Me han ofrecido hacer un post publicitario de una conocida marca de pomada contra los dolores y los golpes. Antes de aceptar, puse como condición probar el producto para estar plenamente convencido de no hacer publicidad engañosa y conseguir una buena idea para plasmarla en un post.
Obediente y sumiso, salí de fiesta y me hice daño en un pie para poder aplicarme los cuidados de la pomada. Ni la fiesta era necesaria para ello, ni la pomada quería que el mensaje a mandar publicitariamente fuera algo así como que después de accidentarte o hacerte daño estamos aquí para aliviarte (aunque ese sea el concepto y para lo que fue creada).
Así pues, en medio de una extraña resaca y con el pie dolorido, comencé mi trabajo de campo. Aunque el campo fuera mi cuerpo.
Días después, con la resaca ya olvidada y el pie aún dolorido, me llamaron de la empresa para conocer la respuesta. Les dije que el Thrombocid dejaba un extraño e intenso olor en mi polla, pero que tenía que darle una vuelta más a la idea.
Me colgaron y no he vuelto a saber de ellos.
Ahora me doy cuenta de que estoy haciendo un post extrañamente publicitario y ni mi polla, ni mi pie, ni siquiera Thrombocid, se lo merecen. Ni yo tampoco.
Quizás dejar de accidentarme pueda ser una buena opción, aunque no sea un buen reclamo publicitario...
No hay comentarios:
Publicar un comentario