamar a los Kalashnikov. En ninguna de las características de las armas del catálogo pone que maten, por lo que asumo que es una característica que se da por descontado de todas ellas, como que se da por descontado que una muñeca hinchable da menos dolores de cabeza que una prostituta porque no tienes que hablar de dinero antes de penetrarla, ni fantaseas con la terrible idea de la polla que ha entrado antes de la tuya allí si tienes la precaución de no dejársela a nadie.


Jose es el único conocido que ha osado pedirme una muñeca hinchable alguna vez. También es el único conocido que sabe que tengo muñecas hinchables desde que era un crío, al menos que yo sepa. Jose es el único conocido que sé que tiene armas de fuego en su casa y que las compra por catálogos. No he osado pedirle ninguna porque creo que las armas de fuego son como las muñecas hinchables y tengo miedo de fallar cuando apriete el gatillo fantaseando sobre cuántas pollas habrán apretado ese mismo gatillo.

Mi polla no es (ni nunca será ya) un gatillo que cause la muerte. No siquiera puedo matar a nadie de gusto con ella. Pero eso algo que no me preocupa cuando pienso que cada vez me quedan menos días por vivir y que es algo que se hace peor cada día que pasa. Nunca he tenido el gatillo a punto, ni he sido de los que ha querido tener una mira telescópica para no fallar el tiro. Cada día que pasa creo que mis pensamientos están más llenos de analogías fáciles y gastadas, y pensar en mi polla y en gatillos, me puede acabar llevando a pensar en gatillazos, y bien es sabido que un gatillazo tiene mucho de mental y de pensamientos, con lo que no puedo perder el tiempo pensando en ello, y menos, sabiendo que es un cliché muy poco original.

Nadie me preguntó nunca qué es lo que quería ser de mayor, y de mayor nadie recuerda que quiero seguir siendo pequeño. Por eso quiero sacar el rifle, quiero apuntar y quiero disparar. Y quiero que te pongas a cubierto. Por eso quiero que me vuelvas a coger el teléfono porque no quiero que te coja todo esto de sorpresa y te pueda dar alguna bala, aunque sea de refilón. Quiero que sepas que si te llamo es sólo para avisarte, para que sepas que no quiero hacerte daño, aunque mi llamada pueda hacerlo sin querer.

Me voy a asomar a la ventana y voy a esperar que todos anden por allí. Y voy a coger el rifle. Hay días mejores en los que pienso que debo asomarme a la ventana sin abrirla, y en el vaho que exhala mi cuerpo y queda en el cristal, escribir tu nombre. Esos días son los que pienso en ti y me invade un terrible sentimiento de culpabilidad por comprar rifles y muñecas hinchables por catálogo. Esos días en los que con sólo imaginar el roce de tu cuerpo, cualquier plástico y cualquier arma me hacen sentir terriblemente vulnerable y recuerdo que por muchos días que pasen tú siempre serás tú, como lo has sido siempre desde que pasaste bajo mi ventana y miraste hacia arriba.

Hasta que saque el rifle y tenga que avisarte para que te pongas a cubierto.

Cada día que pasa es un día menos que me queda por vivir. Vivir es algo más que lo que tú siempre has creído que era, pero cuando tenga tiempo para decírtelo, te quedará menos por vivir que a mí. Y eso que yo siempre pensé que moriría antes que tú.

Reconoces en mí la vida que no hay en ti. Yo vivo en ti la vida que no hay en mí.


Abrázame fuerte, que no pueda disparar…


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