jueves, 27 de diciembre de 2012

Recuerdos de cables y de calles



¿Recuerdas ese día que descubrimos el cable en la calle que en lugar de tener colgado un par de zapatillas por los cordones, como es lo habitual, tenía sujetadores?
Ese día fue el día más maravilloso de mi vida. El día que descubrí esos sujetadores colgados de aquel cable en aquella calle.




¿Recuerdas ese día después que volvimos a pasar y querías colgar tu sujetador en el cable y a mí no me hacía gracia?
Ese día fue peor que el anterior. El día que quisiste colgar tu sujetador de aquel cable en aquella calle y yo no te dejé y tú no lo entendiste.

¿Recuerdas ese día después de aquellos dos, cuando volvimos a pasar y señalaste el sujetador que habías colgado en el cable y que yo no te dejé anteriormente porque no me hacía gracia?
Ese día fue el día más maravilloso de tu vida. El día que me enseñaste tu sujetador colgado de aquel cable en aquella calle.

¿Recuerdas anoche cuando volvimos a pasar por la calle donde estaba el cable con los sujetadores colgados en lugar de zapatillas unidas por los cordones y yo te pedí que no miraras arriba y que te fijaras en lo bien que me quedaba tu sujetador puesto?
Ese día fue el día indicado para que terminara nuestra maravillosa historia común. El día que te enseñé tu sujetador puesto en mi pecho y tú decidiste mirar al cable.




Todo son recuerdos, pero a mí me queda tu sujetador. Huele a ti y no pienso colgarlo nunca de ningún cable. Sospecho que a ti te gustaría verme colgado del cable que descubrimos en aquella calle en el que había sujetadores en lugar de las típicas zapatillas unidas por los cordones.

Todo son recuerdos y todos son maravillosos.

(Al menos para mí)


miércoles, 26 de diciembre de 2012

Buscando complicidad y ayuda

¡Felicidades!
Si aún no lo sabías es porque no te hemos dado el suficiente tostón con el tema y este post te parecerá nuevo y noticiable: ENHORABUENA.
Muchas y muchos no tienen tu misma suerte y están un poco (bastante) hasta las narices de que les digamos que voten y voten y dejen de votar...





cabezadeavestruz se presenta por tercer año consecutivo a los Premios 20blogs del diario 20 minutos. Son unos premios prestigiosos que pueden darnos el empujón adecuado hacia ese sitio que no sabemos aún cuál es, pero al que queremos ir.

En anteriores ediciones sólo podían votar blogueros y blogueras inscritas en el concurso. Este año se abren las votaciones a todo el mundo. Simplemente tenéis que registraros en 20minutos.es y luego pinchar el siguiente ENLACE y votar por cabezadeavestruz


Si no os parece adecuado votar a cabezadeavestruz, tenéis más de 800 opciones en la categoría de Cultura y Tendencias donde elegirnos, que es la categoría en la que participamos, pero probablemente Dios matará un gatito, tu casa olerá mal, no podrás llevar a tu niño a la universidad y tu aparato de música se pondrá automáticamente en bucle y no podrá parar de emitir canciones de Amaia Montero...

Además, podéis votar en el resto de categorías y descubriréis sitios estupendos donde pasar el tiempo mejores que esas páginas que veis tan a menudo y que han provocado que vuestra expresa haya capado varias cosas en el internet del curro...


A votar, a votar... Que el mundo se va a acabar. No os confiéis porque ya nos hayamos olvidado de los mayas, porque me sé yo de unas cuantas razones que indican que el Fin del Mundo está al caer. Pero esa ya, es otra historia... 



miércoles, 19 de diciembre de 2012

El Apocalipsis llega demasiado pronto







Arthur Rimbaud murió demasiado pronto para imaginarlo.

Me hubiera gustado que él fuera el segundo de los Cuatro Jinetes del Apocalipsis, pero decidió desde muy joven que la vida no tenía mucha gracia y dejó de escribir para morir traficando con armas en África. Nunca  me perdonaré que no hubiéramos tenido tiempo de conocerle.

Nacimos tarde para los Rolling Stones, para follar sin conocimiento en Woodstock, para tirar piedras en el Mayo del 68 de París, para llorar a Lennon, para tomar La Bastilla, para meneárnosla con Sara Montiel…

Arthur Rimbaud nació demasiado pronto para ser mi amante. Ni siquiera me imagino con él en algo más que una fascinación lírica. Fue toda su vida lo bastante jovencito como para no ser santo de mis ansias sexuales.

Nacimos tarde y los muy grandes murieron pronto.

Creo que va a ser cuestión de dejar de mirar la ventana esperando la llegada del Apocalipsis y esperar al lado del teléfono por si llamas. Hay cosas para las que nunca es demasiado tarde…



miércoles, 12 de diciembre de 2012

La asistencia de Sarunas Marciulionis en el servicio de caballeros




- ¿Quién era para ti Marciulionis?
- ¿Cómo?
- ¿Que quién era para ti Marciulionis?
- No te comprendo…
- Vale, Marchulenis creo que se le llamaba en España…
- Si.
- ¿Y eso a qué coño viene ahora?





Le acerqué el turulo y aspiró con ansia la raya que quedaba. Luego se chupó el dedo índice y lo pasó por encima de aquella tarjeta acabando con todos los restos que quedaban para llervarlo otra vez a su boca.

Me ponía mucho ver a una chica meterse cocaína.

Sonaba de fondo “Majete” de Rosendo. O quizás fuera “Flojos de pantalón” o “Pan de higo”, no recuerdo bien, pero seguro que era Rosendo. Aunque ahora que lo cuento, puede que fuera una canción de Leño. En cualquier caso, sonó algo en el bar que nos gustaba y nosotros seguíamos en el servicio. Lo que era seguro es que no era “Cosita” porque esa canción siempre la reconozco bien y me acuerdo mucho de ella, suene cuando suene y esté dónde esté.

Salimos del baño. La música atronó en cuanto abrimos la puerta. Nos miraron mal los que estaban esperando al pasar a su lado y nos adentramos en el bar. Pegué un trago a la copa mirándola. Me pone mucho ver a una chica meterse cocaína o recordar cómo se acaba de meter cocaína conmigo hace escasos momentos. Pero recordé algo.

- ¿Sarunas Marciulionis? ¿A qué coño ha venido eso?
- ¿Perdona?
- Mar-ciu-lio-nis –dije gritando, mientras hacía el gesto de botar un balón de baloncesto y encestarlo en una canasta imaginaria para que tratara de entender de qué le hablaba porque con la música no me estaba escuchando bien.

Reía. Sin más.

Volvimos al baño un rato después. Ella tenía ganas de meterse más y yo también. Pero yo tenía más ganas aún de ver cómo se metía porque me ponía mucho ver a una tía meterse cocaína.

- ¿Volvemos a hablar de Marchulenis?
- ¿Marciulionis?
- Antes lo hice porque en estos espacios tan estrechos me pongo muy nerviosa si voy con alguien a meterme.
- A mí me pone… No me dejó acabar y me comió la boca.
- …Marchulenis... Pude balbucear.



Pasó la noche, y finalmente nos metimos en su cama porque los dos consideramos que era lo mejor que se podía hacer a esas horas dada la temperatura que asolaba la ciudad en aquellos tiempos.

No volvimos a hablar de Sarunas Marciulionis ni de nada. Estoy seguro que fue una estratagema suya porque se dio cuenta de lo mucho que me ponen las tías metiéndose cocaína…





B.S.O. I: Majete, Rosendo.
B.S.O. II: Flojos de pantalón, Rosendo.
B.S.O. IIIPan de Higo, Rosendo.
B.S.O. IV: Cosita, Rosendo.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Fotos que me gustaría haber hecho a mí (Volumen 10): Se llamaba Alicia, creo que decía






La encontré. 
Agobiada. 
Era una chica que se sentía muy grande y vivía en un mundo muy pequeño...

Le pregunté y no recuerdo bien si se llamaba Alicia o era algo que a mí me gustaba que fuera así.

La olvidé. 
Agobiada. 
Soy una chica que se siente muy pequeña y vive en un mundo muy grande...



B.S.O.: Alicia (Expulsada al País de las Maravillas), Bunbury.



lunes, 3 de diciembre de 2012

Hoy es Lunes pero anoche soñé que entraba en su biblioteca y le robaba un libro



El lunes empezó bien. Mejor que un Domingo de resaca, aunque cuando no tienes mucho más que hacer que admirarla y perseguir su aura por todas partes, te da igual el día en el que vives. 

Me invitó a su casa. Me invitó, como tantas otras veces, pero tenía algo especial para mí, para ese lunes después de que yo hubiera soñado que entraba en su biblioteca y le robaba un libro. 

Me dijo que no tenía biblioteca. 

Eso me paralizó. 




Mis sueños estaban muy lejos de la realidad. Le pregunté dónde tenía sus libros o si usaba un e-book y por eso no tenía biblioteca. Fantaseé con la idea de robar un archivo informático del posible e-book hasta que pensé que esas cosas tan de películas de espías son demasiado avanzadas para que se cuelen en mis sueños. 

Y más aún, si en mis sueños sale ella...


Me llevó a su despacho y me dijo que mirara.

Miré.

Tenía los libros en una estantería colocados al contrario que todo el mundo. Los ponía con el lomo hacia dentro, de manera que al mirarlos, veías una combinación extraña de diferentes tonalidades de blanco, beige, según las páginas de cada libro. No me explico cómo podría reconocer cada libro, pues había muchos. No sé por qué lo hacía así, al contrario que el resto de los mortales. No me atreví siquiera a comentárselo, pero vio mi cara de asombro y de su boca salieron aquellas palabras:

- Viene a ser como Amsterdam: Sabes que puedes comprar hierba en los coffee shops porque la gente lo cuenta, pero hasta que no llegas y lo compras, no tienes claro que es lo que todo eso significa. Eso son mis libros del revés. 
- Quizás sea el resto del mundo el que los tiene al revés... ¿Has pensado alguna vez comprarte un e-book? Yo tengo uno y me encanta, es muy práctico.
- Nunca podrás meter una flor seca que te regale en tu e-book. Vas a tener que volver a coger un libro de verdad.

Y tras decir eso, me dejó a solas con su estantería llena de libros colocados con el lomo hacia adentro. 

Me olió un poco a marihuana, pero no quise decir nada.




Hoy es Lunes pero anoche soñé que entraba en su biblioteca y le robaba un libro


miércoles, 28 de noviembre de 2012

La increíble historia real de una noche desconocida, disfrazada de historia desconocida de una noche real (Con eróticos resultados…)


Habían pasado las horas. 
Los días. 
Las duchas y los olores. 

N se dispuso a contar, como tantas otras veces, las anécdotas de aquella noche a los amigos que se interesaban y no tuvieron la ocasión de verlas. Como tantas otras veces, pero mucho más rebuscado y extraño. Más extraño y totalmente diferente. 

N se dispuso a contarlo porque sabe que la distancia y el reposo de aquel momento es la adecuada para analizar y tener presente todos los detalles valorándolos en su dimensión correcta y no es excesiva como para que se difuminen o se pierda el interés y haya que volver a ellos cuando no sean más que retales difusos de una noche más de drogas, cariños, amistad, risas y aventuras (Con eróticos resultados…).

He aquí la reproducción, más o menos literal, de todo lo acontecido aquella noche de autos (porqué demonios se llamará “de autos” a las noches o los días) en la que su temprana desaparición y una teta perdida en el teléfono despertó el mayor de los intereses a todos los amigos de N, desde sus ojos, los que, aunque turbados por ciertas sustancias y el cansancio de la acumulación de fiestas, son los únicos que pueden dar testimonio veraz de aquella noche (Con eróticos resultados…):




“¿Que estaba raro yo aquella noche? Coño, como todas las últimas noches…  Francamente, no sé si estoy pasando un buen o un mal momento en mi vida, pero supongo que la rareza de todo lo que me rodea en los últimos tiempos hace que cada día, y cada noche –sobre todo cada noche- sea cada vez más extraño, alternándose momentos fascinantes, como la madrugada del viernes que nos ocupa, con momentos sin más y con pasividades vitales de lo más tenebrosas. ¿Cómo coño no voy a estar raro con la que tengo encima? Ahora, lejos de verlo como una losa o una desgracia, la actitud ante ello me está llevando por vericuetos maravillosos o simplemente interesantes, cumpliendo aquello que siempre he dicho que la actitud que tiene uno ante las cosas se transmite fuera de él y atrae o espanta ciertas cosas, y si está de bien la cosa y no se le da mucha importancia, se ve envuelto en circunstancias que en otras ocasiones, con una actitud neutra, depresiva, eufórica, ansiosa… o de cualquier otro tipo, condicionaría lo de alrededor y lo que tiene que venir. Pues claro que estoy raro últimamente, pero como estoy tan extraño y voy suelto para no pensar y pasa lo que pasa.

Todo surge de un momento de rarezas. De aquellos que le entra a uno cuando en instantes concretos de las noches largas de farra, ayudado por el alcohol y la farlopa, sin duda, empieza a separarse un poco de la línea oficial de la noche. 


(Para los no instruidos indicaremos que la línea oficial de la noche se refiere a estar haciendo lo pactado más o menos tácitamente por un grupo que sale de fiesta esa noche, siguiendo los ritmos, participando en las conversaciones, mimetizándose con el grupo y siendo uno sin más). 

Ese momento salida de la línea oficial de la noche siempre ha estado presente en mí. Incluso cuando uno está en estado óptimo o también llamado normal o estándar. Pero llegó a esa noche. Y entre lo disperso y extraño del ambiente, el exceso de farlopa y copas que llevaba y una escasa disposición a hablar de nada, la salida de la línea oficial de la noche implicó salir más de la cuenta de aquel garito a la calle a fumar.

Más veces de las normales.

Cuando sales mucho de un garito a fumar, tú solo, debes plantearte que o bien tienes un problema con la nicotina, o bien te aburres dentro del sitio, o bien tus amigos no fuman, o bien estás inquieto, o bien todas las anteriores son correctas. En aquel momento, ni yo mismo sabía por qué salía tanto a fumar, pero objetivamente fueron muchas veces y muy continuadas.

En una de ellas (concretamente la última de la noche del viernes) pasó algo. Se acercaron un par de tetas. Perdón, se acercó una tía, pero yo sólo veía un par de tetas, aunque eso es típico a esas horas de la noche cuando todo está un poco nublado por las consabidas copas y farlopa, y cuando uno está solo fumando, sin hacer nada, no puede menos que fijarse, por aquello de que en algo hay que entretenerse más que oír las conversaciones casposas de los porteros. 

Y en eso que las tetas hablan. Y no sólo hablan, sino que me hablan a mí. 

Cuánto tiempo sin venir por aquí, ¿No?
¿Cómo? No tenía una respuesta ingeniosa ni adecuada porque el fin de semana anterior había estado allí, y el anterior, y el anterior… Pero cualquiera se muestra con valor como para discutir con esos pequeños detalles a unas tetas…
Que hacía mucho que no venías por aquí…
Bueno, no sabría decirte… ¡Bien! Tío, te lo estás currando, eres encantadoramente gilipollas e ingenioso.
Pues yo hace mucho que no te veía. Vale, esto ayuda…
Puede ser...

Recapitulación mental: La tía (Vamos a mirar más allá de las tetas) me habla porque me recuerda. Normalmente nunca sé si es bueno o malo cuando me recuerdan por algo que yo no tengo presente, pero (Vamos a volver a mirar a las tetas) qué demonios me importaba eso ahora. Con tener cuidado y que no sienta que no tengo ni puta idea de quién es ya me vale en ese momento.

¿Qué? No estás demasiado hablador, ¿Me das un pitillo? Esto está aburrido, ¿No?
Buah… Como siempre, pero es pronto.
¿Pronto? Yo estoy hasta las narices ya… ¿Qué fumas? ¿Qué tabaco es este?

Pues sí que habla, lo mismo no tengo problemas con mi incapacidad para recordarla o mi ausencia total de gracia natural para fascinarla o por lo menos quedar bien… Y el cigarro se me está acabando, a ver qué hago ahora…

¿Estás con gente o solo?
Con gente, ahí dentro, claro…
¿No fuman?
Sí, pero supongo que ahora me tocaba a mí.
Pues yo solita, que estoy hasta las narices de mi gente. SOLITA” ¡Alarma! ¿Querría decirme algo con eso? ¿Por qué “solita” y no “sola” o “he pasado de mis colegas porque me aburría”?
Pues quédate con nosotros, sin problemas. Somos todos estupendos y divertidos. Si te apetece, ya sabes. Y tranquila, todos los demás son más encantadores y divertidos que yo, no te guíes por mí. ¡Olé! Me hinché al sentir que había tenido una respuesta más o menos ingeniosa y que daba lugar a diálogo con la quedaba más o menos bien… Orgullo y satisfacción.
Pues si tú molas mucho... Ahora sí que estoy satisfecho y orgulloso, pero qué hago.
Gracias, será que vienes borracha.
Tío, que ya te he visto más de una vez…
Siempre borracha.
¿Qué pasa? ¿Me estás llamando borracha o no me crees? Vaya, la jodí… Con lo bien que iba…
No te creo…
¿No? Ven que me lo vas a demostrar…  Y ahí se abrieron los mares y me vi en el abismo. Caería de bruces en el fondo del pantano o sería una playa del Caribe con el todo incluido en la pulsera.
Vamos donde tú quieras. ¡Órdago! O quizás fuera la farlopa… O la situación que estaba viviendo últimamente y la actitud y todo ese rollo que ya hemos hablado. 
Pues vamos, que vivo ahí al lado.
¿Así, sin más? ¿Cómo? Descolocado estoy, pero como últimamente todo suele ser así o mejor, pues será así. Voy a decirles a estos que me piro… 
Y me agarró la chaqueta…
Luego vuelves, es ahí al lado… ¡Ah! Vale, que tampoco me va a secuestrar ni nada… Ya me extrañaba a mí… ¿Tienes farlopa? ¡Aaaaah! Ahora sí, ya sabemos qué quiere…
Algo queda.
Algo tengo por casa yo también…

(Y aquí haremos una elipsis en la narración para saltar al descansillo del segundo piso donde a una broma mal planteada me respondió arrinconándome contra la pared desconchada de aquel inmueble y plantándome un beso succionador en mi boca previo a un ¿Te crees ya que molas o no? Que acabó con todos mis prejuicios y me llevó a otro mundo diferente donde nada importaba y todo lo que había fuera de aquellos labios pasaba a importar una mierda. Y explicaré sin muchos detalles como la conversación en el pequeño trayecto desde la puerta del bar hasta ese descansillo del segundo piso de aquel inmueble próximo fue tensa por no saber qué decir para no cagarla, y cómo fui buscando un momento de intimidad para tomar por primera vez un trozo de esa pastilla revitalizante que usan los tíos que necesitan cumplir bien con sus funciones vitales, que llevaba encima y que encontré con la excusa de mear en un césped por allí cercano esperando darle la espalda y poder ocultar mi acción)

Pasa, ponte cómodo.
Estoy muy cómodo. ¿No me ves?
¿Con toda esa ropa?
¿Y tú?
¿Me preparas una lonchita? Allí en la mesa de la habitación tienes un CD negro si quieres…
¿Un CD negro? 
Sí, para que las hagas allí... Voy al baño un momento.

Curiosos pensamientos. Siempre se cumple el cliché de ir al baño cuando una chica me lleva a su casa. Siempre. Vaya a pasar lo que vaya a pasar, siempre se va al baño al llegar. A veces he pensado que en todas las casas hay un circuito cerrado de televisión que se controla desde el cuarto de baño y que esa costumbre es una acción estándar para controlar nuestros movimientos y ver qué hacemos antes de pasar a la acción. Esto lo sumé al interrogante que me surgió al pensar qué tipo de persona tiene una caja de CD rotulado con edding negro con el aparentemente único objetivo de ser utilizado como apoyadero para hacer rayas y demás, encima de su mesilla de noche. Empecé a agobiarme un poco por los cubatas tomados y las rayas aspiradas, además de acordarme que me había tomado un trozo de pastillita mágica y que no sabía muy bien cómo funcionaba o no (tómala media hora antes me habían dicho algunos), ni cómo me iba a afectar y me senté en la cama mientras volcaba polvo blanco en el CD negro que ella había dicho, por si por algún caso, por raro que fuera, me estuviera vigilando por un circuito cerrado de televisión desde el cuarto de baño.

¿Ya estás?
Albornoz negro. Semi-cerrado. Erección. Posible, aunque no confirmada por razones obvias de visibilidad, cara de imbécil embobado por mi parte. Ya están…
Raya ella, raya yo. ¿Te has guardado algo para que me haga una aquí? 

Si amigos. Ese “aquí” se refería al compañero de entre mis piernas. Y sí, lo dijo acompañando el “aquí” con un apretón de su mano allí. ¡Uau! ¿Ya estás así? ¡Qué prisa, chico! Pues bueno…

Y empujó mi espalda a la cama y se colocó entre mis piernas haciéndome una mamada espectacular sin siquiera bajarme los pantalones más allá de las rodillas ni abrirse el albornoz mientras el amargor de la última raya que todavía rondaba por el agujero derecho de mi nariz era absorbido en un desesperado intento hacia dentro y me bajaba por detrás de la garganta, como tantas otras veces, pero con una tía chupándome la polla.

Estaba en la gloria. Lógico. Pocas veces mientras me la chupan no estoy en la gloria. Bueno, a decir verdad, hay alguna que otra vez en mi historial, pero claro, son las menos por suerte ya que quizás sea un afortunado que siempre me encuentro con gente que, o sabe chuparla muy bien, o a mí me lo parece. Alguna vez me rasparon con los dientes y no fue agradable. Alguna boca me encontré que no era del todo amplia y otras demasiado holgadas. Incluso algún piercing lingual mal aprovechado me hizo no pasarlo del todo bien. Pero esas veces son las menos. Pocas veces mientras me la chupan no estoy en la gloria.
Lógico. 
Estaba en la gloria.

Traté de incorporarla y besarla para… No sé muy bien qué. Si algo me gusta del sexo es no saber bien qué. Si tuviera un manual de instrucciones que siguiera en cada momento, seguramente me aburriría constantemente y dejaría de tener gracia el asunto. Traté de incorporarla y con sus manos e inusitada fuerza, sin sacarse la polla de la boca ni dejar de chupar, volvió a empotrar mi espalda contra la cama, sin dejar su tarea. Primer estímulo de la noche: Las riendas las llevaba ella. 
Como si no me había dado cuenta aún…

¿Te corres rápido?
¿Cómo?
Que si te corres muy rápido…
Uff, no sé…
Bueno, da igual.

Y en ese momento sí que pensé que me corro rápido. O que me iba a correr pronto. Supongo que decirlo fue lo que aceleró el asunto. ¿Qué debía hacer? Creo que como sigas así me voy a correr rápido, sí.
No importa, creí entender que decía con la boca llena acelerando el ritmo.
Me corrí. Mucho. Y no sabía qué decir. Rico, dijo ella. Y supe menos qué decir. Muy, muy rico. Voy al baño y me toca.

Entendido. Ahora tenía que ejercitar la lengua yo. Abre el segundo cajón de la mesilla y elige el que más te guste la oí decir desde lejos. Te dejo que escojas tú. 

Antes de que pudiera pensar qué habría de elegir ya había abierto un cajón lleno de vibradores y demás parafernalia sexual que, francamente, me abrumó por su cantidad y variedad. Probablemente es la impresión unida al desconocimiento, pero aquello me turbó bastante.

¿Ya? Había vuelto del baño desnuda y se acercaba a la mesilla.
Emm… No sé…
Deja. Metió sus manos en el cajón y cogió un vibrador negro de lo más corriente que había por allí a primera vista. Este es mi prefe cuando estoy con gente. Gente. En otros momentos reflexionaría el sentido que puede tener hacer una frase en esos instantes en las que están incluidos el concepto de gente y un vibrador preferido.

Se echó en la cama y me arrastró encima suya. Su cuerpo estaba frío. El mío también. Pero fue cuestión de un instante. Al rato, sin saber muy bien cómo, se empezó a masturbar con nuestro amigo de la mesilla.
Quiero comértela mientras me follo.
Tus deseos son órdenes creí bromear, aunque luego supiera que no era así.
Si, me vuelve loca…

Y volví a sentir mi polla en su boca. Y me volví más loco aún. La imagen era brutal. Y la sensación más aún. ¿Funcionaba tan bien el pedazo de pastilla que me había tomado o simplemente la excitación por la situación era tan potente que había anulado el efecto alcohol en mi libido masculina? Qué mas daba en aquel momento.

Agárrame las tetas. ¡Por favor! ¡Fuerte! Dios, cuánto hace que no hago deporte y qué oxidado estoy, pensé en aquellos momentos en los que todo costaba más de lo normal.
Me vas a follar, ¿Verdad?
¿Quieres?
¡Claro, cabrón! ¡Fóllame ya! Te quiero dentro…

Y ahí que fui, sustituyendo al siempre fiable amiguito negro que había cogido del segundo cajón de la mesilla y me introduje entre sus piernas. Algo estaría haciendo bien porque sus primeras palabras llenas de deseos imperativos pasaron a ser gemidos acompañados de fuertes arañazos en mi espalda. 
Claro que esto es una suposición.

Nos dimos la vuelta. Más de dos o tres veces. Me dijo que parara y pidió que se la metiera a cuatro patas y allí que fui. O intenté ir porque muy disgustada me dijo que así no y me dio la vuelta para quedar los dos enfrente del espejo que ocupaba la pared contraria a donde estábamos mirando hasta ese momento. No sé cómo pero salió de mí un momento (o me sacó, para ser exactos) encendió una luz tenue y suave de tono anaranjado y volvió a acoplarse en mí para seguir como dos locos salvo que, en este momento, mirándonos en el espejo que teníamos delante.




¿Quieres grabarme?
¿Cómo? No voy a desarrollar ahora la extrañeza que me produjo eso y todo lo que pasó por mi cabeza en ese instante en el que escuché o creí escuchar ¿Quieres grabarme? Entrecortando sus gemidos cada vez más acelerados.
Que si quieres grabarme...
No sabía responder y me sentí amoroso diciendo Lo que quiero es correrme y que te corras. Entiendo que al común de los mortales le parecerán esas palabras cualquier cosa menos amorosas, pero fue así. 
Sí, dale, no voy a aguantar más. Córrete en mi espalda, o en mi boca, o… ¿Dónde quieres correrte?
No sé…
¡¡¡Vengaaaaaa!!!

Y nos corrimos. Por allí. No sabría decir muy bien dónde. Al menos yo. Y quedamos rendidos el uno frente al otro. Amorosamente (ahora sí está mejor dicho, creo) agarró una manta sin moverse demasiado y nos tapó a los dos. Pasó el tiempo. ¿Cuánto? No soy muy de calcular en esos momentos. Pensamientos. Muchos. Placidez interrumpida. Bienestar. Inquietud. ¿Me debería ir ya? ¿Habría más? El móvil había sonado alguna que otra vez. El mío. WhatsApps de los amigos abandonados supuse. Volvió a sonar en esos momentos. 

Seguramente te echan de menos...
O a ti, que no es el mío, mentí conscientemente
El mío está apagado.
Bueno, da igual, ya se habrán ido…
¿Te quieres ir?
¿Quieres que me vaya? 
Ni de coña. Déjame que haga una cosa.

Me cogió al amigo de entre mis piernas y empezó a secarlo con un pañuelo de papel. Uff, te he dejado empapado dijo entre sonrisas buena señal amiguete… Si quieres voy al baño y me limpio, ¿Qué vas a hacer? No, deja, sólo quiero secarte un poco y que te pongas… ¡Tío! Qué rápidamente te pones, eres una joya… Me sentí tan tramposo como cuando robaba dinero de la banca mientras jugaba al Monopoly para luego no saber cómo explicar que nunca me quedara sin él aunque pasara mucho tiempo de partida sin cobrar nada y muchos se quedaran medio arruinados. ¿El pedazo de pastillita? Probablemente, si no de qué… Aunque cosas más raras se han visto y me he visto. ¿Me la dejas? Claro, toda tuya… Se alargó hacia la mesilla y cogió mi chivato con farlopa que había dejado allí tras las rayas iniciales en el fascinante CD rotulado de negro. ¿Puedo? Por supuesto. Y se puso una raya en mi compañero de entre mis piernas. ¿Te mola que haga esto? ¿Te lo han hecho alguna vez? Claro, volví a mentir cual tramposo de Monopoly one more time. Y ahora (snifff) a mí me pone muchísimo que te la hagas encima de mí. Eso sí lo había hecho alguna vez, fíjate, pero ahí no preguntó. ¿Dónde? Donde quieras. Su pecho izquierdo. Me gusta mucho. Si pudiera, a todas las tías con las que me meto en la cama les pondría una raya de coca en la teta izquierda y sería muy feliz. Pero ni siquiera lo pregunto nunca. Es más, normalmente ni me pongo con tías. Al menos estando desnudos y a otra cosa. Luego aquí, me dijo señalando el lado derecho de un precioso pubis casi totalmente depilado salvo por unos pocos pelos cortitos en forma de bonometro que salían de su clítoris dirección a su ombligo. Como quieras. Luego… Ahora te vas a enterar, si me dejas… ¡Marcha, marcha! Pensé mientras mezclaba un con mucho gusto con un morreo ansioso que volvió a despertar las hostilidades en aquel campo acolchado del placer.

Espera. Y se separó de mí. ¿Prometes no decir nada? 
¿Nada de qué? 
Olvidarás y si te cruzas con ella nunca decir que lo has visto
Claro, si ni siquiera sé lo qué es ni de quién hablas
Sí sabes quién es… Pero me fío de ti. 
No deberías, le dije sonriendo. 
Oye, no me jodas, dijo mientras volvía a la cama con una especie de tablet o pantalla de esas que tan en boga están ahora mismo. Déjate de cachondeo, prométemelo… 
Sí, lo prometo, soy una tumba.

Arrancó la tablet. Toqueteó con aquellos maravillosos dedos y de repente, en la pantalla, apareció una chica siendo follada salvajemente como hacía un momento habíamos hecho nosotros. A lo perrito, mirándonos fijamente. ¿Qué demonios…? Además, aquella imagen parecía esta misma cama o muy parecida. ¿Es aquí? Si, no le dirás nada si la ves, ¿No? Porque sabes quién esClaro, tranquila… 

Mentí, no tenía ni idea quién era. Pero tampoco sabía quién era ella y allí estaba. 

¿Esto es lo que querías que hiciera cuando me dijiste que grabara? 
No, esto está hecho bien, con la cámara y ellos colocados en buen sitio, grabado lo mejor posible. Me pone follar viendo esto. ¿Te apetece? 
Me pone, y ahí no mentí, creo… 

Follamos haciendo el loco mientras recolocábamos la tablet de un sitio a otro ante la incapacidad de ver bien los dos a la vez aquello. Pero era brutal. Los gemidos de la pantalla y los suyos. Mi respiración y las tetas colgando de su amiga. Sus movimientos y mi excitación. Volvimos a morir del gusto. Al menos yo, claro. Y ella parecía, pero eso nunca lo sabe un tío al cien por cien.

¿Tu amiga sabe esto? Pregunté cuando recuperé el resuello. 
Claro. ¿Para qué te crees que lo grabamos?
¿Ella hace lo mismo? 
No. A ella no le pone verse… Rio pícaramente… No, a ella le gusta verse conmigo.
¿Y ese video existe?
Claro. Ella lo utiliza mucho, dice.
¿Me lo enseñas?
Ni de coña.
Pero si ella lo utiliza con otros… Y acabo de verte de miles de maneras y a ella también…
Es diferente.
Bueno, no insisto. Mentí. Deseaba ver aquel vídeo como nada en el mundo en aquel instante. Volvería a ello cuando pudiera. No hizo falta: Te dejo verlo pero sólo una parte. ¡Bien! me dije infantilmente para dentro. Lo que sea. Con una condición... Miedo. Mucho miedo sentí ahí, no sé por qué. Me imaginé grabando algo, haciendo algo extraño de lo que tras la resaca me acordaría y me daría miedo o vergüenza, imaginé mi cara de orgasmo rulando por internet, pensé en el segundo cajón de su mesilla… Pero, sobre todo, pensé en mi incapacidad para no decir que no en ciertos momentos y me aterré. Quiero que grabes mientras te la chupo y me masturbo. Vale, no parecía difícil. Claro, pero yo no sé utilizar estos trastos… No, con mi móvil. Es más cómodo...

Me volví a poner tremendamente cachondo. 

Y llegó la parte cómica de la noche: Su móvil sin batería. El cargador que no tiene cable suficiente para colocarnos bien y en acción, los cambios de postura, la excitación creciente. Usa el tuyo, me dijo. No, mejor no, no me fío de ti. Hazme una foto, déjame. Cogió mi móvil y me lo volvió a dar. Le hice una foto. De su pezón, de su cuerpo en plena acción. ¡Déjame ver lo que haces! Y cogió el móvil con una mano sin parar de masturbarse. Creo que se olvidó un poco de mi amiguito. Se dedicó a ella y reventó. 
Y yo miraba. 
Y reventé. 
En ese mismo pezón previamente fotografiado de mala manera y con torpeza que tanto placer le produjo verlo...

Pensé que me hace falta un curso de fotografía para saber captar imágenes en estados alterados y totalmente puesto de farlopa y alcohol. 

Pensé que eso no existe o al menos no he visto nunca un anuncio al respecto.

Pensé tanto que me quedé dormido y evité el teching típico de las noches de farra tan intensas.

Me desperté con el cuerpo molido. Repasando los mensajes en el WhatsApp de los colegas a los que abandoné. Ninguno me lo echa en cara. Tampoco yo lo hubiera hecho. Desaparecí de una manera como podría haberlo hecho de otra, pero no me despedí. 


Ellos me entienden… Recibieron aquel pezón perdido en sus teléfonos en un momento extraño que no recuerdo cuál fue. 

(Con eróticos resultados…)"




B.S.O. I: Muérdeme (Los Romeos)

B.S.O. II: Arañas mi piel (Los Romeos)

B.S.O. III: Teching (Piratas)

B.S.O. IV (Resumen de todo): Mi vida rosa (Los Romeos)







jueves, 22 de noviembre de 2012

La nota escrita en Comic Sans



He decidido escribir algo tan bonito que me vas a tener que amar toda la vida, aunque tú no quieras…





Lo he decidido y he salido corriendo a contártelo, a la parada del autobús donde nos dábamos al amor. 

He llegado asfixiado -sí, lo sé, fumo mucho últimamente- y cuando he recuperado el resuello -qué demonios querrá decir “resuello”- me he dado cuenta de que no estabas y me ha dado miedo.

Pero el miedo no me ha impedido ver que habías dejado una nota allí para mí. Una nota encima de los horarios de aquel autobús que nunca queremos que venga para poder tener más tiempo para los dos.

Una nota escrita en comic sans.





Nervioso, me encendí otro cigarro.

Tras cuatro o cinco caladas nerviosas me tranquilicé un poco. El poco que me dio recordar que no puedo tenerte en cuenta que me escribas notas en comic sans, por mucho que lo deteste, mientras que siga mirando tus fotos al irme a dormir…


Por fin lo supe: He decidido escribir algo tan bonito que me vas a tener que amar toda la vida, aunque tú no quieras…

No te preocupes por ello: Sólo hay algo peor que una nota escrita en comic sans: Una nota en comic sans impresa por dos las caras...





B.S.O.: La Cama (Julio de la Rosa)


lunes, 19 de noviembre de 2012

Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más



Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más.


Aquellas palabras atronaban en su cabeza como todas las que aprendió siendo pequeña y que aún sometían su escala de valores a paroxismos estúpidos como el consejo sobre pesca que le dio su abuelo, la recomendación de su profesora de ballet enfadada que precipitó sus anhelos de ser una gran bailarina o los Diez Mandamientos.




De los Diez Mandamientos ya no recordaba diez. Ni siquiera seis. O sí, pero no quería pensar en ello. No solía pensar en ello.

La cara de aquella puta entrenadora con modales nazis no se iba de su cabeza y cada vez que veía algo relacionado con el baile o andaba de puntillas la odiaba con más y más fuerza por haber sido tan cruel como para decir a una niña con todo un mundo de ilusiones por delante que se dedicara a otra cosa y dejara de ir a sus clases.

Sobre la pesca había olvidado casi todo. Menos el olor a tabaco negro de su abuelo y sus dientes extrañamente colocados. Pero le gustaba mucho el pescado. Y el marisco, aunque no tenga nada que ver con su abuelo y sus consejos de pesca.


Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más.


Su cabeza era así. Despreciaba los consejos, pero aquellas palabras empezaron a mirar a sus ojos con la fuerza de un millón de pollas erectas. De pollas de verdad, no de las que ella solía ver cuando salía y se emborrachaba.

Como buena chica de excesos, decidió salir aquel día y no beber. Nada de alcohol. Algún que otro refresco. Sin disimular con drogas.




Y vio pollas, sí. Pero le dieron tanto miedo al ir sobria que decidió que nunca más querría ver una polla sin haber bebido lo suficiente.


Si paras de beber tanto, verás menos pollas, pero las disfrutarás más, se dijo a sí misma y volvió al bar de siempre con ganas renovadas y un hígado ansioso de seguir mutando en paté…


Y no volvió a recordar ni a su abuelo, ni a la entrenadora de gimnasia, ni a los Diez Mandamientos. 
Bueno, quizás al Sexto sí, porque era inevitable…


Tu polla sabe a whisky barato y a ti. 
Sabe a whisky barato…