viernes, 30 de noviembre de 2018

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 47): Escribir(te) una canción.


Es viernes.
Pero podría ser cualquier otro día.
No tengo nada qué hacer.
Sólo pensar en ti.
(Sí, sigo poniendo tilde en “sólo” para diferenciarlo de “solo” aunque la R.A.E. haya dicho que no debe hacerse ya. Soy un talibán de diferenciar el concepto “solamente” del concepto “estar solo”).

Tengo mucho tiempo libre.
Pero podría ser cualquier otro día.
Eso me hace pensar más en ti.
(Voy a escribir letras de canciones hasta hartarme para que odies todo lo que nos pasó).





Pero si no se entera nadie, ¿para qué me sirve?
Repito. 
Por los altavoces:
(Voy a escribir letras de canciones hasta hartarme para que odies todo lo que nos pasó).



Ya casi ni me acuerdo de ti porque pienso en otra.
Pero esa ya es otra historia...
(Voy a escribir letras de canciones hasta que otra quiera que nos pase algo).






martes, 6 de noviembre de 2018

Siempre deseé que me leyeran en una lavandería


Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. No sé muy bien por qué pero es así. Creo que nunca se lo he dicho a nadie. Es más, no recuerdo nunca haber hablado con nadie de lavanderías más allá de indicarle la dirección de la que frecuentaba cuando vivía en Escocia a alguien que me la preguntara o para saludar diciendo de dónde venía o iba cuando la usaba. También iba a lavanderías en México pero eran de otro tipo.




Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. Pero es algo que no había deseado con todas mis fuerzas y quizás por ello no sabía cuánto lo deseaba. También deseé ser Ray Loriga, que Maribel Verdú me invitara a una caña, despreciar públicamente a los despreciables, pegarle una colleja a Ana Rosa Quintana, tocar a la guitarra “Like a Rolling Stone” con los Rolling Stones en un concierto en el que estuvieras tú entre el público, escribir “No tan Buenos Aires” de Calamaro, vivir en Buenos Aires, perseguirte por Central Park una mañana de otoño, y tampoco lo voy diciendo ni deseando con todas mis fuerzas. Por eso no sabía que lo deseaba tanto como que me leyeran en una lavandería.

Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. Pero vivo en una ciudad en la que casi no hay lavanderías. La lavadora de mi madre es de las más difíciles que he aprendido nunca a manejar y eso que he tenido unas cuantas. Tener lavadoras te hace olvidar cuánto deseas que te lean en una lavandería pero lo importante es si la tienen o no los demás y si estamos acostumbrados a ir o no a las lavanderías. Aunque no sea a leer.

Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. No me había vuelto a acordar hasta que me han mandado la foto. También deseé siempre tener un ojo de cada color o que los que tengo no lo pasaran mal mirando a los ojos de otra persona; deseo encontrar la respuesta al “¿para qué estamos aquí?” que nos hacemos desde que nacemos, en un rasca y gana; deseo poder entrar en cualquier hotel de Las Vegas por la cocina sin pedir permiso a nadie y que me saluden al llegar, o tener un globo y poderlo inflar cuando todo esto pase para que subamos y veamos todo desde allí arriba juntos, que es como deben verse las cosas, pero tampoco me había vuelto a acordar hasta ahora.

Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. También deseé invitar a alguien a mirar la lavadora conmigo como hacían en “Tu vida en 65’”, estar convencido de que voy a morir con los deberes hechos, tener mil pares de gafas para desechar las que se me van rayando tras ponérmelas cuatro veces, encontrarle sentido a hacer los deberes, saber francés para seducirte de una manera tremendamente romántica, saber seducir intencionadamente, dejar de usar tanto adverbio terminado en –mente, escribir a dos manos un capítulo de una serie David Simon con él, decirte que más te pierdes tú y que sea verdad, o morir a los 54 riéndome de la maldición de los 27, pero no lo tengo de manera constante en la mente y eso me ayuda a vivir.



Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. Pero, sobre todo, y eso lo tengo muy presente, siempre he deseado dar a la gente que me da, algo, al menos, del mismo nivel; deseo que nos acostemos juntos y disfrutes de un trío conmigo y con la persona que crees que soy, que sin duda es mejor; deseo con todas mis fuerzas no dejar que se me escape la gente que no quiere escaparse y que se acaba escapando porque no soy capaz de mostrarle que no quiero que se escape y que, aunque lo parezca, yo no tengo intención de escaparme; deseo hasta el punto de no recordar más deseos, que sigas teniendo capacidad de soñar por muchas pesadillas que te provoque.

Siempre deseé que me leyeran en una lavandería. Como deseo aprender de una puñetera vez a utilizar bien el punto y coma porque deseo usarlo a menudo y no lo sabía hasta ahora mismo.

Pero, sobre todo, siempre he deseado escribir algo como esto porque hasta que no me han dicho que me han leído en una lavandería no me he acordado que siempre deseé que me leyeran en una lavandería.

¡GRACIAS!




B.S.O. I: "Like A Rolling Stone" (The Rolling Stones).
B.S.O. II: "No tan Buenos Aires" (Andrés Calamaro).
B.S.O. III: Tu vida en 65', "La misión" (Miss Cafeína)


sábado, 3 de noviembre de 2018

Microrrelatos Sin Pudor (Volumen 46): Los vestidos deprimentes que te sientan mal.



No soporto verte con ese vestido.
Me deprime.
Mucho.
Me deprime y me jode.
Muchísimo.
Sé que no lo entiendes, 
pero a mí me deprime lo que me da la gana.
Permíteme al menos eso.




Y cuando digo “vestido” quiero decir “ese tipo”...