Los zapatos le apretaban un poco. Tenía demasiado empeine.
- ¿Qué día es hoy?
- Domingo
- No, el número
- 12
Faltaban bastantes días para cobrar y poder comprar unos zapatos más cómodos. Es duro tener tanto empeine. Recordó con pesar, que era Domingo y no había ido a misa. Lo que es duro, realmente, es vivir al día con un sueldo mísero y tener el empeine grande, vayas o no vayas a misa.
- ¿Qué hora tienes?
Le quedaba poco tiempo para ir a misa. No podía andar rápido porque los zapatos le apretaban un poco. Es difícil calzarse bien con un empeine tan grande.
- Si me doy prisa, llegaré. Tengo que llegar.
En la puerta de la Parroquia se encontró con una cara familiar. El mendigo de turno (Porque todas las parroquias tienen un mendigo de turno u oficial) resultó ser un antiguo compañero de clase. Hizo como si no lo hubiera visto o reconocido y entró apresurado al templo. La misa acaba de empezar.
El calor había llegado a la ciudad. Su empeine seguía siendo igual de grande que siempre. Las parroquias seguían teniendo un mendigo de turno u oficial en sus puertas. Aquel Domingo había conseguido llegar a tiempo a misa.
Afortunadamente, los zapatos seguían apretándole un poco.
Desafortunadamente, mirar para otro lado siempre fue su actitud vital preferida...
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