martes, 29 de junio de 2010

Anticrónicas de Conciertos en lasgafasdemike.com: Adoro a las pijas de mi ciudad (Modestia Aparte: Madrid, Sala Caravan, 18-06-2010)

Han publicado en lasgafasdemike.com la anticrónica del concierto de Modestia Aparte en la Sala Caravan del pasado Viernes 18 de Junio.

Seguramente hay quien piense que no tiene mucha lógica que realice una anticrónica de un concierto de Modestia Aparte la misma persona que ha hecho otras de Rage Against The Machine, Iggy Pop o Sínkope, pero son cosas de la edad...

Además, por si no lo saben: Adoro a las pijas de mi ciudad.

PD: Los pendientes de perlas me hacen daño últimamente...


Fotos que me hubiera gustado hacer a mí (III):

Una pareja se besa ante un pelotón policial

EFE | 28-06-2010


El beso. Siempre el beso. Magnificado a veces, poco valorado otras. Unos señores (y escasas señoras) debaten sobre el futuro de su mundo, y en algunos casos el nuestro, ajenos a la explosión de amor que se está produciendo en el mismo instante fuera del recinto donde lo hacen.

Hay quien da la importancia debida a los besos. Hay quien les da tanta importancia que hasta los escatima. He conocido a gente que ahorra hasta en besos. Rácanos diría yo.

Ella no parece que tenga intención de guardar nada. Se la ve con deseo, con una mano que protege y moldea el beso. Siempre me ha gustado que me besen así, pero ella aún no lo sabe.

Él parece que se deja llevar. La agarra contra sí mismo con fuerza y determinación, pero bien parece que es por miedo a perderla. Nunca me ha gustado besar así, pero ella aún no lo sabe.

Hace un tiempo que no entiendo demasiado lo que pasa a mi alrededor. Me encuentro con la foto y no recuerdo haber estado tan escoltado nunca para besarme con nadie. Hay un batallón de antidisturbios dispuestos a proteger esta muestra de amor tan bonita. ¿O no es una muestra de amor? A mí nunca me pasó. Tampoco me ha gustado nunca besarme en la calle, pero ella aún no lo sabe.

No sé lo que se han dicho antes de besarse, pero alguien ha tenido que avisar a los antidisturbios, o sea que de alguna manera, este beso estaba planeado.

Él: Un día así no se olvida
Ella: No
Él: Los alemanes iban de gris y tú ibas vestida de azul

Los antidisturbios van de riguroso negro, mas que me pese. Él no es Rick, ni ella es Ilsa. Yo no toco el piano, soy demasiado torpe con las manos. No sería capaz ni de agarrar con cierta habilidad esos escudos trasparentes ni esas porras adecuadamente. Hay cosas para las que no estoy preparado. Una de ellas es proteger un beso.

Hubo un día en el que pensaba que todo tenía su banda sonora. Esta foto puede tener varias, pero sólo se me ocurren dos, atendiendo a su intrahistoria:
El Sexo

Siempre nos quedará Paris, aunque el G-20 se reuna en Toronto…


jueves, 24 de junio de 2010

Anticrónica de Conciertos en lasgafasdemike.com: "Rock in Rio (11-06-2010): ¿Cuándo se convirtió la Coronita en una bebida antisistema?"

Han publicado en lasgafasdemike.com la anticrónica de lo vivido en el Rock in Rio el pasado Viernes 11 de Junio, cuando tuve la osadía de asistir al concierto de Rage Against The Machine:





Pasen por allí si lo ven conveniente (y si no, también).



 PD: Esta Anticrónica está patrocinada por Coronita (La Cerveza Más Fina...) a la que con tanto interés me lanzaron el Jipi, Álvaro y Mendiola... (¡Gracias desde mi uretra, amigos!)


jueves, 17 de junio de 2010

Bloomsday y Quimicefas

“Aquí la gente es buena, sobre todo si le gustas”  

Lisboa, 16 de Junio del 2010:

Ulysses. Capítulo 1:
Había decidido pasar el Bloomsday sentado junto a la estatua de Pessoa. "No tiene mucho sentido", pensaba en voz alta mientras jugaba con el Quimicefa recuperado tras su traumática separación.

Ulysses. Capítulo 2
Nadie lo entendía, pero tras la separación sólo se preocupó de llevarse consigo el Quimicefa de su infancia. Ella no puso reparos en aquel momento. La miró con el mismo desprecio y la misma altivez con la que solía mirarla en los últimos meses previos a la ruptura. Le pareció un detalle más que indicaba que hacían lo correcto separándose. No se explicaba en aquellos momentos cómo pudieron convivir tanto tiempo bajo el mismo techo. No lo entendía ni le daba importancia, en aquel momento.

Ulysses. Capítulo 3:
Las instrucciones del Quimicefa le prometían millones de aventuras que nunca llegó a vivir en su infancia. Paradójicamente, en aquellos momentos su trayectoria académica empezó a decantarse más hacia las letras que hacia las ciencias.

Ulysses. Capítulos 4, 5 y 6:
Lisboa no es Dublín. “A Brasileira” no está en Temple Street. Su separación no había sido casual. Ella aún la quería. Simplemente, no podían seguir viviendo juntas.

Ulysses. Capítulo 7:
Con el Quimicefa se podían hacer reacciones volcánicas, crear estalactitas, escribir mensajes secretos… Pero ella sólo consiguió dejar inservibles un juego de sábanas, para disgusto de su madre y sonrisa cómplice de su padre.

Ulysses. Capítulo 8:

Su padre siempre vio en ella una niña capaz de hacer todo lo que se propusiera en la vida. La creía especial y diferente.

Ulysses. Capítulo 9:
Su madre era realista.

Ulysses. Capítulo 10:

“Joyce era un capullo pretencioso que escribió un tocho insufrible que sirve para que todos los culturetas del mundo se las den de intelectuales diciendo que el Ulises es una novela imprescindible aunque nunca hayan conseguido leerla y eso les atormente secretamente”

Ulysses. Capítulo 11:
La gente que pasea por el Chiado no entiende qué hace una chica tan guapa con un Quimicefa sentada al lado de la estatua de Pessoa en “A Brasileira”. La gente, a veces, se mete donde no la llaman.

Ulysses. Capítulo 12:
La gente es despreciable.

Ulysses. Capítulo 13:

Desde 1954 se celebra en Dublín, cada 16 de Junio, el Bloomsday en honor a Leopold Bloom, personaje principal del «Ulises» de James Joyce

Ulysses. Capítulo 14:
Nunca ha estado en Dublín.

Al menos físicamente.

Una vez que acabe el 16 de Junio del 2010 no tendrá ninguna posibilidad de hacerlo

Ulysses. Capítulo 15:
“En el 'Ulises', Leopold Bloom recorre las calles dublinesas consumiendo cerveza y riñones en los bares que encuentra, en tanto aguarda a que pasen las horas para que su esposa Molly, una vocacional cantante gibraltareña, acabe la cita con su amante”

Eso es una sinopsis muy limitada y pobre del libro. Viene a ser como si en las instrucciones del Quimicefa te dijeran que es un juguete que sirve para hacer bombas y otras cosas químicas.

Ulysses. Capítulo 16:
Te quiero y siempre te querré. 
Te vayas a Lisboa o a Dublín, siempre estaré cerca de ti. 
Aunque sepa que nunca más podamos volver a vivir juntas.

Ulysses. Capítulo 17:
Los riñones y las Guinness nunca defraudan: Te dan exactamente lo que prometen. 
Cuando comes y bebes sin pensar en el mañana, son fiables a cien por cien.
Eso es algo que, en esta vida, es todo un lujo.

Ulysses. Capítulo 18:
Nadie se explica cómo alguien como ella pudo fabricar una bomba con un Quimicefa de más de 20 años. Nadie se explica por qué voló por los aires su antiguo barrio. Nadie se explica qué había llevado a la locura a una chica tan, aparentemente, normal.

SI


martes, 15 de junio de 2010

Cambio de Planes:



Ha pasado el día y no te he llamado.


Sé que te sonará a excusa fácil, pero hay días en los que las cosas no salen como a uno le gustaría.
No puedo decir que haya tenido cosas mejores que hacer, simplemente, no me he atrevido.
Sabes que no me gusta el teléfono, pero también sabes que te añoro.
Pasará el tiempo y seguiré echándote en falta, aunque no te llame. 


Quiero que estés orgullosa de mí, aunque hay días en los que las cosas no salen como a uno le gustaría.


miércoles, 9 de junio de 2010

Microrrelatos sin Pudor (Volumen 8): Ceguera por elección.


Cuando miró sus ojos supo que no volvería a tener ante sí una imagen tan bella jamás. Quizás no merezca la pena seguir viendo, pensó, y se arrancó los ojos. Dejó sus ojos verdes sobre la mesilla de noche y se echó a dormir a su lado. Su presencia seguía siendo tan bella como siempre, aunque sin ojos no pudiera mirarla.

Al llegar la mañana se dio cuenta de que la belleza que hizo que se arrancara los ojos se había esfumado. Aquella perfección, sin mirarla con sus ojos, ya no era tan sublime. Y empezó a ver sus defectos. Y empezó a ver sus imperfecciones.


Maldijo su destino una vez más. Aquella vez había ido demasiado lejos. Se había arrancado los ojos por no soportar tanta belleza. Ahora, ya sin ojos, veía con claridad que aquello no era más que fachada.

Fantaseó durante un buen rato con la posibilidad de dar marcha atrás, pero era imposible. Desde que se arrancó los ojos, todo era mucho más feo.
Le costó algunos días darse cuenta de que ahora, ya sin ojos, era cuando estaba viendo realmente.

Y se maldijo. 

Y la maldijo.

Y pensó que aunque fuera mentira, le gustaba mirarla con sus ojos. Ahora ya no podría engañarla jamás, pero estaba ciega. Y veía la verdad, y no le gustaba.

La verdad, una vez más, había vuelto a engañarla.

La verdad es una puta con los ojos verdes, a la que nunca hay que mirar de frente. Ahora lo veía, pero ya era demasiado tarde.

Y cuánto la echará de menos…


jueves, 3 de junio de 2010

Microrrelatos sin Pudor (Volumen 7): El "Corpus Fistri"


-    ¿Por qué te levantas? Hoy no tienes que ir a trabajar, puedes quedarte conmigo un rato más
 
En ese momento decidió maldecir, como tantas otras veces, a Esperanza Aguirre y sus ocurrencias. De todos los días que hay en el año, sólo a ella se le puede ocurrir recuperar como fiesta el Corpus Christi. Antes era un día importante. Antes era una muestra más del nacionalreligiosismo que invadía este país.
 

-    Invade… Aún invade…
-    ¿Qué dices?
-    Nada, hablaba sola

 

Antes se decía que hay tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Hoy llueve como nunca. Hoy quiere irse a casa pero la maravillosa chica dueña de aquella cama, por la mañana temprano no es tan maravillosa ni quiere dejarla irse a casa.
 
-    Quédate, está lloviendo y no tienes nada qué hacer.
-    Siempre tengo cosas que hacer. Soy una chica muy ocupada, ya lo sabes
-    Como tú quieras, pero coge el móvil de una puta vez, que yo quiero seguir durmiendo…



 
La había conquistado la noche antes mostrando una personalidad de gran nivel intelectual y libre para hacer lo que quisiera en cada momento. Esa mañana (lluviosa) del Corpus, salía de aquella casa, sin excusas y con un móvil en el que sonaba siete caballos vienen de bonanza en la voz de Chiquito de la Calzada.
 

Para colmo, era una llamada que la intentó convencer de las ventajas que tendría si decidía cambiar de compañía de internet.

martes, 1 de junio de 2010

G es despreciable

G es despreciable. Creo que lo odio aún sin conocerlo. Y cuando digo conocerlo me quedo bastante corto, ni siquiera sé qué aspecto tiene. Sólo es un nombre. Sólo es un concepto. Es un concepto y representa todo lo que nunca quise saber de su existencia.
Oportunista embaucador, no hay duda. G es despreciable.

G me supone un choque con la pared que representa la realidad. Y la realidad, por mucho que me haya empeñado siempre, va más allá de mí. Es más, probablemente la realidad sea mayor de lo que puedo llegar a imaginar.

Nunca lo he hablado con nadie, pero ahora estoy seguro de que los recuerdos no nos pertenecen con exclusividad. Mi visión retrospectiva de la vida es diferente de la que la propia vida tiene de sí misma. Mis amores pueden llegar a ser eternos en mi fuero interno, pero no lo son en ningún otro sitio. Y si existen amores eternos en otros sitios, a mí no son los que me interesan. El apego no lo es todo. El cariño permanece, pero el recuerdo se difumina. Lo que ha sido lo más importante en la vida en una etapa de ella, deja paso a otras cosas acaso menos importantes. Nos desviamos constantemente de lo importante.
Hace años la cosa más importante que me podía suceder era que Maradona se quedara en el Barça y no se fuera a Italia. Si siguiera pensando ahora que es lo más importante, lo que da sentido a mi vida, hace muchísimo tiempo que debería estar muerto por falta de fe en la existencia. Sin embargo, creo que llegué a olvidar a Maradona. Lo tengo presente de cuando en cuando, al realizar furtivas visitas acompañado a los baños de bares y discotecas.
G no es Maradona. O quizás sí. No lo sé, ni lo puedo saber. Creo que incluso no quiero saberlo. G es un ente en mi mente al que no he puesto cara ni quiero ponérsela. G sigue siendo un concepto que puede ser erróneo. Probablemente esté ofuscado y G no sea más que una excusa para remorderme en la conciencia. A lo mejor está puesto ahí para demostrarme que hice mal y que no soy tan importante como creo. Posiblemente ni exista y todo sea un juego macabro para ver qué ficha muevo. Si fuera así, G podría ser Z, J, L o B, y ser aún peor. Peor sería que lo conociera y supiera perfectamente que es lo que piensa y le mueve a existir. Qué es lo que le ha llevado hasta allí. Por qué existe. Y viviría un problema aún mayor. Sentir la lucha entre la amistad y el desprecio. La amistad se iría enfriando sin ningún motivo socialmente respetable, para ir dejando paso a una frialdad estúpida que me calificara de niñato caprichoso. 


Cuando te quitan algo es cuando te das cuenta de lo que valía. Cuando abandonas algo es cuando te das cuenta de la falta que te hacía. Si condujera un coche y tirara un cigarro tras fumármelo por la ventanilla, kilómetros después sentiría un irremediable impulso de dar marcha atrás e ir a recogerlo. Lo que no vale en un momento concreto, cuando te desprendes de ello descubres que era lo más importante que tenías. Y si bien en el momento de arrojarlo crees que ya no sirve para nada, al instante descubres que nunca nada te va a hacer sentir igual que ese cigarro. Probablemente lo hayas sustituido ya por otro cigarro, incluso puede que hayas decidido dejar de fumar, pero cuando asumes completamente la nueva situación te das cuenta que la anterior es la que realmente necesitas y la que merece la pena.
Llámame egoísta. Llámame inseguro, pero no soporto a G. Espero no cruzármelo nunca. Aunque puede que me lo haya cruzado infinidad de veces sin saberlo. Prefiero no saberlo. Y lo difícil es pensar que existen ciertas posibilidades de tener que conocerlo, de tener que hablar con él. Fantaseando en pesadillas puede que incluso tenga que asistir a su boda y poner la mejor cara del mundo para no resultar un niñato inmaduro.
A ella la querré siempre. Eso es inevitable. A no ser que me demuestre fríamente que lo que le da G es tan sumamente bueno que no quiere saber nada ya del pasado. Eso no puede pasar. G es una tapadera para demostrarme que lo he hecho mal. Para demostrarme que hay vida más allá de mí.
Quiero ser millonario y poderoso. Sí, esa es la respuesta. Crearé una república bananera y sus habitantes estarán elegidos por mí. En mi palacio vivirán todas mis concubinas. No juntas ni revueltas, no me llama la fantasía del sexo grupal, al menos con ellas. Cada una en sus aposentos, siendo fieles a mí. Queriéndome para la eternidad. Y conformándose con mi afecto y amor repartido en tiempos que oscilarían acorde a mi estado mental. En un suburbio de la república habitarían las tentaciones, a las que acudiría de cuando en cuando para no acabar hastiado de palacio como acabé hastiado de todas sus ocupantes en el pasado. Gs no habría: Conmigo esporádicamente o simplemente con mi recuerdo presente sería suficiente para ellas.

Abomino mi tendencia al sufrimiento. Me martiriza no tener habilidad para pasar páginas. Mi dura imagen exterior no lo indica jamás, pero mi interior es frágil y vulnerable cual moral de infante falto de cariño.
G es el culpable de que haya vuelto a tomar consciencia de mi insegura condición. Se vive muy plácidamente cuando se tiene la mente ocupada en cosas que no suponen demasiado esfuerzo y que fluyen tranquilamente. Cuando la vida se encarga de liberar las necesarias hormonas que nos traen la tranquilidad y la estabilidad. G es un ser despreciable. No merece estar en mis pensamientos. Esta situación la diseñé yo, y en mi proyecto no había sitio para nadie del sexo masculino. Da igual que te llames G y que seas despreciable. Podrías haberte llamado Z, J, L ó B y vendría ser lo mismo.

Y lo peor de todo es que ni siquiera me puedo sentir agraviado, ni ser la víctima. No puedo ni compadecerme. Yo fui quien ha permitido que esto llegue hasta aquí. No importa si ha sido por omisión, por dejar hacer. Por no tener valentía ni claridad de ideas para ver lo que realmente tenía que hacer en cada momento.

Ahora llamo a amigas que no se pueden poner porque están dando de mamar a sus niños. ¿Dónde hemos ido a parar sin darnos cuenta? ¿Qué fue de los tiempos en los que el futuro aún estaba por llegar? Ahora lo tenemos encima. Ahora no hablamos de lo grandes que seremos sino de lo que te cuesta aguantar al imbécil de tu jefe. No planeamos irnos a vivir a ningún sitio idílico, ya tenemos panteón en el que vivir para siempre. La ilusión por ir a la boda de algún amigo que había caído en la trampa se ha transformado en el palo a la cuenta corriente que hay que dar dos o tres veces cada año. De ser la alegría de la huerta, el que nunca cambiaba, el eterno calavera que no cambiaba, dicho entre admiración, cariño y respeto, he pasado a ser el anticuado el que se ha quedado en la adolescencia, el bala perdida, dicho entre compasión y con distancia.

Ahora me apena pensar que en el parque en el que nos dábamos al amor han construido un cine. Un cine lleno de parejas despreciables a las que la vida sólo les proporciona un poco de emoción cuando el protagonista de turno, desgarrado por los mamporros de los malos está a punto de morir, aunque sepan claramente que por muy contra las cuerdas que se encuentre tendrá ese gramo extra de fuerza para poder darle la vuelta a la situación y acabar de hacer todo lo imprevisible y necesario para que termine bien. A mis ojos son infelices. A mis ojos, su vida es deprimente, pero tienen muy claro lo que quieren. Lo tienen muy claro porque ni siquiera se lo han preguntado nunca. Simplemente mantienen su status quo. Así no hay problemas como los míos. Su vida es esa, aunque no la hayan elegido, siempre han sabido que era así. La mayor locura que se les pasa por la cabeza es esperar que les toque algún día la lotería. Pero ni siquiera juegan. Simplemente aceptan las reglas del juego. Y ya no va más.



A mí siempre me ha gustado jugar. Aposté al rojo y me salió G. Como podría haberme salido Z, J, L ó B, que sería aún peor. Al menos G es invisible y despreciable. Al menos me queda la esperanza de pensar que simplemente sea una tapadera que oculta un cocido que nunca será el mismo sin mi sal.

Se me revuelven las tripas de pensar que en la cama donde aprendimos a amar haya entrado alguien más. El sudor de G debe oler a cuerno quemado. Probablemente haya entrado en esa cama por mi falta, pero espiritualmente siempre estaré allí. Al menos eso es lo que me gusta pensar. G nunca podrá sustituir mi presencia, mi recuerdo. G a fin de cuentas no es más que un sustito fácil como el condimento de las paellas. Es necesario porque no estoy yo, aunque en esencia soy yo lo que se busca. No sólo se busca por gusto, sino que se me necesita. ¿Qué sería de una paella sin un G que me sustituyera? Pero el sustituto es despreciable.