martes, 13 de septiembre de 2016

Mirar a las tetas




Tengo una amiga bizca. 
Me cuesta mucho estar cerca de ella. 
No puedo mirarla bien. 
Me da un poco de miedo y no sé cómo actuar. 
Es raro. 
Es raro lo que me pasa, pero la rara es ella. 
No puedo mirar, no ya sus ojos, sino su cara por extensión. 
Es zona de peligro. 
Si le miro la boca llegaré a sus ojos y no sabré cómo actuar. 
Probablemente se me note en los ojos. 
No sé cómo actuarán mis ojos al mirar los suyos desviados.
¿Se desviarán también? 
Es mi amiga pero no puedo con ello. 
Por eso cada vez es menos amiga porque cada vez me cuesta más lidiar con eso de que sea bizca. 
Tanto me cuesta que por evitar sus ojos, su cara, le miro el pecho. 
Y es incluso más violento. 
Porque sus tetas están muy bien. 
No tiene relación. 
No tiene nada que ver que alguien sea bizca con tener buenas tetas, pero en su caso es así. 
O a lo mejor de mirarlas tanto, sus tetas cada vez me gustan más. 
Pero es malo para la gente que me ve, porque seguro que se da cuenta. 
Gente que probablemente tenga un problema como el mío con la bizquera aunque le afecte de otra manera. 
Aunque lo afronten mejor o peor. 
Que le perturbe más o menos. 
El caso es que no puedo aguantar más el poder saber si sus pezones son bizcos también o no. 
No creo que tenga que ver, pero no lo he comprobado nunca. 
Y cada vez tengo más ganas de ver sus pechos y comprobar la alineación de sus pezones. 
Hay muchas chicas con pezones bizcos pero con bonita mirada. 
No sé cómo serán los pezones de mi amiga bizca. 
Y no puedo dejar de mirar sus pechos. 



Creo que me estoy enamorando de ella. 
Porque es bizca.






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