miércoles, 25 de noviembre de 2009

Obsesiones y Parafilias (Volumen 1)

Hoy me he levantado extraño. No hay de nada extraño en ello. No estoy quitándole importancia, sólo digo que no es nada extraño que yo me levante extraño. Ramoncín presentó nuevo disco ayer en la Sala Joy Eslava. Esto no tiene nada que ver con que me haya levantado extraño.

No fui a verlo. Ya no me interesa, tenía mejores planes, estaba acatarrado, me dolía la cabeza, había quedado, fui a otro concierto (elíjase la excusa que más interese)… Hoy día 25 cum
ple 54 tacos y hay que reconocer que se mantiene muy bien el cabrón. Nunca me he planteado llegar si quiera a los 50, pero estoy convencido que no llegaría a estar como él. Soy más alto, tengo menos dinero y me odia menos gente sin conocerme, y eso, en una persona de mi terrible carácter ya es algo a favor.

Hoy me he levantado y me he sentido extraño. Quizás me haya despertado antes de tiempo y me haya dado tiempo a pensar más de la cuenta. Nunca paro de pensar, es innato en mí. Creí durante mucho tiempo que a todo el mundo le pasaba igual, pero resulta que hay gente que no tiene la cabeza en permanente ebullición e incluso son capaces de parar sus pensamientos a conveniencia. Yo no soy así. Quizás baje de revoluciones cuando duermo o cuando me pego un porrazo en la nuca, pero nunca paro. Esta mañana me he despertado con un centrifugado terrible en mi cabeza. No era resaca. No era extraño. Pero me ha dado para establecer ciertas conexiones con mi interior antes de lo previsto.

Me he levantado extraño. He recordado que hace muchísimo tiempo que no hago globos con los chicles. Algunos le llaman pompas de chicle. Antes las hacía (creo). Hoy he recordado, sin venir a cuento, que hace muchísimo tiempo que no las hago. No sabría decir si sé hacerlas o no. Hacer globos de chicle debe ser como montar en bici: Algo que no se olvida nunca una vez que aprendes a hacerlo. Pero… ¿Aprendí alguna vez a hace pompas con el chicle? No recuerdo. Mi mente está ocupada con mil y pico cosas más en este momento y no puedo concentrarme en ello exclusivamente. Esto será un problema para muchos pero a mí, lejos de suponerme un problema, me evita un montón de ellos. Hoy me he levantado extrañamente obsesionado con las pompas de chicle. Concretamente con la imagen de una lolita maravillosa que, despreocupadamente masca su chicle de fresa y en intervalos periódicos no homogéneos lo saca de su preciosa boca en forma de globo que estalla al encontrar su plenitud. Creo que voy a encerrarme en casa unos días. No puedo salir a la calle y correr el riesgo de cruzarme con una de estas chewing girls que tanto me obsesionan hoy. Puedo ir despistado, somnoliento o meditabundo pero si me cruzo con alguna no podré soportar lo que pueda producir en mí. Estoy acostumbrado a vivir cerca de ellas. En el colegio siempre hubo alguna, mirara donde mirara. Por muy despreocupadas que parecieran jugando con su rosado chicle, inflando y desinflando las pompas, sabían perfectamente el efecto que provocaban con esa actitud a su alrededor. O quizás no. O quizás todo esto sean recuerdos malinterpretados de mi infancia. Sólo recuerdo que pasé largas temporadas sin salir al recreo por miedo. A lo mejor estuve castigado, pero ya no me acuerdo. Cuando años más tarde, empecé a ir a los conciertos de Ramoncín, me volvió a pasar lo mismo. Mirara donde mirara siempre había alguna. Menos en el escenario. A día de hoy, cansado y aburrido del mundo gris por el que deambulo en un estado de coma inducido, hay momentos en los que globos rosa chicle rompen la monotonía pasando a mi lado seguidos de una lolita (o no tan lolita) maravillosa (o no tan maravillosa).

¿Natalie Portman hace pompas con el chicle de fresa ácida?

¿Scarlett Johansson hace globos con el chicle de fresa ácida?


¿Siguen existiendo los chicles de fresa ácida?


¿Estoy enfermo?

Hoy en día comprendo algo el porqué estuve tan enganchado al Bubble Bobble cuando había juegos infinitamente mejores. A día de hoy entiendo porqué para mí sólo existía el chupachups Koyack relleno de chicle de fresa y el resto me parecían insulsos. Algunas creen que mi interés es sexual. Desgraciadamente no es así. Estoy obsesionado con los globos rosas de chicle que salen de los labios de las lolitas. Mi fijación es insana, pero casta. Nunca me podré acercar a una de estas obsesiones, se volatizaría como muere un amor platónico al acercarse demasiado a él.

A día de hoy sólo masco chicle de menta sin azúcar. Hasta ese punto ha llegado mi obsesión. Y Ramoncín sigue cumpliendo años, sin que se le note demasiado (en lo físico).


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