martes, 31 de agosto de 2010

Los chinos no usan gafas

Se había levantado esa mañana sin mucho que hacer, y lo que es peor, sin mucho que pensar. Con esos condicionantes, sólo se le ocurrió ir al sitio con más estímulos por centímetro cuadrado que conocía cerca de su casa: Un bazar chino.
 
...Y ahí acabó todo:
Entre los miles de artículos que por allí veía, le llamó la atención la imagen de un chino con gafas que sin duda debía ser un tipo importante, porque estaba en un lugar principal tras el dependiente que, como de costumbre, le sonreía sin que ella supiera muy bien porqué.
Salió asustada porque intuyó que algo iba mal. Se pasó por todas las tiendas chinas del barrio buscando algo que no sabía muy bien qué era pero le inquietaba profundamente. En ninguna de las tiendas encontró ningún chino con gafas, pero en muchas se tropezó con retratos de gente importante con ellas.
(Jiang Zeming y Hu Jintao)
 
Tiró de memoria histórica (Y papá decía que no me iba a servir de nada estudiar Historia…) y empezaron a desfilar por su mente las fotos de los últimos dirigentes del gran país oriental: Todos llevaban gafas.

(Jiang Zeming y Li Peng)
Siguió buscando por todos los bazares de la ciudad y empezó a sentir verdadero pánico. Por más que buscaba, no encontraba ningún chino con gafas. Sin embargo, a todos los dirigentes chinos tras Mao, los había visto en los libros de historia con gafas. Algo terrible empezó a fraguarse en su cabeza: Cabía la posibilidad, cada vez más contrastada, de que ningún chino fuera del poder dirigente usara gafas.
(Chinos sin gafas y con uniforme)
 
Claro que sólo había investigado en su ciudad, y podría ser factible, aunque fuera mucha casualidad, que por allí no existieran chinos con gafas. Había que dar un paso más: Era consciente de que ésta era una de esas cosas que se solían instalar en su cabeza y podían acabar haciéndole daño sino las resolvía adecuadamente. Había que abrir el campo de investigación. Debía ir a la raíz del asunto. Tenía que ir a China.

(Chinas sin gafas y sin ropa)

Tras consultar varias agencias de viaje sus temores se tornaron en pánico. El precio del viaje estaba fuera de su alcance y se había olvidado las gafas en casa… 
Definitivamente, hay días en los que no hay mucho que hacer ni apetece pensar. 
Esos días, pensó, seguramente no existan en China, pero ella nunca lo sabrá mientras viva...

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