lunes, 1 de agosto de 2011

Angustias de Agosto y AK-47



Me quedo sin tiempo. Miro a sus ojos y sé que es capaz de hacerlo. Hace un rato no pensaba que pudiera ser capaz, pero ahora sí lo creo. 
 
Y tengo mucho miedo.
 
Me quedo sin tiempo para encontrar la respuesta. Debería poner a mi disposición toda aquella chispa e ingenio del que siempre me convenció de ser poseedor. Quizás no debí mostrarle nunca mi lado más bonito. Quizás no debí nunca mostrarle mi encanto sin ambages. Ahora no me veo capaz de superar el nivel que me pide, el nivel que algún día le di.
 
Me quedo sin tiempo. El cañón de su AK-47 apunta directamente a mi estómago. Me gustaría pensar que está apuntándome al corazón para que tenga una muerte lenta y porque ya me lo ha roto en pedazos y sólo quiere rematarme. Pero no. Apunta a mi barriga porque sabe que así tendré una muerte más lenta y dolorosa. No puedo ni imaginar qué le puedo haber hecho para que olvide todo lo bueno que hemos vivido y quiera hacerme sufrir hasta en el momento de mi muerte. Un asesinato. Aunque me siga pareciendo tremendamente extraño decirlo, lo veo y estoy seguro de que lo va a hacer.
 
 

 
 
Me quedo sin tiempo. Sus pezones están apuntándome como si se estuviera poniendo cachonda con la situación. Tres disparadores directos a mi vientre. Sus pezones también me han hecho daño alguna vez, por eventuales ausencias, pero combinados con el cañón del AK-47 no sé qué pensar. Si no fuera porque por primera vez en mi vida siento realmente cerca la muerte, me excitaría terriblemente la situación.
 
-    Se te está acabando el tiempo
-    ¿Por qué? ¿Qué vas a hacer conmigo?
-    ¿Lo dudas? ¿Todavía no te has dado cuenta de que voy a matarte?
-    No te creo capaz –miento como un bellaco una vez más.
-    Sabes que soy capaz de eso y más
-    Te creo capaz de muchas cosas y lo sabes, pero, ¿Por qué quieres matarme?
-    Quiero matarte por ser quién eres. Por ser lo representas para mí. Por haberte cruzado en mí camino. Porque me has dado cosas que nadie me ha dado… Tengo miles de razones, pero la principal es que has terminado por hartarme. 
-    ¿Y esa es suficiente razón para matar a alguien?
-    ¿Quieres que te dé más? Te he dado unas cuantas
-    Ninguna razón es suficientemente convincente como para que asuma que TÚ quieres matarME
-    No querría hacerlo realmente, pero no me queda otra opción. Sabes que no eres el primero. Además, no espero que lo asumas, aunque creo que sabes que esto pasaría algún día…
-    ¿Qué no soy el primero? –ahora sí que estaba asustado- ¿Has matado a mucha más gente?
-    Te lo he dicho un montón de veces. A ti te he confesado cosas que no he confesado a nadie, y esa es una de ellas. Por eso me duele tanto matarte, pero por eso también, me siento tan obligada a hacerlo…
-    ¿Qué me has confesado que has matado a gente? ¿Cuándo? El decir a fulanito “lo he matado”, a menganita “la maté porque ella se lo buscó”… ¿Quería decir literalmente eso? ¿De verdad? Siempre supuse que significaba algo así como que estaban muertas para ti, no que directamente las mataras…
-    Pues creo que contigo siempre he sido muy sincera. Me habrás entendido mal, pero yo te lo he dicho siempre todo muy clarito.
-    Claro, como que era lo más especial que tenías, que era maravillosa, que me necesitabas, que me echabas de menos, que no había nadie como yo, que cambiabas todo por mí… Y resulta que soy un kleenex más. Pero no te conformas con tirarme a la basura, sino que quieres matarme…
-    Todo eso era verdad. Y lo sabes. Pero también sabías que este momento llegaría tarde o temprano.
-    No. Nunca lo supe. Nunca lo quise ver así. ¿Tanto me has amado como para ahora tener que odiarme para compensarlo? ¿Tan difícil se te hace que yo te ame como para querer matarme? ¿Tienes dudas sobre mí y no te conformas con ir con quien quieras, jugar conmigo, utilizarme… Sino que quieres matarme?
 
Calla por respuesta. Creo ver en sus ojos algo de inseguridad. Quizás ese sea mi mayor pecado: He sabido ver desde el principio sus inseguridades. He sabido traspasar su barrera de seguridad sin que me diera permiso y he visto en su interior algo diferente a la actitud perdonavidas y apabullante con la que se comporta por el mundo.
 


Me quedo sin tiempo para encontrar la respuesta. Está esperando. Está nerviosa. Por mucho que intente aparentar, parece dudar, conozco esa mirada. Es el momento de darle lo que me pide, pero no soy capaz. No encuentro las palabras. Y aunque las encontrara, quizás no sean las que ella está esperando. En el caso que esté esperando algunas palabras y no sea un farol más. 
Quizás no debí mostrar nunca mi lado más bonito. 
Quizás no debí nunca mostrar mi encanto sin ambages. Ahora no me veo capaz de superar el nivel que me pide, el nivel que algún día le di. Cuando se bate algún record mundial, te embarga la alegría, y nunca nos imaginamos que un momento como ese hay que superarlo y cada vez es más difícil. Ahora la presión me puede y tengo que batir de nuevo mi propio record mundial en un último intento, por muy elevado que lo dejara la última vez. Y ahora no busco la gloria, ni siquiera fascinarla. Tengo que dejarla tan impresionada como para que olvide que quiere matarme y vuelva a admirarme como la record woman mundial que soy y a la que tanto admiró.
 
-    ¡Vamos! Se me acaba la paciencia
-    ¿Qué quieres? ¿Cómo quieres que te diga algo con eso apuntándome a la cabeza?
-    No te estoy apuntando a la cabeza, te voy a disparar al estómago –lo sospechaba-como no me des lo que quiero ahora mismo… Sólo te pido que lo hagas una vez más. Que vuelvas a impresionarme como siempre lo has hecho. Quiero que me des sólo una razón para que no tenga que matarte.
-    Tú siempre has hecho lo que te ha dado la gana. Hasta contigo misma. No intentes ver en mí, justificación para hacer ciertas cosas… Y menos, si una de esas cosas es matarme.
 
Cambió su mirada de inseguridad, por esa (falsa) que tanto conocía cuando me explicaba lo que hacía y dejaba de hacer, sin el menor atisbo de duda en la corrección o no de sus actos. Acarició el gatillo del AK-47 mostrándome a las claras que estaba a punto de disparar. ¿Cómo disparar? Dispararme. Bajó la mirada apuntando en un acto innecesario por la distancia que nos separaba pero que quedaba muy bien cinematográficamente. Pero aquello no era una puta película aunque mirarla siempre lo hubiera sido hasta ese momento. Ahora estábamos hablando de mi vida. Esa vida que ella hizo a ratos tan feliz y a ratos tan insatisfactoria. Esas insatisfacciones nunca las hubiera conocido si no la hubiera dejado traspasar mis escudos de seguridad, pero también me hubiera perdido ratos de absoluta felicidad. Absoluta y tremebunda felicidad. Era un riesgo que asumí. Pero no asumo que quiera matarme. Creo que sus pezones se están poniendo cada vez más duros. Y ahora, increíblemente, me estoy poniendo cachonda mirándola.
 
-    ¡Dime algo! ¡Por favor! Dime porqué no tengo que matarte…
-    Porque no quieres matarme. Porque no puedes hacerlo. Porque quieres matarme por no matarte tú misma. Porque no puedes soportar todo lo que soy para ti. Porque no encuentras mentiras que te convenzan.
-    ¿Eso es lo único que se te ocurre?
 
Me callé. 
No había facilitado las cosas. Si necesitaba escuchar algo que la impulsara un poco más a matarme, era justo lo que acababa de decir.
No era lo que esperaba oír de mi boca. Esa boca a la que tantas veces besó e intentó convencer de ser diferente a todas las demás. Esa boca que la quería creer siempre y que ahora, sintiendo la amenaza del AK-47, la creía como nunca antes lo había hecho. Esa boca que tan pocas veces la reprochó que buscara en otros cuerpos y en otros calores cosas que sabía que nunca encontraría más que en mí, por mucho que ella quisiera engañarse. Porque sólo yo supe abrazarla, tocarla, besarla, pensarla, creerla, comerla, adorarla, amarla… Aunque ella no quisiera verlo así.
 
Ahora ya lo había visto. Sólo así podría llegar a comprender que quisiera matarme. Ahora ya lo ha visto y, engañándose una vez más, va a matarme para no admitirlo. Para seguir pensando que todo lo controla. Ahora ya lo he visto. Era el momento.

-    Soy lo mejor que has encontrado en tu vida. Te has sentido conmigo más especial que con nadie. Y sabes que por mucho que busques, por mucho que te intentes convencer, una vez pasada todas las fascinaciones iniciales por unos o por otras, siempre sabrás que lo que yo soy para ti, no lo podrá llega a ser nunca nadie. Y eso te duele. Te desarma totalmente y no lo puedes soportar. No fui yo la que decidió que todo era tan bonito como para no pensar en nada más que en ello. Fuiste tú la que siempre te complicas, la que siempre buscas, la que siempre analizas, la que me mirabas con fecha de caducidad porque siempre ha sido tu estilo, y porque no puedes parar de justificarte todo lo que haces, aunque en el fondo, tiempo después descubres que te has engañado y eso conmigo nunca te pasó. Simplemente soy yo. Lo sabes, lo supiste el día que nos conocimos, y lo sabrás siempre… Hagas lo que hagas ahora mismo…
-    Tienes razón: Siempre estarás en mí. Siempre nos recordaré. Pero nunca lo admitiré en público, lo siento. No puedo cambiar lo que soy. Ni siquiera la imagen que doy…

Sonaron varios disparos que se oyeron por todo el vecindario. 
 
Era el principio de Agosto. Medio mundo estaba de vacaciones. Los informativos darán buena cuenta del suceso. En Agosto no pasan cosas reseñables y cualquier cosa es noticia. 
 
Hasta las muertes por amor. 
 
Hasta los asesinatos cometidos para no asumir el amor. 
 
Hasta los suicidios consentidos. 
 
Hasta las muertes por angustia…



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