Y cinco minutos después, desperté sobresaltada. Como siempre, no pude volver a conciliar el sueño. Me recosté en el sofá y me dediqué a contemplar el amanecer, como tantas otras veces.
Y con los primeros rayos de luz que entraban por la ventana, recordé que había vuelto a pasar otra noche sin dormir, y que despertarse sobresaltada no quiere decir que se haya dormido mucho. Ni mucho, ni casi nada.
Y con el primer calor de esa mañana de Julio, recordé que había vuelto a pasar otra noche sin soñar dormida, y que debía hacerlo despierta, como tantas otras veces.
Y recordé que alguien me contó una vez que Lawrence de Arabia decía que en el mundo había dos tipos de personas: Los que sueñan dormidas y de noche, y las que lo hacen despiertas y de día, y que estas últimas eran las peligrosas porque no cejarían hasta ver sus sueños convertidos en realidad.
Y recordé que nunca había luchado por nada, porque mis sueños no eran dignos de ser perseguidos.
Y con los primeros rayos de luz que entraban por la ventana, soñé que volvía a pintar y que me salía un cuadro de Bacon.
"Estudio para el Papa Inocencio X" (Francis Bacon) |
Y recordé que mi sueño se parecía mucho, salvando las distancias, a la escena de Amanece que no es poco, en la Bruno, exiliado americano, plagia "Luz de Agosto" de William Faulkner, y tiempo después vuelve a escribir y dice que le está saliendo “Ada o el ardor” de Nabokov.
Y con el primer calor de esa mañana de Julio, decidí tirar lo pintado por la ventana, aunque me estuviera saliendo un estupendo Estudio para el Papa Inocencio X.
Y recordé que soñé que te tenía otra vez entre mis brazos. Pero supe que era sólo un sueño, porque en cuanto abriera los brazos saldrías corriendo a los de otra y no podría hacer nada por evitarlo
Y con los primeros rayos de luz que entraban por la ventana, recordé que había vuelto a pasar otra noche sin dormir, y que decidiste tirar lo amado por la ventana, aunque yo creyera que nos estuviera saliendo un estupendo estudio de nosotras dos.
Y cinco minutos después, desperté sobresaltada. Como siempre, no pude volver a conciliar el sueño. Me recosté en el sofá y me dediqué a contemplar el amanecer, como tantas otras veces.
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