martes, 19 de julio de 2016

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 41): La juventud y las ganas





Ella era aún joven. 
Al menos así lo pensaba. 
También los demás.

Sí, todo indicaba que ella era aún joven. Pero tenía mucho acumulado. "Vive deprisa" le dijeron y ella hizo caso. "No hay tiempo que perder" escuchó también y actuó en consecuencia. 
Y se cansó. 

Tanto, que se puso a mirar con detenimiento. Como nunca había hecho. Y de repente apareció aquello. No sabía si se lo había dicho alguien, si lo había leído por ahí o lo había visto en alguna película, pero comenzó a retumbar en su cabeza:

Una cosa os voy a decir: Llegadas ciertas edades es una estupidez quedarse con las ganas.

De repente se sintió mayor. 
Y sin ganas. 
Todo se iría al traste si miraba hacia atrás.

Pero como tantas otras veces se dijo a sí misma: Yo no soy estúpida. Guardó el libro, apagó la película o le cerró la boca al que hablaba, es un detalle que da un poco igual. Se lanzó a no quedarse con las ganas. Ahora sólo necesitaba saber qué era aquello que representaba la juventud y las ganas. 

Pero esa ya, es otra historia...




lunes, 11 de julio de 2016

Fotos que me hubiera gustado hacer a mí (Volumen 16): ¿Qué cara tiene la felicidad?






La otra noche, después de terminar, me preguntaste si me había gustado. Te dije que sí, que si no veías mi cara de felicidad. Cambiaste la tuya y me dijiste que no, que últimamente sospechabas que no disfruto contigo, que ya no pones la misma cara de felicidad de las primeras veces. Te pregunté cuál era mi cara de felicidad y me respondiste que esa no, otra. Yo pensé que hacía tiempo que había dejado de ser feliz con ella y se lo quería transmitir con mi cara pero que en los únicos momentos que no podía controlarlo era en aquellos, precisamente aquellos. Justo después de correrme. El problema es que últimamente no me corro contigo. Y eso es un problema.
Mayor problema es hoy. Cuando soy consciente de que no me corro contigo porque ni siquiera nos acostamos. Ahora no sé ni qué cara tengo. Pero he tenido que escribir esto que nunca leerás porque necesitaba meter la foto del niño con cara de felicidad comiendo sandía.

Sí, todo son excusas. Hasta mis caras desde que dejé de correrme contigo...