jueves, 1 de agosto de 2013

Me cuesta tanto leerte






Llevo días en los que me cuesta un mundo escribir. No consigo sacar de mí lo que quiero plasmar en el papel. Le echo la culpa al calor, a mis distracciones mentales, al facebook, al mundial de natación, a la última temporada de “Breaking Bad” o “Cómo conocí a vuestra madre”, a tu puta madre, a la cantidad ingente de polvo y pelusas que hay en el teclado de mi portátil, a la fecha del cumpleaños de mi padre que nunca recuerdo cuál es o al exceso de drogas que quizás esté pasándome factura y mis neuronas no sean tan ágiles como estaba acostumbrado.

Le echo la culpa a todo lo que puedo.

Y después de hacer un listado con todas las culpas que se me ocurren, me doy cuenta de que con ello lo mismo puedo escribir un buen relato. Quizás debiera tomar todo lo que me impide escribir con fluidez y cierta calidad, y montar un tribunal que depurara responsabilidades aplicando una sentencia justa.

Me lanzo a buscar abogados, juez, fiscal, jurado y todo lo necesario para montar el asunto. Llega Agosto y cuesta mucho encontrar gente activa y recursos. Me frustro al darme cuenta de que haciendo esto también me estoy quitando tiempo y atención para escribir correctamente.

Borro la lista de excusas y me encuentro de nuevo con el documento en blanco. El blanco me recuerda que llevo días en los que me cuesta un mundo escribir. En lugar de buscar culpables, e investigar bien el tema, me decido a elegir una cabeza de turco que se lleve todas las culpas y que una vez condenada, me deje dormir tranquilo (Y escribir).

Miro por encima de la pantalla del ordenador. De esa extraña manera que miran algunos por encima de sus gafas apoyadas en la mitad de la nariz pero por encima de la pantalla de un ordenador como si tuviera que escribir más allá de ella. Y no te veo enfrente. Y me preocupo. Y me doy cuenta de que llevo un tiempo sin escribir nada decente que enseñarte y el único culpable no puedo ser yo.

Entonces es cuando todo tiene sentido: La culpa es TUYA.
Toda TUYA.
Desde que aprendí a escribir para TI, no hay ningún factor que influya tanto en mi rendimiento que .

Alguna vez me dijiste que no se me ocurriera jamás incluirte en mis escritos.
Alguna vez yo te contesté diciendo que todo lo que escribo eres y es para TI.
Alguna vez te enfadaste por algo que leíste.
Alguna vez te juré que lo único que te podía asegurar sobre mis escritos es que todo lo que escribiera sobre TI nunca lo iba a pasar a limpio.




Ahora me he dado cuenta de que llevo días en los que me cuesta un mundo escribir. Quizás esté muy ocupado leyéndote a todas horas...




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