lunes, 27 de junio de 2011

Hábitos, hábitos, hábitos…


"Me paso el día entero diciendo que estoy encantado de haberlas conocido a personas que me importan un comino. Pero supongo que si uno quiere seguir viviendo, tiene que decir tonterías de ésas."

("El guardian entre el centeno", J.D.Salinger)



Hábitos, hábitos, hábitos… Como fumar todo el tiempo o comer sandía en verano.



Anoche volví a cometer un asesinato. Como todas las veces anteriores, planeé al milímetro hasta el último detalle para no dejar restos. Hace tiempo que asesinar había dejado de ser para mí un acto de rabia y de respuesta ante mi frustración y se ha convertido en un hábito.

Anoche volví a abrazarte con todas mis fuerzas. Como todas las veces anteriores, planeé al milímetro hasta el último detalle para no dejar restos. Hace tiempo que abrazarte con todas mis fuerzas había dejado de ser para mí un acto de rabia y de respuesta ante mi frustración y se ha convertido en un hábito.

Compongo la vida de hábitos y respondo con ellos a todo lo que me rodea. Cuando me desordeno soy genial. Cuando olvido lo habitual soy maravilloso. Cuando me escapo de lo esencial soy fascinante. Pero me da miedo… Tengo miedo a dejar rastros tras de mí.

Lo que para mí son hábitos, para los que me rodean son actos de genialidad. Lo que para los demás serían aventuras fascinantes, para mí son actos ordinarios.

Nunca quise estar donde estoy, pero nunca he querido estar en un lugar mejor. Pese a todo, tengo el hábito de llevar siempre el pasaporte en el bolsillo. Cuando me tocan el culo es incómodo, pero es práctico por si de camino, algún día, descubro dónde quiero ir. Que me toquen el culo no es un hábito al que esté demasiado acostumbrado, pero hay que tenerlo en cuenta como parte del camino.

Mirarme al espejo es un hábito que dejó de importar cuando empezó a gustarme lo que veía. La clave estuvo en escoger bien las horas. Los hábitos se componen de detalles que los liberan si los atendemos bien. Pero un hábito disfrazado, sigue siendo un hábito.

Habito es la insatisfacción. Hábito es la intranquilidad. Tengo el hábito de interpretar cualquier leve señal como un síntoma de que algo va mal. O al menos, peor de lo que iba. Afortunadamente, también tengo el hábito de interpretar cualquier leve señal como un buen síntoma cuando todo va mal. Son hábitos útiles, algunas veces incómodos, otras placenteros.

Ningún hábito hace al monje, digan lo que digan, y ni yo me defino por mis hábitos, ni mis hábitos me definen a mí. Habitualmente me gusto, pero tengo el hábito de pensar que a ti no te pasa lo mismo continuamente.
 
Anoche volví a abrazarte con todas mis fuerzas. Como todas las veces anteriores, planeé al milímetro hasta el último detalle para no dejar restos. Hace tiempo que abrazarte con todas mis fuerzas había dejado de ser para mí un acto de rabia y de respuesta ante mi frustración y se ha convertido en un hábito.

Anoche volví a cometer un asesinato. Como todas las veces anteriores, planeé al milímetro hasta el último detalle para no dejar restos. Hace tiempo que asesinar había dejado de ser para mí un acto de rabia y de respuesta ante mi frustración y se ha convertido en un hábito.



Hábitos, hábitos, hábitos… Como fumar todo el tiempo o comer sandía en verano.

 


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