domingo, 14 de diciembre de 2014

Tercer final alternativo




Llegó el momento de sacar la versión de su vida en DVD con extras y montaje del director. Intentó incluir sus mejores y más atinados comentarios para acompañar las más inexplicables y crípticas escenas de su existencia. Pero tras meses de preparación, de selección de mejores escenas, de tomas falsas y planos desechados, descubrió que el problema iba a llegar con la duda de si mostrar o no los diversos finales que iba a poner en su vida que deberían ir incluidos en el DVD. Incluso en el Blue Ray, pero eso ya no le quitaba tanto el sueño.

En el tercer final alternativo el protagonista viaja en el tiempo hasta el momento de su nacimiento, y una vez dentro del vientre de su madre se suicida estrangulándose a sí mismo con su propio cordón umbilical, antes incluso de llegar a este mundo.





Toda su película, si incluía este final alternativo, dejaría de tener sentido. Y por ende (No Michael) su vida habría sido una farsa inexistente. Sobre todo inexistente. Tan inexistente como lo era en aquel momento en el que nadie se acordaba de él, Y él sabía, siempre lo había sabido, incluso en los mejores tiempos ya muy lejanos, que si nadie se acuerda de uno es como si ese uno no existiera.

Olvidó todo aquello y después de asomarse una vez mas a la ventana de su habitación que no daba a ninguna parte salvo cuando intentaba dormir que se convertía en un palco no insonorizado de un circuito de carreras de Fórmula 1, sacó su viejo bloc de notas y se puso a escribir una reseña de su momento actual que pudiera definir lo que había sido la película de su vida. 



“Abandono el sexo compartido por la masturbación. Aunque fantasee constantemente en conquistas y orgías. El mero hecho de pensar en entablar una relación con alguien me provoca el mayor de los fracasos amorosos conmigo mismo. No me acerco a las chicas aunque piense –e incluso esté seguro- que están esperando a alguien como yo. El mundo sería un lugar más sano si nadie esperara a nadie como yo. Me masturbo incluso después de rechazar una buena proposición de sexo compartido. El mero hecho de masturbarme me hunde una y otra vez en mí interior. Hasta se podría pensar que eyaculo para dentro si no fuera porque uno de los pocos rasgos que presento de ser humano es que aún me corro -casi- a voluntad. Llegará el día en que ni eso lo controle y descubriré que estoy finalmente seco. Seco y podrido. Podrido de malestar. De estar mal sin hacer nada por siquiera estar. La necesidad de desaparecer me lleva hacia los demonios, y ni ellos me hacen reaccionar. Veo pasar los días como las horas. Y las horas hace algún tiempo me empezaron a parecer bastante más cortas que veintitantos minutos. Los minutos no existen. Basta con ver que un reloj pone que faltan trece minutos para las dos cuando en el de la muñeca faltan quince y en el despertador diez. Ese intervalo de minutos está perdido. Después de mirar la hora del despertador, ya nunca volverán a falta trece minutos para las dos. Es imposible, cuando hay algún sitio en el que sólo faltan diez y mi mente ya se va a menos cinco.”
 


Arrancó la hoja y cerró el bloc de notas. Mascó con desgana un chicle que, según leyó en el envase, debía saber a fresa ácida. Cuando su mandíbula empezó a dar muestras de rebeldía laboral y su mente se había cansado ya responder a los estímulos de sus papilas gustativas con un NO rotundo a la pretensión de que aquel inexistente sabor fuera fresa ácida, se sacó el chicle de la boca y con él pegó en la pared la hoja.




Se sintió satisfecho. Casi tanto como cuando se acordaban de él. Tanto, que se masturbó una vez más reafirmando su felicidad por lo acertado de su idea de abandonar el sexo compartido. Pero recordó que todo aquello no tenía mucho sentido si el final de todo regresaba al presente porque no hay nada que hacer cuando la vida te recuerda que has hecho mal su montaje.

En el tercer final alternativo el protagonista viaja en el tiempo hasta el momento de su nacimiento, y una vez dentro del vientre de su madre se suicida estrangulándose a sí mismo con su propio cordón umbilical, antes incluso de llegar a este mundo.